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Domingo, 25 de mayo de 2008

CINE > LOS DIARIOS DE SOKUROV Y PERLOV

Vivir su vida

Dos ciclos que abordan el tema de la experiencia cotidiana en el cine, donde la experiencia en primera persona dinamita la frontera entre las vivencias personales y la Historia: David Perlov filma su vida, enmarcada por la guerra en Israel, y Sokurov al desmoralizado ejército soviético poco antes de la caída del Muro.

El diario personal como diario de guerra, y viceversa. Experiencias bien diversas que, narradas en primera persona, dinamitan la frontera entre la Historia del mundo y la historia personal, entre el relato de los hechos y el filtro de la pura subjetividad, entre la Guerra y las batallas personales. Desde ayer y por diez días, tienen lugar en la sala Lugones del Teatro San Martín dos ciclos consecutivos que abordan, cada uno a su manera, la escritura cinematográfica de la experiencia cotidiana; la observación reflexiva, a veces pasiva, pero en o desde lugares del mundo en los que el día a día está inevitablemente marcado por las cercanía de las bombas y las ametralladoras.

En sus Diarios (1973-1983), David Perlov (Río de Janeiro, 1930-Tel Aviv, 2003; ex asistente de Henri Langlois en la Cinemateca Francesa; emigrado a Israel a los 28) registra la calle –desde la calle y desde su departamento, con una mudanza de por medio que lo hace escalar hasta un piso 19–, su vida familiar –su mujer y sus mellizas– y las de sus amigos, y a la vez, simultáneos y entrelazados, los cimbronazos que jalonaron la vida de su nación adoptiva desde la guerra de Yom Kippur, en 1973. Estructurando su relato en seis episodios (comprimidos en una hora cada uno, para la BBC; vistos recientemente en el X Bafici), Perlov exhibe la construcción misma del proceso documental, desde la adquisición flamante de su cámara. Y, sucesivamente: una oferta de trabajo en la Universidad de Tel Aviv, el regreso a San Pablo, Brasil, tras veinte años de ausencia; un encuentro divertido con Klaus Kinski en medio de un rodaje; la partida de sus hijas Naomi y Yäel a la conscripción, los controvertidos sufragios israelitas; la masacre en el Líbano, Claude Lanzmann en plena edición de su monumental Shoah; los padecimientos de una salud que se debilita con el tiempo (los propios, y los de un amigo que anuncia que piensa suicidarse cuando su condición se vuelva terminal), una nueva travesía brasileña; sus lugares, los recuerdos de la adolescencia, y en especial la música de Fela, la mujer de uno de esos amigos dejados atrás pero no olvidados. Una y otra vez, la guerra, y la pregunta recurrente de si tiene sentido filmar la vida diaria. Y su respuesta: “Estos Diarios son mi cédula de identidad”.

Aunque Confesión (1998) de Alexander Sokurov (Madre e hijo; El arca rusa) anuncia al comenzar cada uno de sus cinco capítulos que “su tema y sus personajes son invenciones de su autor”, consigue convencernos de que se trata de la bitácora de a bordo real de un comandante de la Marina Nacional rusa. El efecto que se crea sobre el final de esta inmersión profunda en los días de la tripulación de un navío que surca las aguas heladas del Mar de Barents, se acerca por momentos al de la primera persona de Perlov: en una imagen asombrosamente sintética, el comandante y narrador observa la última de una larga serie de postales espectrales con una de sus manos en alto, delante de la cámara, poniéndose de esta manera en primer plano, indicando que todo lo que ha sido visto fue filtrado por su propia mirada. En la anterior Voces espirituales (1995), para la que Sokurov acompañó a las desmoralizadas tropas rusas hasta un puesto en la frontera entre Tayikistán y Afganistán, un lustro después de la retirada soviética de Afganistán, nunca vemos al enemigo ni se nos informa cuál es la misión: lo que queda registrado entonces son las rutinas de los soldados, sus tiempos muertos, el desmoronamiento de una nación esencialmente militar; una sensación de vacío que perdura cuando ya no hay guerra. Tanto Voces como Confesión están cargadas de una angustia tal, que sus “diarios” se vuelven proposiciones existencialistas, arrastradas por una idea indefinible de final, de pérdida; reflexiones sobre una patria que, dice Sokurov, no existe si no es en armas.

Diarios de Perlov
Lunes 26: Diarios I y II, Martes 27: Diarios III y IV, Miércoles 28: Diarios V y Diarios VI
Siempre a las 14.30, 18 y 21

Diarios de la guerra, de Sokurov
(Del jueves 29 de mayo al martes 3 de junio)
Jueves 29: Voces espirituales: Capítulos 1 y 2, a las 14.30 y 19.30; Capítulo 3 a las 17 y 22
Viernes 30: Voces espirituales: Capítulo 4 a las 14.30 y 19.30; Capítulo 5 a las 17 y 22
Sábado 31: Voces espirituales (completa) A las 18
Domingo 1º: Confesión (completa) A las 14.30 y 19.30
Lunes 2: Confesión: Capítulos 1 y 2, a las 14:30, 17, 19:30 y 22
Martes 3: Confesión: Capítulos 3, 4 y 5,
a las 14:30, 18 y 21

Ambos ciclos en la sala Lugones,
Av. Corrientes 1530. www.teatrosanmartin.com.ar

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Los ojos de Alexander Sokurov.
 
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