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Domingo, 10 de noviembre de 2013

ENTREVISTA > EL DIRECTOR NORTEAMERICANO JOHN LANDIS, INVITADO DE LUJO DEL FESTIVAL DE MAR DEL PLATA

Colegio de cine

Entre fines de los ’70 y los ’80, John Landis filmó algunas de las películas más exitosas, políticamente incorrectas e influyentes de Hollywood: The Blues Brothers, que acercó la música negra al público blanco y masivo, Colegio de animales, sobre una generación insurrecta, y el clásico Un hombre lobo americano en Londres. Trabajó con varios de los mejores comediantes de su tiempo, desde John Belushi hasta Eddie Murphy, y en 1983 dirigió el videoclip más famoso de la historia: Thriller, con Michael Jackson. Este año, Landis será uno de los invitados de lujo del 28º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata –que se hace del 16 al 24 de noviembre–, donde presentará una retrospectiva con sus mejores películas y dará una clase maestra. Pocos días antes de su llegada, Radar habló con el director, compañero de generación de Spielberg y Lucas, sobre sus inicios, su carrera y lo conservador que se ha vuelto el cine de género en el Hollywood de hoy.

 Por Mariano Kairuz

Dirigió algunas de las comedias más taquilleras de los ’80, pero antes había hecho algo más impresionante que eso: en pleno quiebre del viejo sistema de estudios, y contra las expectativas de casi todos los ejecutivos de Hollywood, filmó al hilo tres de las películas más recordadas e influyentes de fines de los ’70 y comienzos de la década siguiente: con Colegio de animales se llevó puesta toda norma de corrección política para contar los últimos años de la insurrección civil y los sueños de liberación –sexual, política, cultural– de una generación; con The Blues Brothers abrió la música negra al público blanco de su país y ayudó a revivir las carreras de estrellas como Aretha Franklin y James Brown; y con Un hombre lobo americano en Londres resucitó a uno de los monstruos clásicos del cine con el que había crecido, reinventando un poco su mitología, mirando a la época de oro del cine de terror británico y empujando los límites de lo que se podía ver en pantalla en términos de gore y visceralidad. Una de las razones por las que ya no filma tan seguido, dice John Landis en la entrevista telefónica con Radar, es porque a esta altura de su vida sólo quiere hacer películas que le gusten, y los estudios de cine se han vuelto “terriblemente conservadores”.

Su llegada a la Argentina dentro de poco más de una semana, invitado por el Festival de Cine de Mar del Plata, permitirá encontrarse con esta leyenda del cine norteamericano, compañero generacional de Spielberg y Lucas, integrante del seleccionado de los “Masters of Horror” junto con Joe Dante, John Carpenter, Tobe Hooper, Dario Argento y otras eminencias, y presenciar sus dos Master Class: la que tendrá lugar durante el festival mismo (el viernes 22), y la que ofrecerá en Buenos Aires una vez terminada la muestra.

Va a ser su primera vez en Sudamérica; llega con grandes expectativas y seguramente habrá de responder a una pregunta inevitable: ¿por qué hace tantos años que no vemos nada nuevo dirigido por él en el cine? Por un lado, dice, por aquello que se señala un poco más arriba: que ahora sólo quiere hacer películas que le interesen de verdad. Por otro, lo cierto es que sí estuvo filmando todos estos años transcurridos desde Un detective suelto en Hollywood III (1994), la última de sus películas que llegó a los cines argentinos: hizo un par de films que acá fueron directo a video, mucha televisión y, más recientemente, una comedia negra inglesa que podrá verse en la retrospectiva de seis de sus películas que ha programado el festival: Burke & Hare, una suerte de “Laurel & Hardy satánicos”, ambientada en la Edimburgo del siglo XIX, y filmada en los míticos estudios ingleses Ealing.

“En los años previos a Burke & Hare hice una cantidad de documentales que no creo que se hayan visto en Argentina”, dice Landis, refiriéndose principalmente a Slasher, su largometraje sobre un vendedor de autos usados, y Mr. Warmth: The Don Rickles Project. “Y mientras tanto trabajé también en muchos proyectos de películas que finalmente no se concretaron, como le pasa a cualquier director. Me encanta hacer películas, lo disfruto; pero cuando ya no necesitás hacerlas por dinero, hacés las que querés hacer, o que te gustaría ver, y desafortunadamente no encontré películas que yo quisiera hacer y que la gente con el dinero para financiarlas quisiera ver hechas. Pero es una cosa que ocurre todo el tiempo en la industria.”

