radar

Domingo, 2 de enero de 2011

CINE > MáS ALLá DE LA VIDA, LA NUEVA DE CLINT EASTWOOD

Veo gente muerta

A los 80 años, el imparable Clint Eastwood se atreve a algo completamente inesperado: una película sobre personas que fueron tocadas por la muerte, de una manera u otra. Pero a pesar de la sorpresa y la promesa, Eastwood sigue siendo demasiado duro para entregarse por completo al fantástico.

 Por Mariano Kairuz

Dos años atrás, cuando filmó la elegíaca Gran Torino, que fue presentada como su despedida de la actuación a los 78 años y tras 53 de carrera, Clint Eastwood hizo algo por lo menos arriesgado: se filmó a sí mismo dentro de un féretro. Por un momento –un momento largo, que se extendía hasta bien después de terminada la película– pareció que el viejo cowboy había empezado a pensar en serio en su propia mortalidad, y que no tenía demasiado problema con hacerlo en público.

Ahora acaba de estrenar una película sobre la muerte y la angustia acerca de qué viene después, por lo que la pregunta de rigor durante la rueda de prensa norteamericana fue, efectivamente, si ahora que es un hombre bastante mayor –increíblemente saludable y jovial, pero de 80– el tema de la cercanía de este asunto tan sencillo de entender pero complicado de asumir se había instalado en su cabeza. No del todo inesperadamente, Eastwood salió al paso diciendo que no, que no piensa mucho en eso, que no se siente demasiado distinto de cuando tenía 70 (“tal vez me cuesta un poco más correr”, dijo), que incluso hasta se siente un poco mejor, porque ha recorrido un largo camino, ha logrado unas cuantas cosas, y que en todo caso piensa seguir el modelo de Manoel de Oliveira, el infatigable cineasta portugués que sigue filmando y estrenando a los 101 años.

Pero no deja de ser sugestivo que Harry El Sucio haya hecho ahora esta película que tiene tan poco que ver con su filmografía previa. Por más que sus responsables insistan en repetir para la prensa la historia de que fue Steven Spielberg quien, al leer el guión original de Peter Morgan (el autor de La Reina y Frost/Nixon), dijo: “Me encantaría mandárselo a mi amigo Clint”. En Más allá de la vida –título con el que Hereafter llega a los cines argentinos el próximo jueves 6– hay tres personajes principales cuyos relatos corren paralelos. Uno de estos personajes es la periodista francesa Marie LeLay (la actriz belga Cécile de France), que muere ahogada en el tsunami del Océano Indico del 2004 –el que mató y desapareció a más de 200 mil personas–, aunque sólo por un rato: el suficiente para ver la luz y volver. También hay un chico inglés (Frankie McLaren) que pierde a su hermano gemelo, que es también su amigo y compañero inseparable, en una desgracia callejera, y tras la pérdida queda boyando, como si le faltara físicamente la mitad de sí mismo. El tercer protagonista es el psíquico George Lonegan (Matt Damon), que es capaz de comunicarse con los muertos a pedido, pero ha decidido refugiarse en un opaco trabajo fabril mientras se resiste a explotar eso que, dice, no es un don sino una maldición.

Que los tres personajes están destinados a cruzarse en algún momento es la parte cantada del asunto; lo que no sospecha quien no haya visto el trailer de la película es que ésta arranca con una espectacular puesta en escena del tsunami. La secuencia, un tornado de magia digital (otra cosa bastante ajena a Eastwood), parece prometer un viaje vertiginoso hacia un universo fantástico, quizá la primera película de fantasmas, o incluso la primera aventura místico-religiosa de su director. O cuando menos, una secuencia igual de espectacular que la del inicio, que provea un cierre a la altura. Pero esto nunca ocurre, y se produce un efecto extraño: una suerte de película creyente que se esfuerza por ser lo más secular posible; un film sobre el más allá apto para agnósticos. Algún crítico valoró que el guión pusiera sus fichas menos en la religión organizada que en pequeños ritos de intimidad espiritual, pero tanta reserva y discreción terminan por invertir la escalada emocional esperable y arrebatarnos toda sensación de, por así decirlo, clausura.

¿Y por qué la mesura? ¿Por qué el pudor? Que se guarden el pudor: hasta los menos creyentes estarán dispuestos a entregarse a una fantasía sobre la próxima parada. Después de todo, ¿quién no disfrutó de los desbordes emocionales de Ghost, la sombra del amor, o incluso de ese mamarracho con Julia Roberts llamado Línea mortal? Que si eran disfrutables no se debía a su mesura y racionalidad, sino justamente a su intensidad y su licencia para fantasear con cierta libertad sobre un miedo tan básico y universal. Aplastada por una música absurdamente solemne, Hereafter defrauda también donde podría haber hecho su aporte más original: en los fugaces vistazos del otro mundo de Víctor Sueyro, una imagen compuesta de figuras difusas en un ambiente etéreo, desenfocado y luminoso. ¿En el más allá no hay anteojos? Una vez más, con el viejo y endeble pretexto de que ésta es una de esas películas que sólo plantean preguntas (mientras que las respuestas debe buscarlas cada espectador “en su interior”), nadie se juega con una apuesta sobre cómo es ese lugar que nos espera: ¿se parece a un monasterio o a un parque de diversiones? ¿Sus habitantes se comunican telepáticamente? ¿Hay Internet?

La línea más lograda de la película es la del pequeño inglés que sobrevive a su gemelo, porque en muchas de sus escenas la película nos hace sentir su ahogada angustia, y, especialmente, la ausencia; hay un vacío en el plano cada vez que aparece el perfecto nene-actor Frankie McLaren. En la búsqueda que emprende su personaje también comienza a desplegarse un mundo interesante de explorar; el de los falsos psíquicos, charlatanes y estafadores que lucran con la común dificultad para lidiar con la partida de seres queridos, pero esto es apenas un argumento muy secundario en Hereafter.

La próxima de Eastwood será una película sobre un personaje que murió hace mucho pero cuyo fantasma sigue hechizando la memoria colectiva de su país con sus detalles más bizarros: en Edgar J., Leonardo DiCaprio se convertirá en Hoover, el ex director de la CIA. Así que, después de filmarse a sí mismo muerto y a otros resucitando, Harry El Sucio volverá a la realidad con un proyecto prometedor que, insiste, no es sino el primero del primer año del resto de su vida.

Compartir: 

Twitter

 
RADAR
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.