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Domingo, 11 de marzo de 2012

MúSICA > CRIOLO, EL NUEVO FENóMENO DE LA ESCENA BRASILEñA

Circo Criolo

Empezó como rapper, pero en su último disco, Nó na orelha, Criolo decidió grabar sambas y canciones de todo tipo, con influencias que van desde el afrobeat hasta la canción melódica, pasando por el reggae o el trip hop. El disco fue editado de forma independiente y se puede descargar gratis de la web: así y todo, se convirtió en un éxito cada vez más masivo e inesperado. Avalado por un admirador de lujo, Caetano Veloso, Criolo visitará por primera vez Buenos Aires. De paso, Radar presenta también a los otros dos artistas más celebrados del momento en Brasil: Karina Buhr y Cícero.

 Por Martín Pérez

Antes de encontrarse ante la posibilidad de grabar un segundo disco, Criolo había empezado a pensar en abandonar la música. O al menos, dejar de subirse a los escenarios. Después de dos décadas de rap, y un disco exclusivamente dentro de ese género, bajo el nombre de Criolo Doido –-Ainda ha tempo (2006), que tardó un año y medio en grabar, y dos en terminar de pagar–, Kleber Cavalcante Gomes, vendedor puerta a puerta y maestro de arte de chicos en situación de riesgo, entre otros oficios de sobreviviente en la perifieria de San Pablo, estaba a punto de tirar la toalla.

Fue entonces cuando la gente de la galería Martilha Cultural –tan lejos de la industria discográfica como el barrio de Grajaú está del centro de San Pablo– le ofreció las condiciones necesarias para que pudiese grabar esos otros temas que había ido acumulando durante la última década. No eran raps, sino sambas y canciones de todo tipo, con influencias desde el afrobeat hasta la canción más brega (grasa, en el argot brasileño), pasando por el reggae o el trip hop. Aunque Criolo no quería raps en el nuevo disco, sus productores Daniel Ganjaman y Marcelo Cabral lo convencieron de no dejar ningún estilo afuera.

El resultado fue el contundente Nó na orelha (Toscano en la oreja), que –-con el empuje del éxito “Nao existe amor em SP”– se terminó convirtiendo en el último fenómeno de la música popular brasileña. Un disco distribuido gratuitamente a través de Internet, que alcanzó un ritmo de cien mil descargas mensuales y terminó siendo consagrado tanto por la revista Rolling Stone brasileña como por la versión local de MTV como el mejor del año pasado. En el verano en que un éxito como el de Michel Telô sigue demoliendo lo poco que queda de ese orgullo brasileño que mezclaba popularidad con calidad en su música, un trabajo producido en los márgenes de una industria entregada de pies y manos al mercado devuelve lo mejor de aquel retrato, pero en virtud a la creatividad y el trabajo de los menos privilegiados.

“Criolo tiene una presencia muy fuerte, porque es un artista original”, explicó Caetano Veloso para un perfil publicado en el periódico británico The Guardian. Para la última entrega de premios de MTV, a fin del año pasado, fue el propio Caetano el que sugirió cantar junto a Criolo su gran éxito, un tema de cuyos versos directos y enigmáticos –según asegura el bahiano– “emerge un discurso político que parece íntimamente personal. Criolo no se ha transformado en un tanque a prueba de balas que enfrenta la injusticia, sino que expone su sensibilidad”.

Cuando consideró dejar los escenarios, Criolo explicó que, en realidad, en ese momento pensaba que un cantante es apenas la punta del iceberg en el universo del rap. “Siempre canté por la necesidad de expresar un dolor que llevo dentro, y que aún está ahí –asegura–. Pero cuando puse en duda la utilidad de seguir haciéndolo fue porque pensé cómo debían evolucionar mis textos y mis ideas. Y si no existían otras formas de contribuir, además de subir a cantar. Fue de esa época de cuestionamientos que se gestó un disco como Nó na orelha. Es el testimonio de un tipo que iba a abandonar la escena. Sin dolor, y con el mayor orgullo.”

