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Domingo, 15 de diciembre de 2002

EN ESTE TEXTO ESCRITO ESPECIALMENTE PARA LIMBO, DE MARTíN KOVENSKY MARTíN CAPARRóS SE INTERROGA EN VOZ ALTA SOBRE LAS MISERIAS DEL SER NACIONAL QUE EL 2002 SACó A RELUCIR.

La edad de merecer

POR MARTIN CAPARROS

Todo es cuestión de merecerlo, solía decir mi tía Porota, adalid del tesón y del esfuerzo. Debía tener razón. No recuerdo quién era el dirigente –sería un tal Alfonsín, de los esteros de Chascomús- que nos recitaba que con él tendríamos por fin “el país que todos nos merecemos”. Y sí recuerdo que la frase no sonaba a amenaza sino a promesa de futuro delicioso. Ahora, en cambio, cuando alguien dice que tenemos el país que nos merecemos...
¿Será que éste es el país que nos merecemos? ¿Será que somos una parva de cobardes que no nos atrevemos a hacer lo necesario para tener uno mejor? ¿Será que somos una manga de brutos, que no producimos las ideas necesarias para vivir como suponemos que podríamos? ¿O sólo que somos levemente ilusos, canallitas, egoístas? ¿Será que preferimos salvarnos de a uno y por eso ahora tantos piensan en irse a vivir a otro lado? ¿Que preferimos salvarnos de a uno y por eso se nos fue haciendo este país donde tantos piensan en irse a vivir a otro lado? ¿Que preferimos salvarnos de a uno y por eso tantos se hicieron los boludos mientras mataban a los opositores en la calle y en los chupaderos? ¿Los boludos mientras el país caía en las manos de unos pocos y esos pocos lo saquearon? ¿Los boludos mientras tantos se quedaban sin trabajo, sin comida, sin futuro? ¿Los boludos, en general, tanto y con tanto ahínco? ¿Será que preferimos salvarnos de a uno y por eso tantos se hicieron los boludos hasta que les metieron la mano en el bolsillo, en su propio bolsillo, y después?
¿Que preferimos salvarnos de a uno y por eso ahora salen tantos a pedir violencia contra los violentos so pretexto de no violencia? ¿Que preferimos salvarnos de a uno y por eso tantos querrían penas de muerte? ¿Que preferimos salvarnos de a uno sin darnos cuenta de que esa sí que es una utopía, la verdadera ingenuidad irrealizable, la tontería completa? ¿O será que no sabemos cómo hacer de otra manera?
¿Será que de verdad no nos da la cabeza para pensar qué hacer? ¿Será que somos tontos? ¿O que a fuerza de hacernos los tontos ya no sabemos cómo adoptar otra postura? ¿Será, cualquiera sea su causa, que esta tontería no hay cómo remediarla? ¿Será que seremos por décadas así de tontos, incapaces de producir ideas interesantes, de discutir ideas interesantes, de ser interesantes? ¿Será que nos pasamos décadas en charlas de café discutiendo cómo sería un país mejor y que ahora, cuando todos coinciden en que se necesita urgentemente uno, no se nos ocurren ideas convincentes sobre cómo hacerlo? ¿O nos dan miedo esas ideas, o nos da miedo pensar y equivocarnos, o nos da miedo equivocarnos o pensar nos da miedo? ¿Seremos tan truchos como para convencernos de que la culpa la tienen siempre otros, los políticos, ahora, por ejemplo, sin atrevernos a señalar a los ricos que los hacen marcar el paso con guita y amenazas? ¿Tan truchos como para putear sin parar y protestar y cagarnos de angustia y después, cuando vemos la chance de hacer algo, mirarlo por la tele? ¿Será que somos tan idiotas como para que millones de nosotros miren todas las tardes en cadena nacional televisiva cómo cuatro starlettes operadas de diversos sexos se pelean como si eso pudiera importarle a alguien? ¿Tan idiotas como para que eso les importe a muchos? ¿Será que, cansados de derrotas, cansados de nosotros mismos, nos ponemos de un triunfalismo tan tonto que millones son capaces de ver por primera vez en la vida un partido de básquetbol porque un equipo argentino podría salir primero y “darnos la alegría que tanto necesitamos”? ¿Que somos tan tontos como para suponer que ésa es “la alegría que tanto necesitamos”?
