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Lunes, 20 de agosto de 2012

TEATRO 2 > UNA EXPERIENCIA. LUCíA PANNO ADAPTA A BANANA YOSHIMOTO

Que ves el cielo

Banana Yoshimoto es autora de una obra literaria delicada y sugestiva, atenta al modo extraordinario en que percibimos el mundo durante momentos cruciales de la vida. Basada en su cuento “Una experiencia”, la directora argentina Lucía Panno da vida a una obra que, con su misma sensibilidad, se adentra en un mundo poco explorado en el teatro argentino: la vida en el cielo.

 Por Mercedes Halfon

El cielo es un lugar del que a ciencia cierta sabemos muy poco. No desde un punto de vista astronómico, del que sí podemos estar informados, sino más bien desde uno místico y misterioso. Ese sitio lleno de nubes esponjosas donde tal vez vayamos a parar alguna vez. Lucía Panno aborda este tópico religioso/fantástico/poético, pero lo hace con una historia tan disparatada, tan personal, que forzosamente lo aleja de ese imaginario convencional, hacia un rumbo melancólico y cómico en igual medida.

Todo empieza cuando Marcela, una joven y ambiciosa periodista, viaja a través del espacio-tiempo (¿hacia arriba?) para realizar una entrevista con un famoso escritor de libros de autoayuda que vive... allí, en el cielo. Vestido de blanco, en una casa que parece de fin de semana, donde las ventanas abiertas dejan pasar el aire que constantemente mueve las cortinas, aparece Freddy. Sirve té sin mirar la taza, señala el bello jardín que lo rodea y comienza a contar cómo transcurre su vida en ese ámbito tan aireado y tranquilo. Freddy, además de ser un escritor de éxito, está a punto de casarse, así que su esplendor es total. Quizás para contrarrestar tanto brillo aparece Maia, su asistente, una chica dulce y tímida que intenta pasar desapercibida mientras riega las plantas. No bien crucen miradas con la periodista surgirá la relación: ambas fueron compañeras de colegio y mejores amigas hasta que días después del viaje de egresados un trágico accidente de auto mandó a Maia directamente hasta allá arriba.

Una experiencia está basada en el cuento del mismo nombre de Banana Yoshimoto incluido en el libro Sueño profundo (1989). Según cuenta Panno, ese relato fue tomado como un disparador que luego, en el proceso de ensayos, fue muy transformado. Perviven apenas algunos elementos climáticos. La historia de fantasmas, de mezcla de vivos y muertos, de encuentros mágicos más melancólicos que terroríficos, proviene de la literatura de la japonesa. La obra encarna esos elementos con un espacio teatral igual de transparente y mágico: cortinas danzantes, flores de papel que crecen cuando se las riegan, potus plásticos que de lejos recuerdan ranas escondidas, dos chicas que se miran con amor y curiosidad, pero que difícilmente vuelvan a entenderse. Al mundo ingenuo y lírico, pop y esotérico que Yoshimoto propone en sus cuentos, Panno responde con un humor triste –sobre todo en el personaje de la desdichada Maia–, con seres que van reconociendo sus falencias, desnudándose a través de un juego de diálogos por momentos surrealista que llegan a una profundidad conmovedora. Todos los encuentros inesperados, las desilusiones, las revelaciones de tontas mentiras no harán otra cosa que volverlos más fuertes: aun en el cielo, se puede hacer lugar en el corazón.

Además de ser una obra sobre un tema prácticamente virgen en el teatro contemporáneo de Buenos Aires, Una experiencia tiene otra cualidad igual de refrescante: tomar una literatura nunca antes llevada al teatro en esta ciudad. Después de centenares de obras sobre Marosa Di Giorgio (es un ejemplo), se agradece que alguien se aventure en un territorio literario más original.

Uno de los detalles más hermosos del cuento de Yoshimoto es una canción que se le aparece a la protagonista en sueños. Es una melodía indescriptible, que nunca logra recordar con exactitud una vez despierta: “Se parece al rumor de las olas, y a la risa de todas las personas que he conocido hasta hoy, y a las palabras cariñosas que éstas me han dirigido y al maullido de un gato que perdí, y al conjunto de sonidos de un lugar lejano, que ya no existe, al que añoro, y a la fresca fragancia de la vegetación que olí en algún lugar, cierto día, durante un viaje acompañada del susurro de los árboles junto a mi oído.” En la clave del cuento, esa canción significa el llamado de un muerto que quiere comunicarse con ella. Esa belleza y ese misterio posee la atmósfera de la obra de Lucía Panno. Una melodía hermosa y triste que no se termina de reconocer, un llamado como una mano helada que nos toca el hombro, pero para decirnos algo acerca de nosotros mismos, antes de sumergirse completamente en lo desconocido.

Una experiencia Viernes a las 23.

El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960.

Entradas $ 50.

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Federico Gelber, Paula GreenSzpan y Paula Pichersky.
 
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