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Domingo, 16 de julio de 2006

MúSICA > JOHNNY CASH VUELVE DEL MáS ALLá

Efectivo

Johnny Cash, el gran mito del country, el que tocó para presos, se entregó primero al alcohol y las anfetaminas y finalmente a Dios, fue redescubierto en los ’90 por el productor rocker Rick Rubin, con el que grabó siniestros covers de U2, Depeche Mode y hasta Soundgarden. Pero el desentierro sólo comenzó con su muerte: con la ayuda de la película biográfica Johnny and June, llegó la avalancha: DVD documentales, reediciones, su autobiografía póstuma en castellano y ahora una nueva entrega de los ya míticos American Recordings.

 Por Rodrigo Fresán

Un fantasma recorre el campo y ése es el fantasma de Johnny Cash. Y todo parece indicar que lo seguirá recorriendo por un rato largo y que el “Hombre de Negro” será uno de esos artistas con una vida póstuma más que vital. Así, apenas desaparecido, en el 2003, reapareció con la colosal caja quíntuple Cash Unearthed producida y recopilada por Rick Rubin, su reinventor, que no hizo otra cosa que reconectarlo con sus raíces para revelarlo a toda una nueva generación asombrada por sus perfectas relecturas de Nine Inch Nails y Depeche Mode y Nick Cave. La reedición en tándem de sus dos discos en vivo y presidiarios y varias antologías de diverso calibre fueron el siguiente paso tan natural como inevitable. Súmese a esto el espaldarazo hollywoodense de la biopic con Joaquin Phoenix y Reese Whiterspoon y la salud del mito quedaba asegurada. Un reciente DVD documental –The Man in Black– cuenta la misma historia con abundante material inédito prolongándola hasta el triunfal ocaso. Y, por fin, se traduce a nuestro idioma la autobiografía casi a pie de lecho de muerte –con una ayudita de Patrick Carr– que Cash dejara lista para su publicación el año de su adiós (y de la que aquí se publica un interesante fragmento sobre la relación del songwriter con el productor de todo el asunto, Rubin). Y, casi en simultáneo, aparecen dos nuevas piezas fundamentales para seguir sin resolver –pero disfrutando– el enigma. El doble CD Personal File (grabaciones caseras perfectas y solitarias de 1973 halladas en la House of Cash que funcionan como un song-book privado donde el intérprete presenta y cuenta la historia detrás de lo que canta y que, en tono y formato, prefiguran al último y definitivo Cash). Y la quinta entrega de sus American Recordings, subtitulado A Hundred Highways: once de las cuarenta o cincuenta canciones que Cash registró luego del fallecimiento de June Carter para matar el tiempo que lo estaba matando y entre las que se cuentan covers de Bruce Springsteen, Gordon Lightfoot, Hank Williams (una pena que no llegara a registrar una especialmente escrita para él por Chris “Coldplay” Martin) y “Like the 309”, última y ferrocarrilera canción que compusiera el Hombre de Negro.

Y todo hace pensar que esto es apenas el principio. La punta de la montaña y no del iceberg, porque difícil Cash vaya a derretirse alguna vez. Tal vez, la siguiente jugada sea editar las sesiones de 1969, durante la grabación de Nashville Skyline, junto a Bob Dylan, quien lo despidió así: “El más grande entre los grandes. Johnny era y es la Estrella del Norte. Puedes guiar tu barco siguiendo su luz.”

Rick y yo

Por Johnny Cash

Rick Rubin apareció en mi vida en 1993. “Voy muy en serio cuando digo que quiero que grabes para mi sello. De verdad quiero producirte. Creo que sé qué hacer contigo, y lo haremos juntos.” Empecé a tomármelo en serio.

Le pregunté cómo pensaba grabarme. ¿Qué haría de modo distinto a todos aquellos que lo habían intentado?

“Yo no haré nada –me dijo–. Tú lo harás. Vendrás a mi casa y te sentarás en mi sala de estar y tomarás una guitarra y te pondrás a cantar. En el momento en que tú digas, pondremos en marcha la grabadora, y probarás todo aquello que alguna vez quisiste grabar, más tus propias canciones, más canciones nuevas que yo sugiera y que tú pienses que pueden salirte bien. Cantarás todas las canciones que ames, y en algún momento daremos con la canción clave que nos diga que vamos en la buena dirección. No estoy muy familiarizado con la música que te gusta, pero quiero escucharla toda.”

Ahora sí tenía toda mi atención. A partir de ahí procedimos exactamente como habíamos planeado, sólo él y yo juntos. Llevé mi música todo el camino de vuelta a mis raíces, de regreso al corazón, y grabé un centenar de canciones. Entonces lo escuchamos todo, marcamos las canciones que tenían ese sentimiento intimista de a solas y de madrugada que buscábamos, y nos pusimos a trabajar para que salieran bien.

Así lo hicimos: sin reverberación, sin eco, sin efectos, sin mezclas, sólo yo tocando mi guitarra y cantando. Ni siquiera utilicé una púa; cada nota del álbum, que titulamos American Recordings, la pulsó mi pulgar. Así que Rick verdaderamente logró lo que se había propuesto: obtuvo la esencia honesta y sin adulterar de Johnny Cash, sea lo que sea.

De Cash: La autobiografía de Johnny Cash, por Johnny Cash y Patrick Carr. Se reproduce aquí por cortesía de Global Rythm Press (Barcelona).

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