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Domingo, 21 de octubre de 2012

DVD > LA SECTA: LA úLTIMA TENTACIóN DE KEVIN SMITH

EL TEMOR A DIOS

Conocido por hitos del cine independiente como Clerks y Dogma, un par de pifiadas entre sus producciones para los estudios, y su obsesiva afición a la historieta, Kevin Smith tiene en su haber una trayectoria irregular e inclasificable, pero casi siempre teñida por los vicios de la cultura nerd. Así que nada hacía esperar La secta, seria, oscura y diferente de todo lo que hizo hasta ahora: empieza como una de terror, se transforma en un policial y termina siendo un thriller político sobre terroristas de ultraderecha que recuerda a la masacre de Waco, Texas. Despojada de humor y de redención y con una gran actuación del injustamente desconocido Michael Parks, la mejor película de Kevin Smith sale directo a DVD.

 Por Alfredo Garcia

Casi no tiene sentido tratar de clasificar por género esta nueva película de Kevin Smith, conocido por hitos del cine indie como Clerks o Dogma. Pero La secta no se parece a otros films de Smith: empieza como una de terror, luego se convierte en una especie de policial o thriller político sobre terroristas estadounidenses de ultraderecha al estilo del Costa Gavras hollywoodense de Betrayed (Traicionados), sólo que aun más conspirativo –alla Oliver Stone–, y con una dosis de gore tan generosa como para pensar en una película de George Romero tipo The Crazies, todo esto condimentado con el más salvaje y macabro humor y todo tipo de incorrecciones políticas en las situaciones, y sobre todo en los diálogos.

Se podría sintetizar toda la explicación diciendo que es una comedia negrísima... pero el director se ocupó de explicar que lo que había intentado con esta película era justamente que no se filtrara ni una pizca de comedia: Kevin Smith aseguró que La secta “es una película de terror de bajo presupuesto súper mala onda, y apenas con unos pocos personajes capaces de exhibir alguna posibilidad de redención”.

La secta (Red State, en el original) comienza con la obsesión de tres adolescentes impresentables, tipo Beavis & Butthead, por tener sexo de cualquier modo posible. Especialmente frustrados al ver que ninguna red social de encuentros eróticos tiene contacto cercano a su zona, deliran al encontrar una mujer dispuesta a todo cerca de su barrio. El trío descerebrado no duda un instante, ni siquiera cuando la mujer que los invita a una orgía de sexo grupal vive en una casa rodante en medio de la nada. Luego de una vuelta de cervezas con somníferos, los tres losers despiertan en medio de la peor pesadilla. Todo era una trampa preparada por los fanáticos religiosos de la pseudoiglesia ultraconservadora liderada por el pastor Abin Cooper, decidido a castigar a esos sodomitas que ya estaban dispuestos a fornicar simultáneamente con una misma mujer cuando los atraparon, y más allá de que los torpes pecadores no hayan logrado concretar sus actos aberrantes.

Esto es sólo el principio de La secta. Las cosas que suceden a continuación son impensables, tanto por las sádicas torturas a cargo de los desquiciados feligreses como por el comportamiento de sus víctimas (siempre listos para defenderse diciendo que “ni siquiera soy gay”) y sobre todo de los agentes del gobierno que aparecen para reprimir este grupo terrorista al mejor estilo de la masacre de Waco, Texas. En un momento uno no sabe quién es peor: si el pastor y sus seguidores, sus descerebradas víctimas, o los corruptos y ultraviolentos agentes antiterroristas.

Para que todo este desmadre tenga sentido y sea creíble, hay dos factores imprescindibles. Uno es Michael Parks, encargado de encarnar al temible pastor Abin Cooper, carismático villano con el don de convencer a su “familia” acerca del lado bueno de inmolarse como kamikazes, sacrificar a los bebés y niños de la familia, o lo que sea, todo según designios supuestamente divinos.

La actuación de Michael Parks es tan importante como para interrumpir el típico formato de film de terror con adolescentes guarros metidos en problemas horripilantes, con un sermón delirante, tenebroso, y a la vez sumamente amable y contenedor en lo que respecta a los miembros de su iglesia, que ocupa unos diez minutos del film.

Michael Parks es algo así como la quintaesencia del actor de culto. Justamente, su primer papel importante tuvo que ver con un tema religioso: John Huston lo eligió para interpretar a Adán en La Biblia... en el principio (The Bible... in the Beginning).

Su serie Then Came Bronson (Bronson el aventurero) lo convirtió en uno de los escasos motoqueros hippies contraculturales de la pantalla chica. Si bien el programa duró sólo dos temporadas (1969-70) el papel derivó en toda una carrera en distintos shows de la pantalla chica. Un personaje secundario de Parks en la serie de Chuck Norris Walker Texas Ranger inspiró a Quentin Tarantino para convertir a Parks en una especie de comodín (es decir, su alter ego, el Texas Ranger Earl McGraw) que apareció en films como Del crepúsculo al amanecer, Planet Terror, Death Proof y Kill Bill (en Kill Bill Vol. 1 interpreta a Earl McGraw, pero luego aparece en Kill Bill Vol. 2 encarnando a otro personaje, el delincuente Esteban Vihaio). Los fans de David Lynch quizá lo recuerden como el Jean Renault de la serie Twin Peaks.

Abin Cooper es un villano memorable, y su actuación justificaría por sí sola la visión de la película. Que también incluye otras formidables actuaciones, por ejemplo la de Melissa Leo como la carnada sexy para teenagers cachondos, o sobre todo la de Kerry Bishe como la nieta del pastor que intenta salvar a los bebés y nenes chiquitos de la masacre.

Pero el que se luce es John Goodman como el jefe del equipo SWAT antiterrorista que debería liquidar a todo miembro de la secta (y lo hace) hasta que en un momento místico escucha las campanas del Apocalipsis y se vuelve tan crédulo como el pastor Cooper.


La secta salió directo en DVD editada por el sello TVE.

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