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Domingo, 29 de junio de 2008

CINE > SIDNEY LUMET ESTRENA A LOS 84 AñOS

El diablo sabe por diablo

El estreno de Antes que el diablo sepa que estás muerto es un motivo de celebración por partida doble: por un lado, nos devuelve a un Sidney Lumet que a los 84 años sigue tan afilado como hace décadas; por otro, nos devuelve a Marisa Tomei, esa mujer que desde que ganó el Oscar, Hollywood se empecina en retacearnos. Por eso, Radar revisita dos carreras que todavía tienen mucho para dar.

 Por Alfredo Garcia

“Cuando uno filma una película trata de controlar cada detalle, y esa obsesión de control termina controlando todo el resultado. Un gran trabajo es la preparación para los accidentes que van a ocurrir en el medio.” Esta cita del libro autobiográfico de Sidney Lumet Making Movies se puede aplicar perfectamente a esos policiales del director de Doce hombres en pugna en los que nada sale demasiado bien, por no decir que todo sale mal, como en su formidable última película Antes que el diablo sepa que estás muerto, que se estrena el jueves 10 en los cines argentinos. Tan duro y cerebral como los de su época de oro, la de Tarde de perros, Sérpico y Crimen en el Expreso de Oriente, la última película de este maestro de 84 años recién cumplidos (¡esta semana!) tiene algunos de los detalles favoritos del cineasta, incluyendo golpes que fracasan, familias disfuncionales y narraciones no lineales, además de la elección del género para hacer una vivisección de la corrupción social en la que vivimos. Su especialidad quizá sea la capacidad de crear máxima tensión en un sitio cerrado, como la sala donde delibera el jurado, un banco tomado por asaltantes o los vagones de un ferrocarril en movimiento donde se ha cometido un crimen. Nacido un 25 de junio de 1924, Lumet debutó en el teatro como actor a muy corta edad, ya que su padre, Baruch Lumet, era miembro del teatro Yiddish de Nueva York. A los 11 formó parte del elenco de la famosa obra de Broadway Dead End y antes de los veinte ya tenía alguna aparición como actor en cine. Pero la actuación no era su vocación, y desde 1950 trabajó como realizador de televisión, formando parte de la generación de la pantalla chica que competía con el cine con productos más adultos que los que Hollywood filmaba en technicolor y CinemaScope. Esta carrera en la pantalla chica lo llevó a dirigir un film modesto en presupuesto que es considerado, junto a El ciudadano de Orson Welles, una de las óperas primas más auspiciosas de la historia del cine.

1. Doce hombres en pugna
(12 Angry Men, 1957)

Un portorriqueño está a punto de enfrentar la pena de muerte por homicidio, y sólo falta la decisión de un jurado compuesto por once miembros que lo creen culpable sin detenerse mucho a analizar el asunto, y uno solo que no se atreve a disponer de la vida de su prójimo con tanta liviandad.

Henry Fonda es el jurado díscolo que no cree que la culpabilidad del reo esté probada mas allá de la duda razonable. Lee J. Cobb es el padre irascible y vengativo que sublima sus problemas personales agarrándoselas con el acusado. E. G. Marshall es el hombre de la Bolsa que analiza todo fríamente y se olvida de un detalle esencial, y Jack Warden es el desgraciado al que todo le da igual mientras no le impida llegar a tiempo a la cancha para ver el partido. Más allá de las brillantes actuaciones, es Lumet el que convierte con un criterio cinematográfico implacable lo que podría haber sido un drama semiteatral en un thriller imperdible.

2. Límite de seguridad
(Fail Safe, 1964)

Sólo tres decorados, máxima tensión. Un avión fuera de rumbo detona una alerta nuclear, y a pesar de todos los intentos por impedirlo, una bomba nuclear es arrojada en Moscú. Henry Fonda es el presidente de los Estados Unidos que debe sacrificar Nueva York para evitar una guerra nuclear masiva. Había pasado la crisis de los misiles de Cuba y los films sobre amenaza nuclear ya hacían algo más que aportar metáforas con arañas y hormigas gigantes. Este film y el Dr. Insólito de Kubrick aportan miradas distintas (éste en tono serio, el otro en tono de comedia negra) a un mismo tema.

3. La colina de la deshonra
(The Hill, 1965)

En un campo de prisioneros militar ubicado en Medio Oriente los reclusos son obligados a llevar bolsas de arena a la cima de una colina. El castigo está diseñado para quebrar su espíritu, pero la muerte de un novato detona un furioso motín. El primero de los cinco films de Lumet con Sean Connery es un retrato único de la mente militar, en una película original que no se deja llevar ni por el género bélico ni por el carcelario.

4. El prestamista
(The Pawnbroker, 1965)

Un brillante Rod Steiger (nominado al Oscar) es un prestamista de Harlem incapaz de olvidar la pesadilla que vivió en los campos nazis. No hay argumento en el sentido habitual, sino una serie de viñetas angustiantes donde la cámara recorre las experiencias presentes y pasadas del protagonista y su oscurísima, totalmente nihilista, visión del mundo. Con Geraldine Fitzgerald y un papel para Baruch Lumet, papá de Sidney, más un soberbio score jazzístico de Quincy Jones.

5. El gran golpe
(The Anderson Tapes, 1971)

Después de diez años preso, Sean Connery sale sólo para planear el golpe perfecto: desvalijar cada departamento del sofisticado edificio donde vive su novia, una prostituta de lujo. Su plan es genial, salvo que casi todo lo que hace está siendo grabado por espías privados y también del gobierno. La claustrofobia de la segunda mitad del film, dedicada íntegramente al robo, hace de éste un gran éxito comercial para Lumet. Entre los secuaces hay un increíble Martin Balsam gay y un jovencísimo, debutante Christopher Walken.

