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Domingo, 1 de abril de 2012

Montada al fanatismo

Para más de un nostálgico, la mera mención de Mi Pequeño Pony representa un viaje mental a los ’80. O, a lo sumo, una referencia pop. El juguete, la serie animada, las variedades y generaciones fueron, sin duda, el éxito de la marca Hasbro de aquella década. Pero aunque para muchos simplemente evoque una época, para la británica Sarah Butler representa el presente. Un presente abultado con más de mil coloridos ponies que inundan su casa y vacían su billetera.

Es que, a pesar de tener 29 años, la nativa de Yorkshire no ha podido superar su obsesión y lleva años coleccionando Pequeños Pony y parafernalia vinculada. Porque su “santuario” no sólo incluye al juguete; también suma animales de peluche, estantes personalizados, cortinas, colchas y lámparas temáticas, amén del fanatismo. El chiste le ha costado, al momento, unas 10 mil libras, aunque ella vea el monto como una inversión (Sarah confía en que, por sus chiches, podría ganar más de 20 mil libras).

Contrario a lo que puede creerse, la mujer lleva apenas nueve años armando su colección equina. “Comencé a juntarlos cuando estaba por irme a la facultad; en ese momento sentí que no quería crecer”, cuenta la chica con espíritu de Peter Pan que, de niña, llegó a sumar cien ejemplares equinos. De adolescente, sin embargo, Butler sintió que los animalitos de plástico eran una etapa superada y donó todos los Ponies a caridad. Años después, en 2003, se topó con un sitio que los vendía online y el deseo de ser una niña pudo más. Dándole un click a “Comprar”, reavivó la pasión y ahora nadie puede detenerla.

“Primero conseguí a Cotton Candy y a Tootsie y los llevé conmigo a todos lados por varios días. Entonces me empecé a preguntar cuáles otros podría conseguir y me volví completamente loca. Llegué a comprar lotes de 50 y 100”, recuerda la chica sobre los inicios de una obsesión que le ha traído cola con su novio, Joe. Al principio, el muchacho, de 27, pensaba que su chica estaba loca, pero, finalmente, él mismo se entregó al fanatismo y ahora le compra los juguetes para cumpleaños, navidades y aniversarios. “El sabe cuánto significan para mí”, asegura la joven y recuerda que, para su primer año juntos, le compró el modelo Rapunzel.

Ahora, Sarah ha decidido invertir unas libras más y asegurar su colección porque es su “pequeño pedacito del mundo”. “Sólo para mí”, recalca ella y va un poquito más lejos: “Es un lugar feliz y brillante que me recuerda lo que era ser pequeña. También me recuerda el presente porque, aunque acabo de cumplir 29, sigo siendo una fan y no hay nada malo en serlo”.

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