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Domingo, 2 de septiembre de 2012

MúSICA > UN MEGAHOMENAJE A JOHN CAGE (1912-1992)

Shhhhhhon Cage

Desde hace más de 40 años, la elite artística de Buenos Aires parece haber adoptado a John Cage como guiño y contraseña. Ahora, para festejar el centenario de su nacimiento, uno de los hombres que pulverizaron las ideas de “obra” y “autor” con partituras de silencio y conferencias sobre nada será homenajeado con una sinfónica de charlas, conciertos y discusiones que revalidan la vigencia del romance de la ciudad con ese “autor” y su “obra”.

 Por Diego Fischerman

Buenos Aires siempre fue una ciudad extraña –tal vez todas lo sean, miradas desde una distancia suficientemente corta–. En 1968 gobernaban los militares y el intendente era un general retirado llamado Manuel Iricibar. El secretario de Cultura de la ciudad era el abogado Roberto Vernengo y, entre otras políticas de Estado, como la prohibición de las minifaldas, se llevaba a las comisarías a quienes tenían el pelo largo, para allí cortarlo con estilo castrense. En una película de la época, un celebrado cantor de tangos aseguraba, mientras miraba bailar a unos jóvenes, que “si fuera presidente, a todos estos...”, completando la frase con un gesto de la mano de inequívoco sentido punitorio. Y ya D’Arienzo, junto al cantante Alberto Echagüe, había emparentado, en “Che, existencialista”, el pelo largo con la mariconería y, lejos del último lugar en importancia, la falta de amor a la patria. Mientras, Almendra grababa “Tema de Pototo”, Piazzolla estrenaba María de Buenos Aires y llegaban, aquí también, los ecos del Mayo francés, de la Banda del Sargento Pepper y de esa Sinfonía compuesta por Luciano Berio donde, entre las voces de los Swingle Singers, se mezclaban James Joyce, Mahler, las pintadas callejeras y el experimento sonoro.

En esa ciudad donde el provincianismo y la modernidad convivían con porteña naturalidad, el viernes 9 de agosto de 1968 sucedió un modesto acontecimiento. Una compañía de danza actuó en la Sala Casacuberta del Teatro San Martín –que en ese entonces dirigía César Magrini–, estrenando tres obras, Scramble, Winterbranch y How To Pass. Kick. Fall and Run (Cómo pasar. Patear. Caer y correr). Las coreografías eran de su director, que bailaba junto a Carolyn Brown, Barbara Lloyd y Sandra Neels entre otros y, además, quien daba el nombre a la compañía: Merce Cunnigham. Y con ellos llegaban tres músicos, Gordon Mumma, David Tudor y John Cage, pareja del coreógrafo y compositor de la música de la última de las piezas donde, también, tenía el papel de lector. Comenzaba un cierto romance –discreto, subterráneo– entre la ciudad extraña y ese autor capaz de romper la idea de lo que es el autor –y de lo que es la obra–. Tal vez por aquella escena fundante, quizá por la tarea sostenida de algunos músicos, como el compositor y director Santiago Santero o la pianista Haydée Schvartz, allí donde vanguardias mucho más módicas causaban espanto, Cage se convirtió en una presencia habitual. Y, de paso, en un signo. En una contraseña. Cage quería decir “moderno” y, casi medio siglo después, todavía lo hace. Por lo pronto, el mismo teatro donde llegó como parte de una compañía de danza será uno de los escenarios del ciclo con el que la extraña ciudad festejará el centenario del músico, que se cumplirá el próximo 5 de septiembre.

