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Domingo, 4 de mayo de 2008

PAGINA 3

Abran los ojos

 Por Albert Hoffman

Creo que hay muchas posibilidades de restablecer la investigación sobre drogas psicodélicas como un campo científico respetable. Creo que hay muy buenos signos. Después de años de silencio, recientemente ha habido investigaciones en Suiza y Alemania, y también en los Estados Unidos. La aproximación de estos doctores y profesores al tema es muy diferente a la de sus predecesores de décadas anteriores.

Me refiero al Dr. Leary. Lo visité cuando estaba viviendo en Suiza hace muchos años. Era un hombre muy inteligente y encantador. Disfruté mucho de nuestras conversaciones. Pero también necesitaba demasiada atención. Le gustaba ser provocativo y eso desviaba el foco de lo que debería haber sido el asunto esencial. Es desafortunado, pero durante muchos años estas drogas se convirtieron en tabú. Con suerte, los mismos problemas de los ’60 no se repetirán.

Desde el punto ventajoso en que estamos parados hoy, podemos ver las implicaciones que tienen las drogas psicodélicas en el campo de la psiquiatría. Creo que poco después de que el LSD se descubriera, fue reconocido como de gran valor para el psicoanálisis y la psiquiatría. No era considerado un escape. Fue un descubrimiento muy importante en ese momento, y durante quince años pudo ser usado legalmente en tratamientos psiquiátricos y para estudios científicos en humanos. Durante este tiempo el Delysid, el nombre que le di al LSD, fue usado sin peligro, y fue objeto de miles de publicaciones en la literatura profesional. Este trabajo temprano estaba muy bien documentado y muestra lo bien que la investigación con LSD se llevó adelante hasta que se integró a la escena de drogas de los años ’60. Así que, de ser originariamente una parte de la farmacopea terapéutica, el LSD se convirtió en una droga de la calle, e inevitablemente se volvió ilegal.

Sin embargo, parece que ahora la gente joven vuelve a estar interesada en las drogas psicodélicas y el MDMA. Tenemos estos fenómenos donde los jóvenes toman estas sustancias y bailan toda la noche. ¿Por qué buscan estas experiencias? ¿Cómo podemos responder a lo que están haciendo? Es un problema muy profundo de nuestro tiempo: no tenemos bases religiosas en nuestras vidas. Aun las religiones y las iglesias que existen no convencen a nadie con sus dogmas. En los viejos tiempos eran las religiones y sus dogmas en lo que la gente creía, pero hoy estos dogmas ya no funcionan. No podemos creer en cosas que sabemos que no son posibles, que no son reales. Debemos basarnos en lo que conocemos, en lo que todos pueden experimentar. Con estas bases se debe entrar al mundo espiritual. Porque muchos jóvenes están buscando experiencias significativas, buscan esto, que es lo opuesto al mundo material. No todos los jóvenes están detrás del dinero y el poder. Algunos buscan una felicidad y una satisfacción que es del mundo espiritual. Buscan, pero no hay caminos marcados. Y, por supuesto, uno de los caminos que están usando los jóvenes son las drogas psicodélicas.

Les diría algo, como consejo: ¡abran los ojos! Las puertas de la percepción deben ser abiertas. Esto significa que los jóvenes deben aprender por su propia experiencia, para que vean el mundo tal como era antes de que los seres humanos poblaran el planeta. Ese es el verdadero problema hoy, que la gente vive en pueblos y ciudades donde todo está muerto. Este mundo material, hecho por humanos, es un mundo muerto, que desaparecerá y morirá. Les diría a los jóvenes que vayan al campo, a los ríos, al jardín, a los bosques. Ese es el mundo de la naturaleza, al que sin duda pertenecemos. Es el ciclo de la vida, del que somos una parte integral. Abran los ojos y vean los verdes y los marrones de la Tierra, y la luz que es la esencia de la naturaleza. Los jóvenes deben conocer este círculo de vida, y darse cuenta de que es posible experimentar la belleza y el profundo significado que yace en el corazón de nuestra relación con la naturaleza.

Albert Hoffman, científico suizo, murió el 29 de abril pasado, a los 102 años. Fue el primero en sintetizar y probar el LSD, en 1943: sintió sus efectos por vez primera cuando volvía a su casa en bicicleta. Su libro más famoso es LSD: My Problem Child. Siempre se distanció de Timothy Leary y el uso del LSD de forma recreativa, porque consideraba la sustancia como un elemento importantísimo para el tratamiento e investigación de trastornos y enfermedades mentales.

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