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Domingo, 10 de febrero de 2013

CINE > LAS CRóNICAS DEL MIEDO, TERROR ULTRAINDEPENDIENTE

MIRALOS MORIR

Con el inconsecuente título en castellano Las crónicas del miedo, esta semana se estrenó V/H/S, un film colectivo dirigido por seis realizadores radicalmente independientes de lo más nuevo del cine de terror y que alberga todavía algún resquicio para la sorpresa, a pesar de estar montado sobre ese recurso gastadísimo que es el falso found footage.

 Por Mariano Kairuz

Ubicado durante años en la zona de los cines de vanguardia y experimentales, el found footage (o “metraje encontrado”) cambió de signo cuando el mundo quedó cubierto de cámaras y camaritas de video de diversa resolución, y junto con fenómenos como Gran Hermano y sucedáneos se trastrocaron las nociones de privacidad, intimidad, vigilancia, puesta en escena y “verdad”, secreto y celebridad. Lo que antes era materia exclusiva de archivos clasificados, películas familiares en súper 8 y otros pasos reducidos, registros prohibidos y censurados de diversa laya, en unos cuantos años pasó a ser el escenario dominante, y el cine “profesional” –también puesto en tensión como tal ahora que casi cualquiera puede filmar– no iba a poder ignorarlo. En los modos de narrar los cambios fueron graduales y un poco más sutiles: tuvieron que ver con el ritmo y el movimiento y la multiplicidad de puntos de vista. Pero a la hora de tematizar esta omnipresencia audiovisual, el procedimiento –de ese experimento casi pionero sustentado en horrores atávicos que fue El proyecto Blair Witch a la interminable saga de Actividad paranormal– se queda bastante en la superficie. El fanático del cine de terror más o menos curtido en las obras maestras de los ’60 y ’70 vio cómo el género quedaba fatalmente monopolizado por estos subproductos del falso found footage fantasmagórico y/o sanguinolento.

Sin embargo, cuando ya se había perdido toda esperanza de que este esquema diera nada mínimamente estimulante, entre esperpentos como Apolo 18 y Con el diablo adentro aparecieron dos artefactos con potencial. Primero fue Poder sin límites (Chronicle, de Josh Trank), que documenta, cámara en mano, la transformación de un grupo de adolescentes más o menos normales –es decir, con sus vulnerabilidades y egoísmos– en algo así como los X-Men. Y luego, más o menos para esta fecha pero hace un año, pasaba con éxito por Sundance V/H/S.

O, ejem..., “Las crónicas del miedo”. De cualquier manera, el título original no ata a los “metrajes encontrados” que conforman cada relato, como uno podría inferir, al infiel y dudoso soporte de la cinta magnética hogareña de los ’80 y ’90. En el centro de la película, aglutinando al resto de las historias, hay un viejo decrépito aplastado (acaso muerto) sobre su sillón, frente a un viejo televisor y una colección de VHS no rotulados, que contienen escenas presuntamente snuff (de muertes “verdaderas”). Pero ese contenido arbitrariamente volcado al VHS está registrado en diversos formatos más modernos y digitales, como por ejemplo una sofisticada microcámara oculta en un par de anteojos. En cuanto a las historias –algunas efectivas, otras no tanto–, lo más notable es que las afinidades y reiteraciones que parecen darle una unidad al conjunto fueron producto en buena medida del azar y cierta cercanía de sus realizadores, al menos si uno les cree a las notas oficiales de producción de la película. Al parecer, cada director emprendió la realización de su segmento con una premisa básica –la del found footage aterrador–, un presupuesto restringido y total libertad, sin conversar con los otros directores sobre el proyecto. A pesar de lo cual en el conjunto se repiten inesperadamente elementos y puntos de vista a través de los diversos cortos. Por lo general son historias de varoncitos un poco inmaduros y machistas y cretinoides, y mujeres fuertes y a menudo monstruosas (una, la del primero y mejor de los episodios, se convierte en una suerte de gárgola; otra usa a sus amigos como carnada para cazar una presencia sobrenatural en el bosque, y en otro una poseída envía a los protagonistas a una muerte cruel). Como escribió Karina Longworth en su reseña para The Village Voice, “casi todos los segmentos trabajan sobre viejos tópicos del terror que incluyen el castigo de los jóvenes calentones, y todos ellos apuntan a imitar los artefactos filmados de la vida social y la comunicación de la generación de si-no-está-grabado-en-video -no-ocurrió”.

El estreno de V/H/S, finalmente, puede servirles a quienes estén hartos del truquito del metraje encontrado para conocer a sus creadores, un grupo de realizadores ultraindependientes, algunos de ellos exponentes de lo que se ha categorizado como “de micro-presupuesto’, porque realmente filman lo suyo por tres mangos y con la ayuda de sus amigos; autores de 30 y pico que vienen presentando sus obras desde hace años en festivales, y en cuyas filmografías se encuentran títulos más o menos buenos (como Silver Bullets) y otros pequeños grandes films insuficientemente conocidos, como Señales apocalípticas (título del discreto lanzamiento local en dvd de The Signal, de David Bruckner) o The House of the Devil (atmosférica y por momentos aterradora apuesta de Ti West que remite al cine de principios de los ’80, en tema, tiempos y estética, y que puede verse cada tanto por I.Sat). Algunos tienen una suerte de padre simbólico en el más veterano Larry Fessenden (autor de un par de exponentes notables del cine de terror “ecológico”, en los que la tierra se rebela con horror contra el hombre, como Habit y El último invierno). Con Imdb y Wikipedia a mano, los créditos de VHS –nombres que los estudios ya están empezando a tener en cuenta, como los mencionados West y Bruckner, Adam Wingard, Joe Swanberg, Glenn McQuaid y el misterioso grupo que se hace llamar Radio Silence– pueden convertirse en una divertida fuente de hallazgos retroactivos, abriendo un árbol de inesperadas maravillas ultrabaratas que, por supuesto, habrá que saber conseguir por medios tan “informales” como aquellos con los que varias de ellas fueron concebidas.

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