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Domingo, 14 de enero de 2007

Lo que sé

 Por David Bowie

No soy bueno en nada en particular, pero intento cualquier cosa y, por lo general, obtengo resultados más o menos decentes. Pero nada me resulta fácil. Aprender a escribir canciones fue tan doloroso. Me tomó muchos años sentir que estaba en control de esa facultad. Y tuve que trabajar duro en la composición. Lo mismo me pasó con el sexo.

Todo es teatro. Todo. Incluso Springsteen es teatro. Les guste o no. Es una actuación, una interpretación de algo. Eso es lo que hacemos.

Todos los que estamos en el negocio de la música somos gente disfuncional, porque creemos que es importante que más de tres personas conozcan nuestras opiniones. Todos los pintores, los músicos cuando a los locos no los encierran, terminan en el mundo del arte. Porque nadie mentalmente sano necesita decirle a cientos o miles de personas en qué creen, o qué piensan.

Me gusta el arte demente y, en general, la música muy extraña. Antes que tener un hit, hoy por hoy me gusta la idea de cambiar el plan de cómo la sociedad suena y se ve. Aunque ya cambié algunas cosas, siempre supe que lo haría. Eso me hace sentir bien, muy recompensado.

Yo nunca usé drogas, abusé de ellas. Y no me ayudaron en la vida. Pero no puedo decir que algo en particular me haya llevado a ese estado. Bueno, nada original. Sólo las tomaba. Tenía mucho dinero, las compraba y las ingería. No estaba en este planeta. No tenía noción de lo que pasaba a mi alrededor, o de mí mismo. Tengo agujeros increíbles: se aplica la metáfora del queso suizo. A veces la gente me recuerda alguna anécdota y la anoto, para no olvidarla otra vez. Tengo sinapsis rotas que se tienen que volver a pegar. Y estoy seguro de que cuando todos los circuitos se arreglen, los recuerdos van a volver.

Tuve que resignarme, hace muchos años, a que no soy muy articulado cuando se trata de explicar cómo me siento, qué siento, sobre mí y sobre las cosas. Pero mi música hace ese trabajo por mí.

Creo que lo que más me asusta es la falta de interés por todo de una porción importante de la gente joven. No tienen curiosidad por lo que sucede.

Nunca sufrí un bloqueo creativo. Nunca intento analizar por qué; eso podría causarme uno. Ya sea escribir, hacer música o pintar, no tengo problemas en ese sentido. Siempre está pasando algo. Probablemente se debe a que el tiempo que otra gente usa en relajarse, yo lo uso para trabajar. No me gustan las vacaciones. Siempre las tomo con cierto esfuerzo.

Nunca tuve la capacidad de concentrarme en una sola cosa por un largo período de tiempo sin ponerme inquieto. Y siempre sentí que había un área del rock donde podía trabajar cómodamente usando todos mis entusiasmos. Soy un tipo entusiasta. Me excitan terriblemente las cosas que son nuevas para mí.

Mis canciones son una construcción. Pocas veces tienen un significado particular o profundo. Y si lo tienen, es algo muy personal; no pretendo que la gente lo perciba o entienda. No escribo canciones para eso. Me gusta pensar que son vehículos para que otra gente interprete o use a su gusto. Son un dispositivo. Eso hago con las canciones, con el arte en general. Me interesa saber cómo trabaja un artista, pero no necesito saber “de qué se trata”.

Internet es, sin duda, la forma de comunicación más subversiva, rebelde y revolucionaria desde la televisión.

Cuando apareció, el propósito original de rock and roll era instituir una voz alternativa a los medios de comunicación para la gente que no tenía la posibilidad y el privilegio de infiltrarse en ningún otro medio. La gente necesitaba entonces el rock and roll, pero se ha convertido en otra divinidad giratoria. Gira en un círculo vicioso que no cesa. Y el rock and roll ha muerto. Es una vieja desdentada.

Ziggy Stardust fue definitivamente una reacción a la seriedad de los años 60, y a la cualidad cenagosa en la que estaba cayendo el rock. Creo que algunos de nosotros optamos por lo opuesto. Recuerdo que en esa época dije que el rock se debía prostituir. Y todavía creo en eso. Si vas a trabajar en un prostíbulo, hay que ser la mejor puta.

Una estrella de rock que se hace mayor no debe renunciar a la vida. Cuando tenga cincuenta años lo demostraré.

Salgo a divertir, no me limito a subir al escenario y tocar unas cuantas canciones. No podría hacer eso. Soy el último en pretender ser una radio. Prefiero salir y ser una televisión.

No me arrepiento de nada. Si miro al pasado —cosa que rara vez hago— no lo veo como un equipaje sino como alas. Mi pasado me dio una vida fantástica. Para mí ha sido una experiencia de aprendizaje increíble, y ahora he llegado a una situación en la que sé mucho menos que cuando empecé. Nadie sabe más de lo que sabe una persona joven. Yo sabía tanto cuando tenía 25 años... Tenía respuestas para todo, sabía todas las respuestas.

Francamente, lo que aprendí en la vida puede ser el relleno de un condón. Que después debería ser insertado en el culo de un gato.

Esta semana David Bowie cumplió 60 años. Casado con la supermodelo Imán, desde hace una década demostró que sigue sin renunciar a la vida y que sigue siendo un televisor antes que una radio. Estas declaraciones fueron tomadas de biografías como David Bowie: Una extraña fascinación de David Buckley y entrevistas para las revistas Uncut y Q, entre otras fuentes.

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