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Domingo, 18 de agosto de 2013

UN MúSICO ELIGE SU CANCIóN FAVORITA: ARMANDO ALONSO Y “MINOR SWING”, DE DJANGO REINHARDT

Intimo y nocturno

 Por Armando Alonso

En el año ‘79 estaba haciendo la colimba y cumpliendo un clásico mandato familiar: cursando Arquitectura en la UBA. Ya tocaba la viola, pero estaba bastante desorientado musicalmente; tenía muy pocos elementos, digamos. Escuchaba rock: Pappo, Spinetta, Led Zeppelin, Deep Purple; pero como no tocaba con nadie, no me nacía hacer esa música en la guitarra. Me parece que, más allá de la energía que me consumían la colimba y la facultad, no sabía qué hacer con la viola.

Un día, de manera milagrosa, vi un grupo tocando en la tele. Me quedé estático escuchando, literalmente: parado frente al televisor, enloquecido con el guitarrista. En ese mismo momento me di cuenta de que yo quería hacer esa música y tocar como él. Cuando terminó el programa, dijeron cómo se llamaba el grupo: Swing 39.

Me fui a dormir con la canción en la cabeza, pensando en quién era el guitarrista, con la ilusión de poder ubicarlo. Al otro día fui a una disquería que estaba al lado de mi casa; en esa época yo vivía en el barrio de Constitución, que todavía conservaba cierto esplendor. La disquería era bastante completa, al menos ahí compraba todos mis discos, salvo alguna excepción que compraba en una galería del centro que traía discos importados; pero eran muy caros para mí.

Mirando las bateas apareció un LP de Swing 39. No lo podía creer. Me fijé en la contratapa y estaba toda la información. Lo compré y me fui enseguida a escucharlo. La canción de la tele no estaba, pero supe que el guitarrista era Walter Malosetti. Agarré la guía y figuraba: Malosetti, Walter. Fue una sorpresa muy grande porque, para mí, Walter era como de otro planeta: ¿cómo iba a figurar en la guía? Pero sí, ahí estaba. Llamé y pregunté: “Hola, ¿se encuentra Walter Malosetti?”. “Sí, habla él”, dijo. Al toque le pregunté si daba clases, con miedo de que me dijera que no, o que sólo tomaba alumnos avanzados. Pero no; combinamos un día y horario, y a partir de ese momento mi vida cambió en todo sentido.

Digo esto porque, a medida que transcurrían las clases con Walter, me metía cada vez más en el mundo del jazz. Después de 17 meses, me dieron la baja en la colimba; y de a poco, sin animarme del todo a asumir el deseo de ser guitarrista de jazz, fui dejando Arquitectura. Hasta que un día me di cuenta de que ya no iba más a la facultad.

Ya en ese momento me quedaba tocando con Walter todas las noches, así que tenía clases magistrales toda la semana; y un día me propuso dar clases en su escuela a alumnos que recién empezaban. Así descubrí mi vocación de docente. Walter mostraba pasión enseñando, y era muy generoso con sus conocimientos, sobre todo en esa época, cuando conseguir un disco o libro de jazz era un milagro. Todo el tiempo me estimulaba a estudiar, a practicar, pero también a mantener un compromiso, yo diría ético y estético, con la música; y no renunciar nunca a esa postura, más allá de los contratiempos que pudieran surgir.

Una de esas noches de zapadas me enseñó la canción en cuestión: “Minor Swing”, del guitarrista Django Reinhardt. Es un tema con una cadencia y una tonalidad que de alguna manera le dan la forma de un blues menor. Entonces para mí une dos componentes melancólicos: los tonos menores me sugieren un momento íntimo y nocturno.

Fue muy emocionante aprender esa canción; y después tuve la suerte de tocarla mucho con Walter en vivo, como guitarrista rítmico de Swing 39, y otras tantas en dúo en el Café Tortoni. Ese “Minor Swing” me hizo conocer a Walter y, a partir de él, a otros grandes músicos como Dino Saluzzi, Horacio Larumbe, Manolo Juárez, Lito Epumer, con quienes no sólo aprendí muchas cosas sino que se generó un lazo afectivo que trasciende lo musical.


Django Reinhardt nació en Bélgica en 1910 y se crió en una comunidad gitana en las afueras de París. A los doce años aprendió a tocar el banjo, mirando y copiando a distintos músicos. Cuando tenía 18, un incendio lo dejó incapacitado del cuarto y quinto dedo de la mano izquierda. Desarrolló un estilo personal que revolucionó el toque de guitarra en el jazz. Fue el primer jazzero europeo verdaderamente influyente entre los estadounidenses. Murió de una hemorragia cerebral en 1953. “Minor Swing” es una de sus composiciones más populares.

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