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Domingo, 12 de abril de 2009

ADIóS A SUMA PAZ

La canción que Atahualpa nunca cantó

 Por Suma Paz

Las canciones para mí son la relevancia de la palabra, la poesía. La música, que es importante desde luego, es el sostén, el vehículo de la palabra para mí. No significa que tenga que ser así obligatoriamente con todas las canciones, tal vez sea porque yo escribo poesía y por eso para mí el valor de la palabra es muy especial. La música tiene que tener una coherencia armónica y desde el punto de vista del destino de esa canción: para qué se escribe, para qué se canta, para qué se dice. Tiene que tener una relación íntima con la palabra. No es fácil encontrar canciones así. Tal vez esa manera de pensar las canciones que yo tengo tenga que ver con la elección de Don Atahualpa, que tiene en su cancionero esas condiciones.

Entre las muchas de él que yo conozco y algunas de las que yo canto, hay una que tiene que ver con la raíz profunda del hombre con su tierra. Es una bella canción que está inspirada en un bello poema de Julio Cortázar que oportunamente le escribiera estando los dos en el exilio, fuera del país. En realidad no se lo puede llamar una carta, porque no estaba dirigido así, sino que era un papelito en el que había anotado esto. El poema decía: “Al árbol ya cortado no lo plantes en tierra/ porque su copa seca no atraerá a los pájaros/ Al río que discurre no le levantes diques/ porque en el aire libre cabalgarán las nubes/ Al hombre desterrado no le hables de su casa/ la verdadera patria es cara, la está pagando/ El río, el hombre, el árbol caro, lo están pagando”. En ese momento Don Atahualpa se encontraba en Japón, ya había tenido que irse de acá por falta de trabajo. Y que conste que fue en esa oportunidad, porque anteriormente sí había tenido que irse por persecuciones políticas. Pero en ese momento se fue porque había pasado un año sin trabajar, lo excluían de todos los elencos sin razón alguna, y él ya estaba en los 60 años y estaba necesitado de su trabajo porque vivía de eso. El dolor era doble entonces, porque no se escuchaban sus canciones.

La canción se llama “El árbol que tú olvidaste” y el árbol es precisamente el símbolo del vínculo profundo del hombre con la tierra y el dolor de haberse tenido que arrancar de ahí. Es toda una metáfora del árbol también: porque el árbol queda, no es arrancado, es la tierra, y el vínculo con la tierra también queda, por eso duele tanto. Porque queda. El vínculo sigue, por eso, insisto, duele tanto.

Esta es la canción que yo amo porque para mí no son preferencias exclusivamente estéticas, desde el punto de vista de que suena lindo, de que se trata de una bella canción, bien hecha, con una modulación melódica y armónica muy hermosa. Todo eso es importante, pero para mí el valor está en la relevancia de la palabra, en la poesía. Es una canción que resulta totalmente conmovedora. Hay una anécdota que da cuenta de hasta dónde llegaba ese dolor. Es una canción que Atahualpa grabó pero que no cantó nunca en público. Y una vez yo tuve el atrevimiento, sin darme cuenta, claro, de cantarla en un momento en el que estábamos despidiéndolo. El se iba a Japón, precisamente; estábamos en la casa de Margarita Palacios, me acuerdo. Yo era mucho más joven que ahora, por eso tal vez cometí el error de cantarla. Y él se puso muy mal, muy mal. Bajó la cabeza, sus ojos se le hincharon. Se quedó sin decir nada. Nunca me dijo nada, pero lo vi, todos lo vimos en ese momento.

Por eso ese dolor sigue estando presente en esa canción. Por eso para mí también cantarla, además de sentirla profundamente, es percibir toda esa carga. Y si la canto, aunque también me deje demasiado conmovida, es para que muchos de los que la escuchan –porque no la canta nadie, creo que soy la única– empiecen a comprender, aunque sea por medio de una canción, el vínculo profundo que nos une a esta amada tierra nuestra. La importancia que tiene poder gozarla aún con sus luchas, con sus desniveles, con sus problemas, estar acá, sentir esta tierra, respirarla, palparla, compensa todos esos otros sufrimientos. Poder comprender el dolor de tener que irse obligado; poder comprenderlo antes de que te suceda.

El árbol que tú olvidaste
(Atahualpa Yupanqui)

El árbol que tú olvidaste
siempre se acuerda de ti,
y le pregunta a la noche
si serás o no feliz.

El arroyo me ha contado
que el árbol suele decir:
quien se aleja junta quejas
en vez de quedarse aquí.

Al que se va por el mundo
suele sucederle así.
Que el corazón va con uno
y uno tiene que sufrir,
y el árbol que tú olvidaste
siempre se acuerda de ti.

Arbolito de mi tierra
yo te quisiera decir
que lo que a muchos les pasa
también me ha pasado a mí.

No quiero que me lo digan
pero lo tengo que oír:
quien se aleja junta quejas
en vez de quedarse aquí.

En julio del año pasado, antes de unas presentaciones en La Pampa y Mar del Plata, Suma Paz aceptó la invitación de Radar para elegir su canción favorita en la sección Fan. Cantora popular, poeta y difusora de la obra de Atahualpa Yupanqui, a quien consideraba su maestro, Suma Paz murió el miércoles pasado a los 70 años. Y a pesar de haber sido publicado hace relativamente poco en estas mismas páginas, este texto autobiográfico es una de las mejores maneras de despedirla.

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