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Domingo, 9 de septiembre de 2012

MúSICA > LA ASOMBROSA EMILIE AUTUMN

Violín y otras cuestiones

De niña sobrevivió a la leucemia y al abuso, de adolescente padeció el prejuicio en los ámbitos académicos en los que deslumbraba, y a los 20 ya era una violinista virtuosa y ecléctica que había sacado tres discos donde sobrevolaban el pop, la música clásica y Shakespeare, salido de gira con Courtney Love y publicado una autobiografía victoriana escrita durante su encierro en un manicomio. Ahora, después de una gira por todo el mundo, Emilie Autumn sacó su cuarto disco, que la trae a Buenos Aires. Un pecado no conocerla.

 Por Micaela Ortelli

Si Emilie Autumn no existiera, la inventaría Tim Burton. Y la haría así: un personaje exuberante, oscuro, trágico, completamente fascinante. La crearía con la misma piel blanca y el cuerpo flaquísimo y saludable de alguien que no come carne desde los 11 años. Le daría dos ratas como mascotas. Contrataría, quizá, a Anne Hathaway para interpretarla: sería una heroína de rostro hermoso y sonrisa inmaculada. Se vestiría con atuendos de encaje bordados, adornados con lentejuelas, que fabricaría ella misma; usaría corsés, portaligas y plataformas; se embadurnaría en glitter y se dibujaría un corazón en la mejilla, todos los días, como símbolo de protección. Sería la historia de una violinista precoz, que tuvo una vida llena de dolor y sufrimiento y busca venganza. Así, formará un ejército, el Asylum Army; llamará a su equipo de justicieras las Bloody Crumpets; a sus fieles soldados, los Plague Rats; y empezará por decirle al mundo lo que en verdad significa pelear como una chica.

Emilie nació en 1979 en Malibú, California, ciudad dorada, con aroma a brisa marina. Su infancia fue muy poco soleada, sin embargo. A los 2 años casi muere de leucemia (a veces piensa que quizá lo hizo y es un fantasma muy convincente). Todo empezó muy rápido para ella: a los 4 pidió que le compraran un violín –sin saber qué era un violín–. A los 9 quiso que la sacaran del colegio para poder practicar ocho horas diarias. En el medio la violaron. De noche, ahuyentaba las voces que no la dejaban dormir tocando en la cabeza el Canon de Pachelbel en do mayor. A los 12 era un genio.

Pasaba los días tocando el violín, andando a caballo y leyendo fervorosamente: historia general y de la música, literatura gótica, feminista, Shakespeare. Terminó de educarse en casa. Empezó música en la Universidad de Bloomington y dejó porque la sermoneaban por cómo se vestía. Que el público no se tiene que distraer con otra cosa que no sea la música, le decían; que lo importante es la música y no el intérprete (no el vivo al menos). Podrán hacérselo creer a otro, a una máquina aburrida, a un espíritu menos desbordado y creativo: “Mozart no habría tenido problema con que una chica linda en corsé toque su música a su manera”.

Se mudó a Chicago y arrancó su carrera de forma independiente después de que unos productores intentaran pasarle una pátina pop y disimular el violín por considerar que cualquier referencia a la música clásica espantaría público. Vivió un tiempo en Alemania, donde la adoptó la escena gótica, más por el look que por otra cosa. Lanzó un fantástico disco instrumental, On a Day..., y otro cantado, Enchant, una especie de pop de cámara, pero bastante indescifrable. En algún momento la diagnosticaron maníaco-depresiva y la medicaron de por vida. En 2004, mientras trabajaba en su tercer álbum, Courtney Love la convenció para ir de gira con ella. Volvió más loca que nunca por haber plantado su carrera, y para colmo, descubrió que estaba embarazada a pesar de haber estado tomando anticonceptivos. Después del aborto, vino el intento de suicidio; después, la internación en un neuropsiquiátrico de máxima seguridad.

Durante el tiempo que estuvo ahí escribió –con crayón rojo que consiguió sobornando a una enfermera– un diario que luego se transformó en una especie de autobiografía, The Asylum For Wayward Victorian Girls (2009). El libro cuenta, en paralelo, el encierro de Emilie, en el presente, y el de Emily, que escribe desde un manicomio victoriano. La intención es mostrar que hay muy poca diferencia entre ambos lugares: las protagonistas viven experiencias tan similares, que a lo largo de las páginas llegan a confundirse. Cuando la dejaron ir, Emilie se tatuó el número de celda en el brazo: “Lo voy a llevar, no me voy a avergonzar de estar loca, de que me llamen lo que sea, de estar medicada de por vida. Lo voy a llevar, y no sólo eso, lo voy a transformar en algo hermoso, en algo que no sólo me ayude a mí sino, en lo posible, a otras personas. Y en algo que también me dé de comer. Y ésa será mi última venganza”.

Antes de la internación había empezado a trabajar en lo que después fue Opheliac (2006), en referencia al personaje de Hamlet, el arquetipo de mujer suicida. Este disco la llevó de gira por todo el mundo durante años y fue su verdadera carta de presentación, con temas que con sólo nombrarlos cantan su vida (“The Art of Suicide”, “I Want My Innocence Back” y “Gothic Lolita”, entre ellos). En Fight Like a Girl, que salió en julio, parece fortalecida: “Me vengaré del mundo, o al menos del 49 por ciento de su población. Y si termino con sangre en mis manos, sabrán entender, porque peleo como una chica”, canta en el tema que da nombre al disco. En “Girls, Girls, Girls”, que por momentos suena a película de Disney, ironiza sobre el mundo de la psiquiatría: “Tenemos pastillas para la depresión, la obsesión, la agresión, la posesión, la indiscreción, ¡hay una puta pastilla para todo hoy en día!”. “The Key” le habla a la llave que cerraba su celda: “Me sacó del sol y me escondió en el infierno, la llave que nos encerró es la que ahora nos deja libres”.

Días antes del lanzamiento, les escribió a sus fans: “Plague Rats, este álbum lo escribí para ustedes, para que participen, para tocarlo en vivo. Es nuestra banda de sonido. Es nuestra historia. Ayúdenme a contársela a los que todavía no se unieron al Asylum Army. Canten conmigo”. Emilie planea llegar a Broadway con un musical de tres horas. No caben dudas de que lo hará, de que le va a quedar chico incluso. Emilie Autumn es un personaje de película: puede hacer cualquier cosa.


Emilie Autumn toca el sábado 15 de septiembre, a las 21 hs., en Teatro Vorterix (Federico Lacroze y Alvarez Thomas).

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