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Domingo, 9 de junio de 2013

MúSICA > BICICLETAS, EN BUEN CAMINO

TRACCION A SANGRE

Se formaron en plena crisis de 2001 y desde entonces, casi en silencio, fueron encontrando su lugar en la escena local. Ahora, con su cuarto disco Magia Amor Locura Animal –que, aseguran, suena como un cruce entre la música tropical y Stone Roses–, lograron ingresar en el mercado mexicano, en búsqueda de devolverle al rock argentino su presencia latina.

 Por Sergio Marchi

La renovación del rock argentino es un cuento de nunca acabar. Salvo al comienzo, en todos los tiempos se ha dicho que el rock local necesita urgente una renovación. Lo dicen los de arriba, mucho más los de abajo, pero por sobre todo los del medio. O los de los medios que señalan con un dedo a Su elegido para el triunfo, como quien busca un reconocimiento de “cazatalentos”. Desafortunadamente, los aciertos son pocos y la deuda de renovación persiste. En no pocas ocasiones, los de abajo buscan que los de arriba se corran para ocupar su lugar sin esfuerzo, pero el éxito no viene por ser okupa del lugar de otro. Los de arriba razonan que no tienen por qué correrse; después de todo están arriba por algo. Y a veces, más que estar, duran gracias a la generosidad del público y la historia pasada.

Mientras otros reman, Bicicletas pedalea. Y en un momento de su viaje, se percataron de que ya llevaban diez años como grupo. Tenían su público, pero no abarrotaron ningún estadio; fueron soportes de Roger Waters y Daft Punk, sonaron por algunas radios, y estuvieron en boca de varios medios. Pero la cuesta seguía siendo hacia arriba. ¿Qué hacer? ¿Un disco o irse a México? No lo dudaron: se fueron a México. Cuando volvieron, cargados de experiencias y sonidos, comenzaron a grabar el disco. Magia Amor Locura Animal es el cuarto álbum del grupo que se formó con el crack del 2001 y que silenciosamente ocupó un lugar interesante dentro de la cosmogonía rockera. Desde hace tiempo, Bicicletas, por propuesta, por sus shows arrolladores y por personalidad, parece ser una banda destinada a dar el gran salto. Por su propio trabajo, con el que van creciendo en forma lenta pero también orgánica.

Mariano Repetto, baterista de Bicicletas, encuentra la recompensa en el tiempo transcurrido y la distancia recorrida. “Es mágico después de 12 años –dice– poder encontrar ese fenómeno humano de sinergia en una cosa de hacer canciones que siga con tanta fuerza, sin que eso sea un sustento económico. No vivimos de esto.” “Nuestra búsqueda es la de una banda que busca su propia música –afirma el cantante Julio Crivelli–. Como Los Beatles, Pink Floyd, U2. ¿Qué música hace Pink Floyd? Nosotros hacemos música popular con nuestra propia identidad de arreglos. Eso mismo hace que podamos tocar con un montón de bandas en diferentes situaciones y lugares.”

Esa adaptabilidad les permitió aceptar una invitación de una revista mexicana para ir a tocar en un concierto, y Bicicletas terminó haciendo alrededor de quince shows. “Habíamos sacado Cubiertas (disco que incluía algunos covers de temas de rock mexicanos), que fue como una especie de prueba, entonces en vez de hacer un disco nos fuimos a México, a buscar una experiencia nueva”, razona Repetto. “¡Eramos nosotros cinco contra todo México! –explica Crivelli–. Teníamos que estar en nuestra mejor condición social, ser amigables, sociables, buena gente. Si no, no te llaman más.” “Pablo Romero (ex Arbol, productor actualmente residente en México) nos dijo que teníamos que ir –retoma Mariano–, que la música argentina era bien recibida; que si nos quedábamos y hacíamos nuestro esfuerzo nos iba a ir bien. Desde 2008 que veníamos pensando en América latina; Argentina siempre estuvo muy presente en la región, pero de repente desapareció.” “Tal vez por MTV –dice Julio–, porque cuando nosotros éramos chicos, MTV era como la Internet. Un canal de música que mostraba todo el tiempo música, acá apareció el rock mexicano y allá el rock argentino. De repente dejó de pesar, porque MTV dejó de pasar música.”

Bicicletas experimentó de primera mano la intensidad con que los mexicanos viven la música, pero también la sensación interna de ser una banda sometida a una experiencia que se filtra en su música. Y esas sensaciones despertaron en el nuevo disco Amor Magia Locura Animal. Así lo define Julio Crivelli: “Tiene una cosa solapadamente cumbiera, pero también es ultrapsicodélica”. “Hay temas que tienen como una cosa de Stone Roses tropical; después de tantos años de tocar juntos surgen cosas sorprendentes”, dice Mariano.

La amistad de Mariano y Julio, y su colaboración musical, arrancan aún antes de Bicicletas. “Tocábamos grunge hace veinte años –se ríe hoy Julio–, y el grunge tiene una cosa del yo: de la soledad, de la ira. Después empezamos a hablar del otro y sobre todo de la otra, en Bicicletas comienza a aparecer eso de ‘hablemos de ella’: la otredad. Y en este disco decimos, ‘pero también hablemos de nosotros’. Por lo general, si hay un nosotros, es una situación muy positiva de la vida: no estar solo para afrontar lo que hay, o para disfrutar de todo. Y cuando hablás de ‘ellos’, muchas veces estás enojado. Ellos... Se ve mucho eso en el rock argentino: mucho ellos. Mucha ira.”

A propósito de la respuesta, y amalgamando su reflexión con la experiencia de Bicicletas en México, la pregunta surge sola. ¿Qué es lo que pasa con el rock argentino, que antes era vanguardia en México y hoy prácticamente no figura? “El rock argentino se mete para adentro –razona Julio–: no mira hacia afuera. Habla de sí mismo y habla de la Argentina. En otra época no era así. Lo que nosotros buscamos en este disco también es eso: dejar de mirar hacia uno mismo y mirar hacia afuera. Dejar de bailar solo y buscar una persona que baile con vos.” “Cuando te definís como persona, definís qué cultura querés que te enmarque –termina Mariano–. Nosotros tuvimos la suerte de que la cultura rock nos diera un marco de cómo conectarnos con el otro y con las cosas. Es una experiencia con un discurso humanista, universal, progresista si querés. Después hay miles de fenómenos que nada tienen que ver con eso, porque el rock es una especie de bondi en el que vamos todos y que no se sabe adónde va. ¿Dónde termina este viaje? No lo sabemos: Bicicletas creció con cada paso y nos produce alegría habernos bancado el camino y todavía sentir felicidad con lo que hacemos.”

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Imagen: Nora Lezano
 
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