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Domingo, 31 de mayo de 2009

CINE >ADVENTURELAND, LA NUEVA COMEDIA DE GREG MOTTOLA

Jóvenes de ayer

La tercera película de Greg Mottola —el director de Supercool— transcurre a fines de los años ‘80, en un parque de diversiones de Long Island, donde se escucha por los parlantes la mejor y la peor música de la década, y donde un joven está a punto de lanzarse a la aventura, a la vida adulta. Adventureland es una historia de iniciación y un homenaje a la mejor música alternativa de la época; y además, puede que sea la mejor comedia de 2009.

 Por Martín Pérez

Después de dirigir una película que recauda más de 100 millones de dólares en la taquilla, es posible imaginar que un director básicamente puede hacer lo que quiera en Hollywood. Pero, según explicó Greg Mottola más de una vez desde el estreno de su último trabajo, la respuesta en realidad es que sí y no. Porque se puede hacer lo que uno quiera, claro, pero sólo si lo que se quiere hacer es nuevamente la misma película. Algo que Mottola sabe por experiencia propia, porque empezó a recibir ofertas de trabajo aún antes de que Supercool comenzase a recorrer su millonario camino. Aunque, si bien en cuanto él presentaba el guión de Adventureland —una agridulce historia de iniciación ambientada a fines de los ‘80 que tenía lista desde justo antes de empezar el rodaje de Supercool— recibía como respuesta los habituales pulgares hacia arriba que son clásicos en Hollywood, enseguida había dos pequeños problemas que resolver. ¿No podía ser una película contemporánea? Y, además, ¿no podía dejar de lado todos esos momentos oscuros en la historia? Así que todo se resumía a que su Adventureland tenía que pasar a ser Adventurecool. Por eso es que en todas las entrevistas que realizó desde el estreno de su nueva película —la tercera en su carrera—, Mottola se encargó de aclarar que consiguió hacer la película que quería hacer antes de empezar a negociar con los estudios. Por eso es que, además de ser una película que honra la adolescencia de Mottola durante los ‘80, no hay en ella buenos ni malos, todos los personajes —incluso los secundarios, que nunca se reducen a una caricatura— cargan con su propia historia lo mejor que pueden, especialmente los protagonistas. “Y, lo más importante para aclarar, las bromas tontas que aparecen en el guión ya estaban ahí en la primera versión”, explica Mottola. “Ese ridículo personaje que golpea todo el tiempo al protagonista en la entrepierna siempre estuvo ahí, y está basado en mi vecino por aquel entonces, que realmente tenía esa estúpida costumbre”, se ríe el director de una película honesta y encantadora como pocas.

RECUERDOS DE UN VERANO

“Cuando Daytrippers fue rechazada en el Sundance, creí que era el final de mi carrera”, ha confesado más de una vez Mottola, refiriéndose a su opera prima de 1996, que fue efectivamente rechazada por el festival norteamericano indie por excelencia. Pero luego fue premiada con honores en Slamdance, algo así como un contrafestival más indie aún que el primero, e incluso se la supo exhibir en el festival independiente porteño. Claro que las cosas nunca fueron fáciles en el mundo del cine para Mottola, que tenía todo listo para rodar siguiente película —dentro de un gran estudio— cuando cancelaron todo. “Estuvo todo tan a punto de suceder, que me pasé los siguientes años tratando de que otros inversores aceptasen el proyecto, y me deprimí mucho”, recordó Mottola, que recibió el primer llamado de Judd Apatow por aquella época. “Le había gustado mucho Daytrippers y quería que dirigiese un capítulo de su serie Freaks and Geeks, pero yo estaba en mi fase director de cine de autor, y sólo quería dirigir mis guiones”, se burla el director, que no dudó en aceptar la invitación la siguiente vez que el fiel Apatow levantó el teléfono para llamarlo.