¿Será que nos volvimos tan baratos?
¿Será que estamos tan gastados como para que los chicos de once años en la escuela de mi hijo le digan a la maestra que no vale la pena que enseñe tal o cual cosa porque igual aprenderla no sirve para nada? ¿O que no vale la pena porque igual las cosas no son como te dicen, dicen los chicos de la escuela, suspicaces? ¿Y que, suspicaces, somos sin embargo tan ingenuos, tan incapaces de aprender de nuestra historia que seguimos esperando que lleguepor fin un hombre o una mujer honesta y firme que nos prometa el oro y el moro y nos dé ese oro y ese moro? ¿Será que no podemos darnos cuenta de que nadie nos va a dar nada, que la única forma de que las cosas existan es hacerlas? ¿Que somos tan inconsecuentes como para hablar sin parar de nuestros males y de la solución posible a nuestros males y no hacer nada de nada para ayudar a conseguirla? ¿Que somos tan mentirosos que nos mentimos a nosotros mismos todo lo que podemos? ¿Tan truchos que nos la pasamos diciendo que queremos determinada cosa y nunca hacemos nada para conseguirla, como si con quererla nos alcanzara para consolarnos, y más nos consolamos diciéndonos que de todas formas no hay modo de alcanzarla?
¿Será que soportaremos vivir una vida cada vez peor, que para algunos quiere decir no ir al cine cuando querrían y para otros cagarse de frío cada vez que llueve o morirse de enfermedades muy curables y para todos cargar esta tristeza que se ve en las caras, que se ve en las calles, que se ve sobre todo en el espejo? ¿Será que ahora nos gusta ser el gran fracaso como antes nos gustaba ser la gran promesa? ¿Será que no nos damos cuenta de que ni siquiera somos un fracaso especial sino sólo una adaptación al área, que sólo estamos volviéndonos latinoamericanos, ricos muy ricos y pobres muy pobres? ¿Será que lo nuestro va a ser, definitivamente, la queja, la melancolía? ¿Será que como el tango no se adaptó a nosotros, nosotros decidimos adaptarnos al tango?
¿Será que nos volvimos una tragedia de telenovela?
¿Será, por ser, que somos tan conchudos como para aprender a soportar que millones de vecinos se caguen de hambre? ¿Que nos acostumbraremos a que grandes y chicos revuelvan nuestra basura mientras imaginamos todos los trucos posibles para no terminar revolviendo la basura de otros? ¿Que nos dolerá verlos revolviendo la basura y entonces seremos amables y la clasificaremos para facilitarles el revuelve? ¿Será que aprenderemos a decir sí, la Argentina, un país extraordinario, tenemos todos los climas y veinte millones de famélicos? ¿Será que seguiremos siendo tan canallas como para armar gran revuelo nacional con campanitas y bocinas por la seguridad y no armar ningún revuelo nacional por el hambre de los que tienen hambre pero no bocinas? ¿Será que somos de veras tan guanacos egoístas?
¿Será que nos hemos resignado? ¿Que tenemos la sensación de que ya hicimos suficiente y no hay nada que hacer, no hay con qué darles, y que ahora abandonamos y nos bancamos lo que hay? ¿Que son muchos los que creen que tienen derecho a vivir en paz y ocuparse de su trabajo y su familia sin “meterse en política”, y no se dan cuenta de que los meten aunque no quieran y que no meterse es un derecho que se conquista a fuerza de meterse mucho? ¿Será que nos hemos resignado? ¿Que vamos a soportar lo que venga, y mejor si le toca al de al lado? ¿Será que nos hemos abandonado, que renunciamos a nosotros mismos?
¿Será que somos de verdad una basura y por eso tenemos este país? ¿Somos este país? ¿O será que no, que somos increíbles pero nos cagaron, que seguimos siendo los campeones morales aunque salgamos siempre segundos en un campeonato donde juegan dos? ¿Será que todo esto nos pasó por azar o será que somos esto que nos pasa? ¿Será que ahora sí tenemos el país que nos merecemos? ¿Será esta mierda? ¿Será que somos, entonces, esta mierda?

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