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Domingo, 17 de junio de 2012

Inconsciente americano

19 de octubre de 1939

Querido señor Sawyer:

Me pide que haga algo que posiblemente sea tan difícil de hacer como pintar: esto es, que explique la pintura con palabras.

Para mí, la forma, el color y el diseño son simplemente un medio para llegar a un fin, las herramientas con las que trabajo, y no me interesan particularmente en sí mismas. Me interesa sobre todo el amplio campo de experiencias y sensaciones del que no se ocupan ni la literatura ni el arte puramente plástico. Deberíamos ser cautelosos y llamarlo la experiencia humana, para evitar que se confunda con lo puramente anecdótico y superficial. La pintura que trata exclusivamente con las armonías o disonancias de la imagen y el color me provoca siempre un rechazo.

Mi propósito cuando pinto es siempre, sirviéndome de la naturaleza como medio, intentar proyectar sobre el lienzo mi reacción más íntima frente al objeto tal como se me aparece cuando más me gusta; cuando los hechos alcanzan la unidad por medio de mi interés y mis prejuicios. Por qué elijo determinados temas y no otros es algo que no sé, a menos que sea porque los percibo como el mejor medio para sintetizar mi experiencia interior.

Normalmente tardo muchos días en encontrar un tema que me guste lo suficiente para pintarlo, y paso mucho tiempo estudiando las proporciones del lienzo para que éstas se ajusten al máximo a lo que quiero lograr con el diseño del cuadro. La forma muy alargada y horizontal del cuadro Manhattan Bridge Loop pretende reflejar la sensación de una gran extensión lateral.

Llevar las principales líneas horizontales sin apenas interrupciones hasta los extremos del cuadro refuerza esta idea y hace que uno sea consciente de los espacios y los elementos más allá de los límites de la escena en sí. El artista siempre traslada la conciencia de esa dimensión al muy limitado espacio del tema que pinta, aunque no creo que todos los pintores sean conscientes de ello.

Planeé ese cuadro cuidadosamente en mi cabeza antes de empezarlo; sin embargo, a excepción de unos pocos esbozos en blanco y negro pintados al natural, no tenía más datos concretos, sino que dependía de mi capacidad para refrescar la memoria mirando el objeto a menudo. Los primeros bosquejos no servirían de mucho para explicar el proceso de realización del cuadro. El color, el diseño y la forma han sido sometidos, de manera consciente o no, a una simplificación considerable.

En todo arte hay tanto de la expresión del subconsciente que creo que la mayoría de las cualidades importantes se plasman de forma inconsciente y que pocas son el resultado de un proceso intelectual consciente. Pero todas estas cuestiones son materia para los psicólogos.


Uno de los retratistas más sensibles de la soledad norteamericana, Edward Hopper no sólo era reservado con su vida sino bastante reacio a hablar de su trabajo. “La respuesta está en el lienzo”, decía cada vez que le preguntaban algo. Pero ahora, aprovechando una gran muestra en el Museo Thyssen de Madrid, la editorial española Elba publica Escritos, donde recopila las tres reseñas que escribió para la revista neoyorquina The Arts y su correspondencia. En esta carta, hace lo que nunca hacía: tratar de explicar su pintura con palabras.

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