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Domingo, 28 de mayo de 2006

INTERNET

Cazadores ocultos

En lo que va del año, un sitio de diseño amateur y sin demasiados atractivos particulares se convirtió en el segundo sitio más visitado de la red, ha desatado escándalos que involucran a universidades, hackers y asesinatos y parece ser el nodo de una comunidad virtual de adolescentes fuera del alcance de los adultos. Para los interesados: MySpace.com

 Por Mariana Enriquez

En apariencia, MySpace.com no tiene nada especial. Es apenas un servicio de páginas personales conectadas; cada una con un perfil del usuario, un blog, fotos, videos y canciones personales. Pero desde enero pasado, el número de usuarios se cuadriplicó y llegó a 73 millones. La cifra aumenta. A diferencia de los blogs, que tienen otros fundamentos y pretensiones, las páginas de MySpace apenas pretenden mantener a los usuarios conectados, y tanto lo hacen que en los últimos meses pasó del puesto 15 de los sitios más visitados en Internet al puesto número 2, sólo detrás de Yahoo. ¿El secreto? MySpace es el patio de juegos de los adolescentes, sobre todo angloparlantes. El servicio permite que lo usen chicos desde catorce años –aunque sus perfiles, cuando son tan jóvenes, sólo tienen acceso para los “amigos”– y allí parece habitar una generación que vive online, que maneja un lenguaje propio y que lleva una existencia aparte; visitar los perfiles es una auténtica travesía al mundo de chicos solitarios que escriben lo esperable: se citan para algún show, coquetean, exageran sobre sus proezas sexuales, ostentan malas conductas, rezongan acerca de padres y maestros.

La popularidad de MySpace, sin embargo, tiene algo extraño. No ofrece servicios que no existan ya en otras comunidades online; el diseño es amateur y poco imaginativo; en fin, otras comunidades son idénticas o muy similares a MySpace. Sí, por algún motivo, muchas bandas indie eligieron el servicio para comunicarse con sus fans y difundir su música, lo que resultó en proto-escenas y cierta popularidad. Además, no ofrece páginas prediseñadas, como blogger.com; cada usuario puede hacer lo que quiere, lo que no sólo le da cierto romanticismo de hazlo tú mismo sino que permite la promoción de diseñadores notables y los desastres de chicos inexpertos: hay lugar para todos. Pero eso no basta para explicar por qué 150 mil personas por día abren una página en MySpace. O por qué sólo un mínimo de usuarios tiene menos de 30 años. Alguien vio la tendencia, claro, y fue el magnate de los medios Rupert Murdoch (ex dueño de The Sun, actual dueño de Fox News, The Times y The New York Post, competidor histórico de Ted Turner) que compró MySpace por 580 millones de dólares. Pocos entendieron la jugada en el mundo de los negocios; hoy se dan cuenta de que el astuto empresario actuó una vez más como visionario.

MySpace es popular no sólo por la cantidad de usuarios sino porque es una máquina de producir noticias y alarma. Muchas universidades norteamericanas prohibieron su uso en las computadoras en red, porque el uso de video constante ocupa demasiado ancho de banda, y atrasa todo lo demás. Pero las objeciones técnicas son apenas la superficie. En el último año, MySpace tuvo escándalos y tragedias. En diciembre del año pasado, dos novios adolescentes –Kara Borden, de 14 años, y David Ludwig, de 18– se complotaron para asesinar a los padres de la chica. Los perfiles siguieron online durante un tiempo, recibieron toneladas de mensajes, y una cantidad similar de morbo; ahora están en manos de la policía, que usa el material personal allí publicado en la investigación. Un chico llamado Zach Stark, de 16 años y gay, avisó en MySpace que sus padres iban a enviarlo a una suerte de campo de reeducación para “curar” su orientación sexual; grupos de derechos humanos y activistas gays organizaron protestas e incluso lograron que dicho campo cerrara sus puertas; en septiembre del 2005, dos chicas llamadas Mellie Carballo y María Pesantez murieron de sobredosis de heroína, y sus perfiles estaban plagados de referencias a la droga; el mismo mes, una joven de 19 años llamada Taylor Behl desapareció, sus amigos saturaron su página de MySpace con pedidos de auxilio, y todo terminó con el hallazgo de su cuerpo, asesinado.

No todos los escándalos son de espanto: los salvajes hijos de Whitney Houston tienen perfiles en MySpace –ahora son privados después de que la prensa los encontró– y muchos usuarios anónimos “inventan” espacios de celebridades, desde el que supuestamente crearon las millonarias gemelas Olsen hasta el de Sean Preston Federline Spears, el bebé de Britney Spears. La semana pasada, dos hackers neoyorquinos de 19 años amenazaron con entrar al sistema de MySpace, robar toda la información y venderla, a menos que los dueños les pagaran algo más de 100 mil dólares. Están detenidos. Saturday Night Live ya puso al aire un sketch dedicado a la “educación para padres sobre MySpace”, y no estaban exagerando, porque expertos del MIT y de la Universidad de California ya están investigando el tema con importantes fondos de la Mac Arthur Foundation. Todo por y en una comunidad online que se lanzó hace apenas tres años, con mínimas expectativas de mercado. Y que está pasando, rapidísimo, de otra forma más de comunicación en la red a un fenómeno cultural casi sin precedentes, y completamente inesperado.

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