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Domingo, 20 de septiembre de 2009

RADAR LIBROS #6

La vida es sueño

Muchos sueños de Kafka quedaron registrados en sus libros, cartas y manuscritos. Guattari los tomó como punto de partida para explorar el papel de los sueños –y su interpretación– en la vida moderna, signada por el psicoanálisis y el surrealismo.

 Por Fernando Bogado

Sesenta y cinco sueños de Franz Kafka y otros textos
Félix Guattari

Nueva visión
96 páginas

Escena típica: un hombre se despierta apesadumbrado en mitad de la noche y escribe lo que soñó en una hoja. Un hombre escribe un sueño. ¿Cómo se ha pensado la existencia humana desde los últimos cien años o más a partir de este patrón? Si el siglo XX, como rezan algunos teóricos, ha sido el siglo del psicoanálisis, también se podría decir sin sonrojarnos que ha sido el siglo del sueño (¿utopías?), de la escritura de los sueños (¿surrealismo?), de miles de estudiosos y artistas obsesionados por la figura de aquel que se levanta y escribe en esa hoja lo inentendible. Félix Guattari, psicoanalista, filósofo y uno de los pensadores cuya herencia teórica se ha vuelto con el tiempo más y más relevante para tratar problemas contemporáneos, registró en una lista los sesenta y cinco sueños presentes en las obras completas (correspondencia, cuentos, novelas, diarios) de Franz Kafka. En Sesenta y cinco sueños de Franz Kafka, de reciente edición, se recopilan cuatro textos que recorren la tan particular disposición onírica de una obra que transforma al empleado atosigado en cucaracha, al proceso en condena y a la vigilia en pesadilla burocrática.

Y en cuanto a sueños se refiere, Guattari plantea dos formas de acercamiento claramente opuestas y, cronológicamente, muy cercanas: primero, la que Freud propone en su Interpretación de los sueños de 1899, en donde el sueño aparece como la superficie de un proceso metabólico que aglomera, sublimiza y disimula de una manera sutil pero posible de analizar por un formado interpretador: el psicoanalista. Más de diez años después de la primera edición de aquel trabajo, Kafka comenta en una de sus cartas a Max Brod que, pese a cierto cariz reconfortante de los postulados del vienés, el psicoanálisis no trae ninguna calma completa: la “verdad” de los sueños estaría lejos de limitarse a lo que pueda llegar a confesarse en un diván. Tal como aclara Guattari, el mismo Kafka es el que quiere alejarse de cualquier limitación interpretativa otorgada por esta “ciencia”: el psicoanalista siempre querrá encerrar ese flujo de deseo en la foto familiar, esto es, “edipizar” el deseo: a usted le pasa esto porque tiene esta relación con su padre, su madre, su familia.

La lectura que Félix Guattari ha hecho de Kafka, su autor favorito, es fundamental para comprender su relevancia en la historia del pensamiento: junto con Gilles Deleuze (nombre que suele opacar las particulares contribuciones del autor de este libro) llevó adelante a mediados de los ‘70 la redacción de dos trabajos con el sugerente subtítulo de Capitalismo y esquizofrenia: El Anti-Edipo (1972) y Mil mesetas (1980). Kafka: por una literatura menor (1975) funciona dentro de la serie de dos volúmenes como una significativa aplicación/ampliación de los conceptos que fueron trabajados en las obras capitales recién mencionadas, y que a la vez sirve como muestra de una profunda lectura que logra construir un modelo literario para esta nueva ontología, esta nueva forma de entender y pensar lo que existe a partir de la escritura kafkiana.

¿Qué aporta la edición de este nuevo libro? En principio, ahonda en el estilo y las preocupaciones puntuales que Guattari trae en relación con Kafka, para sumar como texto final un guión cinematográfico incompleto en donde el autor pensaba poner en pantalla no un film sobre Kafka, sino de Kafka: la importancia de los protocolos de experimentación, la enunciación plural –la de una multitud, que para empezar toma la forma de un equipo de producción–, y al mismo tiempo la conciencia de los límites económicos, las estrategias para intentar convencer a diversos productores para llevar adelante el proyecto, funcionan como una muestra de un interés teórico absolutamente consciente del estado de la praxis en su momento. Sueño, fotografía, cine: Guattari ve en Kafka a aquel que traslada a todo el universo la lógica de los sueños, tratando quizá no de analizar –comportamiento científico que siempre abriga un cociente destructivo–, sino de jugar el juego del insomne, acompañándolo desde atrás y mirando por encima del cuello y la cabeza doblados sobre la hoja para tratar de otear algún que otro trazo de la escritura esquizofrénica de un inspector de seguros que soñó despierto todo un siglo.

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