Así fue como Mottola terminó en el set de la efímera Undeclared, sucesora de la hoy venerada Freaks and Geeks, donde comenzaron todos los actores fetiche de Apatow, entre ellos Seth Rogen. “Nunca antes había pensado en escribir sobre mi adolescencia, pero estaba rodeado de tanta gente joven... ¡Seth Rogen debía tener 18 años! Así que me puse a recordar que yo también fui joven alguna vez.” El germen de Adventureland nació una noche de repaso de guión en que estaban hablando de los peores trabajos de sus vidas. Mottola estaba recordando su verano en un destartalado parque de diversiones en Long Island, cuando alguien dijo que tenía que escribir algo sobre eso. “Creo que fue uno de los guionistas de Casablanca el que dijo que todos tenemos al menos una historia autobiográfica para contar, así que lo que hice fue reunir todos mis recuerdos en un solo verano”, explica Mottola, que arrastró el guión durante un tiempo, trabajando en series como Arrested Development y The Comeback. Cuando lo tuvo listo, justo Apatow recordó que Mottola quería dirigir Superbad cuando apenas era un proyecto indie, así que lo invitó a sumarse a su troupe cinematográfica. Y, como se suele decir por ahí, el resto es historia.

EL FIN DE LA INFANCIA

Uno de los peores recuerdos que asegura tener Mottola de su trabajo en el parque, eran las horribles canciones que una y otra vez se repetían por los altavoces hasta que se le quedaban pegadas en la cabeza. Pero, al mismo tiempo, lo mejor era cuando, después del cierre y mientras dejaban todo listo para el día siguiente, por esos mismos altavoces sonaban sus temas preferidos. Por eso es que Adventureland es, antes que nada, una celebración de la mejor música alternativa de la época, desde The Replacements hasta Husker Du, con Lou Reed como figura mítica. Pero delante de esa escenografía rocker, lo que se cuenta es la historia de un joven que está esperando viajar a Europa y descubre que, como las cosas no le van tan bien a sus padres, debe olvidarse del viaje y ponerse a trabajar en el verano si es que quiere irse a estudiar a Nueva York, como lo tenía planeado. ¿Sus únicos bienes? Su virginidad, una bolsa de porros y una ingenuidad ciertamente literaria, todas cosas que perderá durante semejante aventura. O Adventureland.

Señalando que alguna vez John Updike manifestó que el hombre norteamericano era un niño fallido, el crítico A.O. Scott se preocupó en el New York Times porque las películas de la factoría Apatow desdeñaban la tragedia que resumía esa frase al insistir que un hombre era un niño exitoso, que conserva sus juguetes, sus amigos, sumando los beneficios y las obligaciones de heterosexualidad monogámica. La película de Mottola escapa claramente de esos problemas, al privilegiar el clima antes que las bromas, optando por los grises antes de los blancos y negros. Para eso cuenta con la gran ayuda de actores que no sólo se atreven a encarnar personajes ambiguos (“Les estoy eternamente agradecido por haberlo hecho”, subraya Mottola) sino que permiten que el film brille por derecho propio. En particular sus protagonistas, Jesse Einsenberg y la ahora tan famosa Kristen Steward. “A Jesse lo elegí porque amo una película de iniciación como Historias de familia, y Kristen me pareció una actriz extremadamente capaz y centrada para la edad que tiene. Fue cuando estábamos rodando que vinieron al set para ofrecerle su protagónico en Crepúsculo.”

Honrado a comienzos de año por el museo de la imagen de Nueva York con una retrospectiva de sus tres películas, Mottola bromeó que se trata de la trilogía de las palabras compuestas. Una costumbre que romperá con su próximo film, simplemente titulado Paul. Escrita por los comediantes británicos Simon Pegg y Nick Frost (Hot Fuzz), cuenta un viaje de dos fanáticos de la ciencia ficción por una convención, y su peregrinación al Area 51. “Es una especie de Easy Rider, pero con extraterrestres en vez de droga”, adelanta. Y agrega, como si hiciese falta: “Me encantan los desclasados y los geeks porque eso es lo que hemos sido mis amigos y yo durante toda la vida”.

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