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Domingo, 3 de diciembre de 2006

MúSICA > VILLA DIAMANTE, UN DJ POP

Todo lo que brilla

Es una de las nuevas sensaciones de las pistas porteñas, trabaja con una PC que se cuelga y su alquimia musical es inaudita: capaz de mezclar sin pudores bagualas con Britney Spears y a eso sumarle algo de rock nacional para volver a sorprender con una electrónica que no le teme a lo popular.

 Por JUAN ANDRADE

La del miércoles pasado fue la última noche del ciclo Zizek en San Telmo, su lugar de fundación. A partir de la semana entrante, el autodenominado Urban Beats Club se muda al barrio de Palermo. Más precisamente, a Niceto. Y Diego Bulacio, también conocido como (t.c.c.) Villa Diamante, todavía no puede creer que la movida que lo tuvo entre sus principales mentores –junto a DJ Nim y el site What’s up Buenos Aires– no sólo se haya consolidado en apenas dos meses, sino que además encuentre ahora mismo el desafío de expandirse más allá de lo planeado. “Todo surgió por una inquietud que tenía, la de poder ser residente en un lugar y desarrollar el sonido de Villa Diamante. Así armamos Zizek, medio de la nada”, dispara Bulacio con cierto desenfado. Y enseguida baja línea: “Hay un montón de artistas emergentes que vienen tocando en bares o en casas, y la idea era darles un lugar con un escenario y un buen sonido. El concepto de Zizek tiene que ver con los que agarran un sonido X y lo laburan y le dan un enfoque personal. Por eso invitamos a Axel Krygier, Fantasma, Princesa y DJ Suart. También pasó DJ Oro 11, un pibe yanqui que hace cumbia con una base de dancehall. Y Dale Duro, que toca grime, un hip-hop más lento y más duro. Somos un grupo de gente que estamos desarrollando sonidos que en otros lugares del mundo no existen. Y lo hacemos en un lugar para que la gente baile”. Esa fue precisamente la principal actividad en la fiesta–despedida: bailar. Primero con el beat hip-hopero infectado de citas pop de Diamante y, más tarde, con las cumbias glamorosas de Marcelo Fabián y los ritmos futuristas de DJ Nim.

El nombre del club, que obviamente remite a Slavoj Zizek, no es producto de un capricho o de una casualidad sino que responde a la formación del propio Bulacio, alumno oyente en la facultad de Letras y que reconoce estar familiarizado con los textos del ensayista esloveno. El lo explica así: “Yo manejo muchos conceptos del bastard pop, que es la utilización de referentes comerciales o conocidos, pero llevados a un terreno diferente. Mezclar a Britney Spears con una base de Victoria Mil, por ejemplo. En cierto punto, llamar así a un club en el que se baila hip-hop, dancehall, reggaetón y cumbia era muy descabellado. ¡Y por eso está buenísimo!”. Después de todo, su seudónimo también resulta del contraste entre dos elementos claramente diferenciados. Aunque en este caso no hubo una elaboración intelectual de por medio, sino una comprobación algo tardía de cuál era su verdadero lugar en el mundo: “Vivía en Valentín Alsina. Un día fui a la biblioteca popular, que quedaba a la vuelta de casa. Y le pregunté al tipo que atendía por qué se llamaba Villa Diamante. Porque vivís en Villa Diamante, me contestó. Y tenía razón”, admite entre risas. Recuerda ese momento con tanta precisión como el día que escuchó por primera vez el disco de otros vecinos de Lanús: “Cuando salió Dopádromo tenía 15 años, y me volví loco: fue como si me empezara a latir el cerebro. No entendía nada. ¿Qué me están diciendo? De cada diez palabras que decían los Babasónicos, la mitad eran referencias para hacer links con otras cosas. Si tenés 15 años y estás sediento de información, una de las mejores cosas que te pueden pasar es que caiga en tus manos Dopádromo”.

A esta altura de la nota, conviene aclarar que Villa Diamante es uno de los DJ/productores que, a puro mash-up, pisa con más fuerza en el circuito indietrónico local. Para acercarse a su obra basta con ingresar en su página web (www.diamantestyle.com.ar) y bajar sin pagar un centavo Cash Up, un álbum en el que yuxtapone temas de Intoxicados y Gorillaz; Marcelo Fabián, Pharrell Williams y Gwen Stefani; Dead Menems y Peaches. En el mismo sitio se puede husmear el material que irá a parar a su segundo trabajo, con salida prevista para comienzos del año que viene, en el que, entre otros encuentros increíbles, Gustavo Cerati se da la mano con los De La Soul y Mariana Baraj dialoga con Q-Tip. Palabras del virtual RR.PP.: “Hay un cliché del DJ que es real: cuando paso música digo cosas. Lo que me pasó con el mash-up es que podía decir muchas más cosas, porque podía tener en un tema dos o tres referentes distintos. Como mezclar una guitarra de Velvet Undergound con la voz de Manu Chao y meterles una base de hip-hop. Es como una ensalada de influencias en la que hay mucha más información dando vueltas. Mientras que un DJ de música electrónica pasa temas en los que sólo se reconoce un teclado, yo paso cosas cantadas y en general conocidas”. Si el mash-up puede considerarse como su principal herramienta de trabajo, entonces su referencia sería el ya mencionado bastard pop. “La idea es utilizar referentes culturales del mercado y adulterarlos para que la lectura sea diferente. Es como buscarle una vuelta de rosca a lo establecido. La palabra ‘bastard’ no implica que los haga mierda, los trato con mucho respeto”, define. “No me considero músico, soy un selector: lo mío está más en elegir los temas y armar la pista. En mi computadora tengo una carpeta llena de ‘a capella’ y otra de ‘instrumentales’. Y voy probando hasta que las partes instrumentales y las vocales coincidan. Puedo estar una noche entera trabajando en mi casa y que no pase nada. Y de golpe salen tres mash-ups de corrido. Todo lo que uso es muy básico: no tengo ni una placa de sonido cara, ni una gran computadora, ni un programa de edición sofisticado. Mi chiste era que el año pasado laburaba con una PC en la que a veces no andaba el Explorer. Uso MP3 de la calidad que encuentro: en cierta forma, soy un artista lo-fi de los tiempos que corren.”

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