El conjunto de conciertos, films, un coloquio y hasta una versión de Conferencia sobre nada donde el conferencista será el notable director de escena Bob Wilson, está amparada por el sello Colón Contemporáneo y fue ideado por su coordinador, Martín Bauer, que fue codirector del Centro Experimental del Teatro Colón, actualmente dirige el Centro de Experimentación y Creación del Teatro Argentino de La Plata y, desde hace dieciséis años, conduce el ciclo de conciertos de música contemporánea del Teatro San Martín. Con el apoyo y la producción del Complejo Teatral de Buenos Aires y de la Fundación Proa, esta especie de pequeño Festival Cage comenzará el martes 11, con la exhibición, en la Sala Leopoldo Lugones del San Martín, de los films The Revenge of The Death Indians: In Memoriam John Cage, de Henning Lohner, y John Cage: From Zero, de Frank Scheffer y Andrew Culver, y se prolongará hasta el 25 de septiembre, en que cerrará con la Conferencia sobre nada. El coloquio, que coordina Pablo Gianera, se desarrollará del jueves 13 al viernes 14 y contará como conferencistas, además del propio Gianera, con Henning Lohner –que hablará de la relación de Cage con las artes visuales y, en particular, de su última obra, one 11, para un camarógrafo (que se proyectará el sábado 22 a las 17 en la Fundación Proa)–, Hugo Petruchansky –su tema será la relación de Cage y Duchamp con el contexto histórico–, el musicólogo estadounidense James Pritchett, el escritor Luis Chitarroni –que abordará los contactos entre los mundos estéticos de Cage, E. E. Cummings y James Joyce– y el profesor Branden Joseph, de la Universidad de Columbia. También estará la muestra de films seleccionados por Luciano Monteagudo, que alternará dos o tres películas por día, Burroughs: The Cut-Up Films (miércoles 12), 37 Short Fluxus Films y Catch 44 + A Tribute to John Cage, de David Atwood (jueves 13), 49 Waltzes for the Five Burroughs, de Don Gillespie, y Marcel Duchamp and John Cage + 26’1.1499 , dirigidas por Shigeko Kubota y Jud Yalkut (viernes 14).

El sábado 15, desde las 15 hasta las 20 y en el foyer del Teatro Colón, habrá un maratón con el recorrido por varias de las composiciones más importantes de Cage. Con la dirección de Santero, participarán algunos músicos fuertemente ligados a la obra de este autor, como la cantante Joan La Barbara y la pianista Aki Takahashi, a quienes se agregarán el violinista venezolano radicado en la Argentina David Núñez, el Cuarteto de Cuerdas de la Untref, del que es primer violín, y el grupo uruguayo de percusionistas Perceum. El otro aniversario notorio es el que se cumplió el pasado 29 de agosto: los sesenta años del estreno de 4’33”, esa obra en que una partitura no es tocada y la composición acaba siendo lo que sucede durante ese silencio. Y la celebración, el 22 de septiembre a las 20 en la Fundación Proa, estará a cargo del pianista argentino Lucas Urdapilleta, que hará el mismo programa que David Tudor tocó aquella noche de 1952 en la Maverick Hall de Woodstock, incluyendo piezas de Cage, Morton Feldman, Christian Wolff, Earle Brown y Pierre Boulez. El martes 25, Bob Wilson será el conferencista sobre nada, y lo será en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín, el mismo lugar donde actuó el compositor 44 años atrás.

Estos eventos no son, en rigor, los únicos que este año se le dedican a Cage. Se suman a la integral de sus obras para piano preparado, que Aparicio Alfaro tocó en julio en el CETC, y a los diversas actuaciones que este pianista está llevando a cabo por todo el país, y a otro ciclo, que incluye a varios de los más importantes músicos argentinos en cuatro conciertos, el 5, 6, 9 y 20 de este mes, que se realizarán en Hipólito Yrigoyen 1420. Allí estarán entre otros Haydée Schvartz, que hará Four Walls con Gabo Ferro como cantante, el gran barítono Víctor Torres, que interpretará Aria, para voz, y, junto a Norberto Marcos, Litany for the Whale y el compositor Mariano Etkin, que será el orador en la pieza Indeterminacy. También el Ensamble de percusión del Conservatorio de Música Astor Piazzolla hará un concierto en homenaje a Cage, el viernes 7 a las 19, en el Auditorio El Aleph del Centro Cultural Recoleta (Junín 1930).

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