6. Sérpico (1973)

Uno de los papeles que convirtieron a Al Pacino en superestrella, Sérpico es de esas películas que logran que su título se vuelva parte del lenguaje cotidiano: hoy todos sabemos que un “sérpico” es un cana infiltrado. La película contó con el asesoramiento del verdadero Frank Serpico, y del mismo modo que la posterior Tarde de perros, puede verse como una importante influencia en los celebrados films de gangsters de Martin Scorsese.

7. Crimen en el Expreso de Oriente
(Murder in the Orient Express, 1974)

Firme candidata a la mejor adaptación de Agatha Christie jamás filmada, con Albert Finney componiendo un soberbio Hércules Poirot y uno de los elencos más importantes que alguien haya logrado reunir en una sola película, incluyendo a Ingrid Bergman (que se ganó el Oscar), Lauren Bacall, Martin Balsam, Jacqueline Bisset, Jean Pierre Cassel, Sean Connery, John Gielgud, Anthony Perkins, Vanessa Redgrave, Richard Widmark y Michael York, en papeles secundarios. “Es que –explicó Lumet–, no hay papeles grandes o pequeños, solo hay actores grandes o pequeños.”

8. Tarde de perros
(Dog Day Afternoon, 1975)

La quintaesencia del cine orteamericano de la década de 1970, Tarde de perros es una obra maestra hipertensa basada en un hecho real acaecido algunos años antes. Al Pacino y su novio John Cazale roban un banco para pagar la operación de cambio de sexo de este último, pero las cosas salen mal y todo termina en una toma de rehenes convertida en show televisivo. Ninguna película desde entonces que trate sobre el circo mediático la ha superado.

9. Poder que mata
(Network, 1976)

El veterano conductor del noticiero de una gran cadena televisiva está a punto de ser despedido por sus bajos ratings. Pero reacciona de un modo raro, anunciando que el día de su retiro va a suicidarse en cámara. Peter Finch se ganó un Oscar como el periodista que cambia las reglas del juego del rating en esta sátira áspera y terriblemente amarga que también le dio un Oscar a Faye Dunaway y al guionista Paddy Pachefsky (pero otra vez, no a Lumet). Una gran película con demasiadas cosas que decir al mismo tiempo. Por algún motivo, es uno de esos clásicos que los medios prefieren no programar muy a menudo.

10. Será Justicia
(The Verdict, 1982)

Por primera vez en su carrera Paul Newman apareció vencido y avejentado interpretando al abogado alcohólico que resurge de las cenizas para acusar a los médicos que convirtieron a una pobre mujer en un vegetal. Alegato social convertido en drama tribunalicio con la tensión digna de un thriller, gentileza de un guión genial de David Mamet y la hiperprecisa dirección de actores de Lumet, que supo sacar lo mejor de Newman, Jack Warden, Milo o’Shea, Charlotte Rampling, Lindsay Crouse y el villano terrible James Mason.

11. Tan culpable como el pecado
(Guilty as Sin, 1993)

Dándole vuelta a su experiencia en temas judiciales, Lumet explora el lado más trash de los dramas de tribunales en esta divertidísima y muy subvaluada película en la que Don Johnson enfrenta un juicio por el homicidio de su esposa, lo que no lo detiene a la hora de acosar a su abogada defensora, la pobre Rebecca de Mornay. Una joyita llena de pasos de comedia negra provistos por el guión de Larry Cohen (el autor de la serie de TV Los invasores).

12. Antes que el diablo sepa que estás muerto
(Before the Devil Knows You Are Dead, 2007)

Philip Seymour Hoffman tiene en mente otro de esos golpes perfectos que el espectador ya sabe que nunca salen bien. El atraco no puede ser más fácil, le explica a su hermano Ethan Hawke, ya que será un robo a la joyería de mamá y papá. Como nadie llevará armas de verdad, nadie saldrá lastimado. La mala onda propia de todo film noir que se precie se potencia a niveles nunca vistos en este revulsivo policial que esconde un escabroso drama familiar, con la esposa y amante Marisa Tomei entre los dos hermanos y un padre furioso y vengativo encarnado por un tremendo Albert Finney.

La narración no lineal elegida por Lumet intensifica el suspenso no tanto de la acción policial –temible en sí misma– sino los abismos cada vez mas pútridos a los que desciende el abominable drama familiar que va revelando en forma paulatina. Da gusto ver cómo un director de 83 años como Lumet (cumplió 84 el pasado miércoles 25 de junio) puede dar una vuelta de tuerca más a los sinsabores del género negro y al talento de un gran actor moderno como Hoffman, que aparece en una de sus composiciones más complejas.

Obviamente en una carrera de casi 40 films habría mucho más para agregar, desde films políticos como Daniel y Al filo del vacío (Running on Empty, con uno de los primeros papeles importantes de River Phoenix) hasta bodrios abismales como El Mago (The Wiz, versión funky del Mago de Oz con Michael Jackson) y rotundos éxitos de taquilla como la simpática Negocios de familia (Family Business, 1989, con una familia de chorros formada por Sean Connery, Dustin Hoffman y Matthew Broderick). En todo caso, la filmografía aún no se agota: a sus 84 años Lumet acaba de anunciar su nuevo proyecto, el policial carcelario Gettin Out, sobre un convicto enloquecido por su propio psiquiatra.

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