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Domingo, 4 de marzo de 2012

MúSICA > CARMEN BALIERO CANTA LAS CENTéSIMAS DE VIOLETA PARRA

Violeta Parra todos

Sí: esta Carmen Baliero es la misma que dirige el monólogo de Molly Bloom que hace Cristina Banegas y del que se habla un poco más atrás, en la página 8 de este mismo número. Pero no conforme con esa tarea inspirada y titánica, esta cantante y música extraña, dueña de un repertorio extraordinario que espera ser descubierto por el éxito, que viene de armar un concierto de bocinas demencial en las calles de Córdoba, también se hizo tiempo para ensayar y cantar las Centésimas del alma de Violeta Parra. Y esta sobrina del Che Guevara las presenta el jueves que viene.

 Por Mariano Del Mazo

En la figura enjuta de Carmen Baliero o, mejor dicho, en su mente indómita, confluyen los boleros de Armando Manzanero, la sangre del Che Guevara, la mirada de Chico Buarque, el fraseo de Alejandro Sanz, las desmesuras geniales de Violeta Parra, James Joyce y un alucinante concierto de “bocinas, luces y radio”. Pero ahora nadie sabe bien quién es: está enajenada. Primero, con la interpretación de las increíbles Centésimas del alma de Violeta Parra, obra en versos numerados que llegan hasta el 300 y que Baliero sabe de memoria. Segundo, el monólogo de Molly Bloom del Ulises de Joyce: convocada por Cristina Banegas, se hizo cargo de la dirección de la obra que se estrenó en el Centro Cultural de la Cooperación.

Su enajenación –artística, pero enajenación al fin, que ella toma con alto humor– la lleva a identificar cada número de colectivo con la centésima de Parra correspondiente. O tomar la obra como una fuente de relajación: cada mañana, en su casa, Baliero practica al piano dos veces los 300 versos para relajar, para “ponerse en el día”, como quien hace yoga. Esta noche estará en el precioso Virasoro, desandando los 45 minutos que demora en interpretar la más audaz jugada poética de la chilena, que Baliero musicalizó luego del permiso de Isabel Parra.

Hija de la prestigiosa pareja de arquitectos integrada por Horacio Baliero y Carmen Córdova, a los 6 años la conminaron a estudiar flauta en el Collegium Musicum, pero ella se las arreglaba para bajar al salón de danza donde había un piano vertical. Allí, ante la mirada atónita de los aspirantes a bailarines, compuso su primera canción. “Era de protesta, se llamaba ‘Señor feudal’ y todavía me la acuerdo. Decía: ‘Soy un señor feudal que siempre explota la ciudad del mar’.” Tenía un tío lejano que todos llamaban Ernestito y que se iba a volver remera. “Mi abuela, Carmen de la Serna, era tía del Che; mi vieja, prima; yo, sobrina... Era Ernestito porque Ernesto llamábamos a su padre. Mi abuela cantaba lírico y tenía un piano. Mi abuelo era crítico de arte. Gente de guita, pero venida a menos. Igual aparentaban tenerla toda. Cuando murió Ernestito nosotros estábamos en España porque mis viejos habían sido contratados para hacer el Pabellón Universitario Argentino en Madrid. Nunca vi llorar tanto a mamá.”

Estudió piano con Lucía Marenco y trazó un camino bastante singular con elementos académicos, experimentales y populares. Participó de bienales y homenajes a figuras como Juan Carlos Paz, se perfeccionó como compositora de músicas para teatro y editó una serie de discos extraordinarios que están esperando a un Luis Miguel que los rescate. O a un Alejandro Sanz. Sobre todo con Dame más (2004) y Te mataría (2007), lo que hace Baliero es intentar una puesta al día del bolero. Hay temas formidables: “Como”, “Dedicatoria”, “Te mataría”.

Atiende en su casa de La Paternal con un patio selvático con temerarias arañas que su hijo cuida y alimenta. Desde allí especula opiniones sobre las causas por las que ese repertorio no trasciende. “Yo investigué todos los boleros de Manzanero; un capo, obviamente. Lo mío es diferente: es otro humor, otra síntesis. Le quiero dar un par de boleros a Alejandro Sanz, que me parece un cantante de la hostia. Creo que si tuviera un productor, mi vida sería otra. Tengo capacidad de hacer y componer y, a la vez, una imposibilidad total de saber proyectar lo que compongo. Si ‘Te mataría’ lo hubiera agarrado Almodóvar... Pero no llego hasta ahí. Me da miedo ser famosa. Debe ser mi neurosis.”

No cree en la división entre música popular y música experimental (“en toda buena música popular hay experimentación”), tiene un altar privado con la mirada celeste de Chico Buarque y, pegadas en la pared de ese PH acechante (esas arañas...), las Centésimas: “Una vez que me asediaste / Dos juramentos me hiciste / Tres lagrimones vertiste / Cuatro gemidos sacaste / Cinco minutos dudaste / Seis más porque no te vi / Siete pedazos de mí / Ocho razones me aquejan / Nueve mentiras me alejan / Diez que en tu boca sentí / Once cadenas me amarran / Doce quieren desprenderme / Trece podrán detenerme / Catorce que me desgarran / Quince perversos embarran”... Y así, 300 números. “Lo que me estimuló fueron los hilos conductores de la obra. No pude dejar de relacionarlos con los tapices de Violeta. Siguiendo con el paralelismo textil, intenté teñir los hilos sin alterar su forma.”

Así anda hoy: yendo de Parra a Joyce. De obsesión en obsesión. Tal vez Baliero nunca alcance la popularidad, tal vez no importe. Pero resulta encantador escuchar el relato de la puesta de su obra Caleidoscopio (música para 17 autos y bailarines) que después derivó en Bocinas, espectáculo que abrió en 2009 en la intersección de las calles Chacabuco y Corrientes de la ciudad de Córdoba el Festival de Teatro del Mercosur. “Me conseguí 17 autos con sus conductores. Yo dirigía, con chaleco flúo. De pronto todos cambiaban el dial de la radio al unísono y al azar, y se escuchaba cualquier cosa. Al rato, todos al azar, pero a la misma frecuencia... zas, ¡un tipo hablando de Macri multiplicado por 17! Las bocinas dialogaban, las luces hacían sus cosas como si fuera una película de Spielberg, fue increíble... Al final, del interior de los autos salían trompetistas... Después se hizo una película sobre el espectáculo, que se llamó La loca de las bocinas. Todo está en YouTube.”

¿Cómo lo recibió la gente?

–Lo que pasa es que se cortó el tránsito... yo decía de hacerlo en otro lugar. Había como 12 mil personas. Entonces...

¿Entonces?

–¿La verdad? Los cordobeses me putearon en cuatro idiomas.


Carmen Baliero vuelve a presentar las Centésimas del alma, de Violeta Parra, el jueves 8, en Virasoro Bar. Guatemala 4328. Reservas: 4831-8918.

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Imagen: Nora Lezano
 
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