Segundo de cinco hijos de un padre metalúrgico y un ama de casa, Criolo no olvida unos orígenes que se remontan al nordeste de Brasil, de donde emigraron sus padres, huyendo de las inundaciones y la pobreza. La realidad que encontraron en San Pablo no fue mucho mejor, y el ex rapper recuerda que su primer hogar era un rancho con piso de barro, que su padre debía alisar todas las noches. “Crecí rodeado de los mejores ejemplos”, asegura Criolo, que cuando su madre fue a anotarlo para cursar el secundario, le propuso que se anotase con él. A la prensa brasileña se le hace agua la boca con la historia de la madre y el hijo yendo juntos a la escuela, pero Criolo aseguró que fue de lo más natural. “Mi madre siempre se había quejado por no haber podido tener una educación formal, por eso se lo propuse. Y nadie en la escuela se negó. No sufrí por cursar con mi madre todos esos años, ni ella recibió ninguna burla, porque los jóvenes de barrios como el que crecí maduran mucho antes, y entienden el esfuerzo.”

Luego de terminar el secundario, su madre siguió estudiando: cursó filosofía y luego pedagogía, con posgrados en lengua, literatura y semiótica y en filosofía clínica, lo que le permite trabajar como psicoterapeuta. Mientras cursaba, fundó un Centro de Arte y Promoción Social en Grajaú, que promociona lecturas de poesía, ferias de sustentabilidad e incluso –otro detalle que enloquece a la prensa– un café filosófico. Cuando presentó la historia de madre e hijo, el mensuario Bravo! detalló que cuando se hizo la nota, en el café de la madre de Criolo se estaba estudiando a Michel Foucault. “Siempre hubo cultura en los suburbios, pero la gente parece haberse olvidado”, asegura Criolo, que siempre ha confesado que no tiene muchas dotes para la lectura. Frecuentó las facultades de arte y de pedagogía, pero terminó dejándolas para buscar cómo ganarse el pan. Y cada dinero que conseguía, lo invertía en la música. “Me acuerdo de que con mis amigos, para saber cuánto salían unas zapatillas nuevas, o un nuevo juego electrónico, lo medíamos en horas de grabación. Porque todo siempre fue para nosotros bien a pulmón.”

Aunque cuando empezó a subirse a los escenarios a rapear –a la tierna edad de 12 años– comenzó llamándose simplemente Kleber, el seudónimo de Criolo Doido se asentó rápidamente. “Criolo por mi padre, que es negro. Y Doido por mi madre, que escribe poesía desde chica y nunca dejó de pensar en un mundo mejor, incluso dentro del contexto machista de los ‘70, en plena dictadura, donde la mujer servía sólo para cocinar o lavar la ropa. Siempre fue una dolida”, explicó más de una vez. Actualmente, para explicar por qué se sacó el Doido del seudónimo, dice que ya no se siente dolido. Dentro del mundo del rap brasileño, Criolo terminó siendo una figura protagónica, creando las Riñas de MCs, y trabando amistad en una amplia escena brasileña que siempre veneró a un grupo como Racionais, el primero que logró salir del ghetto.

“Cuando nos propuso dejar de lado el rap en el nuevo disco, nosotros nos negamos –aseguró Marcelo Cabral, uno de los productores del disco–. Nos pareció que no había que despreciar el lugar que se había ganado en la escena, y que era cuestión de sumar, no de restar. Además, así la gente no se olvidaba de dónde venía.” Al presentar el disco, a mediados del año pasado, cuando aún nadie se imaginaba el éxito, Criolo sabía que estaba trabajando dentro de un universo nuevo, y que eso representaba todo un desafío. “Pero no subestimo al público de rap, porque sé que ellos van a entender lo que hice. Sólo estoy disfrutando un poco del baile. Siento que el baile también es para mí, y que también es para ellos.”

Todo parece indicar que el éxito no ha enceguecido a Criolo, que asegura seguir siendo humilde. “Vengo de una familia guerrera. Ahora tengo más trabajo, pero sigo siendo un obrero, como todos”, explica. Y agregaba, para una nota de tapa en el mensuario Trip: “El ser humano es la última cosa por la que la gente se preocupa. Antes están los autos, el celular, las prendas sofisticadas. El planeta está muriendo y a nadie parece importarle. El absurdo se transformó en la regla, y la sanidad en la excepción”. El periodista le señalaba entonces que había gente que se estaba dando cuenta de que el sistema ya no funcionaba, y Criolo aseguraba que para él nunca había funcionado. “Sólo sucede que ahora la gente se está comunicando, gracias a las nuevas tecnologías. Entonces las noticias circulan más libremente. Pero creo también que esto sucede porque nos dejan. Son válvulas de escape. Saben que tiene que existir una idea de esperanza, si no uno es una planta sin sol.”


Criolo toca el domingo 25 en Niceto Club, Niceto Vega 5510, junto a Emicida.

Su disco Nó na orelha se puede descargar gratis en criolo.net

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