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Domingo, 27 de octubre de 2013

MúSICA > LUCIO MANTEL Y LAS NUEVAS CANCIONES DE UNAS HORAS

EL MISTERIO DEL TIEMPO

Hace dos años y medio que Lucio Mantel, uno de los cantautores jóvenes más reconocidos de la escena y participante de Hay otra canción junto a Pablo Dacal y Alvy Singer, entre otros, decidió agregar a su grupo acústico un cuarteto de cuerdas, como forma de alumbrar ciertos rincones de sus canciones. Y ahora se decidió a registrar esa nueva veta lírica en un disco, Una horas, grabado en menos de un día, en una extrañamente urgente revitalización de su repertorio.

 Por Juan Andrade

Todo empezó como un juego. Lucio Mantel venía tocando con lo que él define como un “power trío acústico”: percusión, contrabajo y guitarra criolla. Pero a la hora de presentar en vivo Miniatura, su segundo disco, se le dio por incluir en algunos temas “una sección medio auxiliar de la banda”: un cuarteto de cuerdas. Luego de esa primera noche, vinieron otras. Y otras. Y otras más. “En un momento, jugando, empezamos a tocar sin el resto de la banda. Ya había una cantidad de temas arreglados para las cuerdas. Al principio fue una cosa medio experimental. Nosotros, íntimamente, seguíamos escuchando a la banda por dentro. Hasta que nos dimos cuenta de que ahí había algo. Habíamos encontrado un perfil muy distinto a las canciones: se habían resignificado, no eran versiones, eran otra cosa. Una canción nueva, a su manera”, describe Mantel ahora, dos años y medio después del comienzo de su aventura camarística.

El primer disco del cantante, guitarrista y compositor, Nictógrafo, data de 2008. Y el ya mencionado Miniatura está fechado en 2011. Entre los dos suman poco más de una veintena de piezas. Sin embargo, fue tan fuerte la renovación sonora operada en su incipiente repertorio, que se tentó con la idea de dejar un registro de la experiencia. “Era un planteo raro, porque no tengo una trayectoria de diez discos para hacer un repaso de versiones”, concede el músico. “Pero, por otro lado, me parecía que después de un año y pico de tocar con el cuarteto habíamos llegado a algo y apareció la necesidad de materializarlo”, completa. Fue justo entonces cuando entró en escena el ingeniero de audio Andrés Mayo, con su propuesta de grabar un disco. El 1o y el 2 de octubre del año pasado, entonces, acompañado por el cuarteto que integran Alejandro Terán (viola), Andrea Rosenfeld (violín), Lucía Christe (violín) y Lucas Argomedo (cello), Mantel entró a los estudios ION y se dejó llevar por la veta lírica abierta en sus composiciones.

Con la coproducción artística de Mayo y el propio músico, Unas horas se terminó de cocinar en tiempo record: de ahí el título. “Fue medio arriesgado, no pudimos ensayar, porque yo estaba preparando el show que hicimos el año pasado en el teatro Coliseo con Hay otra canción. Ni siquiera tenía claro la lista de temas cuando entramos al estudio. El corte de difusión, ‘Bailar con tu sombra’, al principio no estaba en la lista”, ilustra. Los temas propios (“Algo”, “Refugio”, “Punto de fuga”, “Túnel”) se ensamblaron armónicamente con un puñado de versiones que reflejan su amplitud musical: “Para ir” del Spinetta de Almendra, “El boliche” de Eduardo Mateo y “Jöga” de Björk. “Entraron en el repertorio muy espontáneamente. Cada una tiene una historia distinta, pero yo tengo una relación muy natural con la obra de los tres. Además, Mateo, Spinetta y Björk tienen una hermandad, un parentesco, una conexión con el cosmos, con la naturaleza, con la cultura, que es bastante común a ellos. La enseñanza que tuve fue dejar de tomar los giros idiomáticos de cada género, para buscar lo esencial en cada uno.”

Varias veces dijiste que con el cuarteto habían llegado “a algo”. ¿Cómo lo definirías?

–Si tuviera que definirlo técnicamente, lo que hacen las cuerdas es acentuar o subrayar la cuestión armónica. Pero sería insuficiente, porque hay otras cosas: un entramado melódico que me parece muy rico. Los instrumentos del cuarteto alumbran rincones de la canción que, de otra forma, no se verían tan claramente: con las cuerdas aparecieron otros lugares. La batería y la percusión están buenas, porque articulan y groovean: nuestro oído pide eso permanentemente. Pero eso también tapa un poco lo que está pasando en la armonía. Con el cuarteto esa parte se siente más, se luce más y aparecen otros colores. De hecho, hoy en día, cuando pienso en los temas que están en Unas horas y en los discos anteriores, la versión que suena en mi cabeza es la de Unas horas.

Hubo una reinterpretación, ¿pero también una recomposición de los temas?

–Sí, para mí es una recomposición. Lo siento así: las canciones tuvieron una segunda vida. Y hay algo más, porque mis discos anteriores son muy heterogéneos en cuanto a la variedad de colores y a la forma de producir los temas: cada uno tiene su tratamiento, me encanta que sea así. Pero me debía hacer un disco que esté tocado por la misma banda y que no tenga artificios, ni efectos: que se escuche a cinco músicos tocando. De esa manera las canciones se entienden más, porque se puede ver una en contraste con la otra.

Más allá de que fue grabado en unas horas, y de ahí el título, tus canciones y también algunas de las que elegiste para versionar tienen mucho que ver con la percepción del paso del tiempo.

–Yo siempre escribí sobre el paso del tiempo. Debo tener una relación conflictiva, me atrae la temática, me extraña mucho: creo que el tiempo es algo que no terminamos de entender. Y también tengo la sensación de que la forma occidental de pararse frente a la vida implica algún tipo de negación del tiempo. Nunca lo puse en palabras, lo estoy tratando de explicar ahora. Es un tema recurrente, lo debo tener tan interiorizado que ni sé de dónde viene. Probablemente haya algo tanguero, también, en esa relación: soy un poco nostálgico.

No deja de ser un misterio.

–Es que el tiempo, de una forma de verlo, no existe, en realidad. Existe el ahora. Hay una canción de Gilberto Gil que dice: “El mejor lugar del mundo es aquí y ahora”. Se han escrito tantos libros sobre el tema y yo soy tan analfabeto... Pero sí, es uno de los misterios más grandes para mí. Y “tiempo” también es una palabra que suena linda, es muy musical: a veces me tengo que censurar, porque la pondría en todas las letras. Bueno, la canción en sí misma es un lugar de misterio. Y se habla mucho de eso, porque no se entiende por dónde pasa todo. Alguien dijo, creo que fue Fito Páez, que la canción es una parte letra, una parte música y otra parte algo que no podemos explicar, pero que es lo único que importa. Yo compongo un montón de canciones, pero me quedo sólo con las que me insinúan ese nivel de misterio que hace que las siga queriendo, que siga encontrando algo llamativo ahí.

Después de presentar Unas horas (ahora también disponible en vinilo) en Mendoza, Córdoba, Mar del Plata y Rosario, Lucio Mantel cierra el año con un concierto especial y una formación ampliada de su grupo: al cuarteto de cuerdas se suman Andy Inchausti (batería), Fer Mántaras (contrabajo) y Lucio Balduini (guitarra eléctrica). El viernes 1º de noviembre a las 21 en La Trastienda (Balcarce 460).

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Imagen: Chiara Scardozzi
 
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