Sus últimos films exitosos se remontan a principios de los ’90, entre ellos la película de vampiros y mafiosos Transilvania mi amor (luego vinieron el film para chicos The Stupids, que quedó atrapado en la quiebra de su productora, y Susan’s Plan, directo a video). Sin embargo, Landis no es de esos cineastas resentidos que consideran que el cine está acabado, que ya no se hacen ni se van a hacer películas estimulantes y salvajes: muy por el contrario, opina que sigue habiendo grandes películas por todos lados, no le parecen terribles ni la abundancia de remakes (“que hubo siempre”) ni el abuso de los efectos digitales (“que es una herramienta más”). De lo que sí está convencido es de que hoy el cine está más conservador que nunca y que es muy difícil hacer y vender películas como las que él se las ingenió para filmar y estrenar en los ’70 y ’80.

LA INSURRECCION CIVIL

“Tanto American Pie como Qué pasó ayer (The Hangover), con sus finales tan prolijitos, son películas muy conservadoras –dice Landis–. Colegio de animales fue uno de los mejores guiones que leí en mi vida. Estaba escrito muy inteligentemente por Douglas Kenney y Chris Miller, que lo hicieron funcionar en varios niveles. Pero en los últimos tiempos el negocio del cine ha cambiado mucho, como todos los negocios por supuesto, y creo que la mayor diferencia es que hoy los dueños de las compañías cinematográficas son conglomerados internacionales, son corporaciones. En los ’70, inclusive si el negocio de los estudios, el modelo de conducta que había regido Hollywood por cincuenta años, ya estaba muriendo, estas compañías todavía estaban manejadas por individuos. Uno sabía que Universal era Lew Wasserman, Warner era Steve Roth; United Artists era Arthur Crimm, ITC era de Lew Grade, y así: éstos eran los tipos y ésas eran sus compañías. Ya había empezado el proceso de convertirlas en corporaciones, pero todavía había un individuo a cargo, y se trataba del negocio del cine, no de una megaempresa para la cual el cine es una subdivisión pequeña de otros negocios. Las películas son elegidas por comités, y sus decisiones se basan en el miedo, porque es muy difícil vender una película hoy.”

Tampoco es que a Landis le haya resultado fácil en su momento hacer Colegio de animales –que hoy es considerada la madre de todas las estudiantinas, y una suerte de testamento del fallecido John Belushi– pero a pesar de la reticencia inicial del estudio, pudo completarla y fue un éxito descomunal. “Es una película sobre el final de los años ’50, justo antes del asesinato de Kennedy, y el fin de la desobediencia y las revueltas en las calles. Como era un film de época, se podía usar la distancia para comentar con sinceridad sobre clase, sexo, raza. Por esto hoy me resulta casi insultante que me digan que ¿Qué pasó ayer? es su heredera, o que me hablen de películas como Ligeramente embarazada y Juno. ¿Qué es lo que te dicen estas películas? Que podés tener sexo desprotegido y todo va a estar bien. Colegio de animales transcurre en el ’62 y termina en una insurrección civil; hoy un estudio no me dejaría hacer eso. Inclusive en los ’80 todavía había películas como Picardías estudiantiles (Fast Times at Ridgemont High), en la que un personaje se embaraza y se hace un aborto. Esta es una época distinta, perturbadora, que refleja a nuestros desquiciados políticos. Es aterrador.”

CAERSE DEL CABALLO

Como muchos autores de su generación, Landis tuvo su momento epifánico en una sala de cine, hipnotizado ante una película proyectada en 35mm, un tipo de experiencia que hoy se encuentra en extinción. Tenía ocho años, acababa de ver El séptimo viaje de Simbad, y al llegar a su casa le preguntó a su madre quién hacía “eso”. “Un director”, le contestó ella. Antes de los 18 ya había abandonado el colegio y hacía de todo en 20th Century Fox: era el mensajero, el cadete, el asistente, el extra. Trabajó en muchos westerns (como El botín de los valientes –Kelly’s Heroes–), en muchos spaghetti westerns, en algún súper clásico como Erase una vez en el Oeste; fue a menudo el extra que se caía del caballo. “Me caí de muchos caballos. Hice todo lo que se puede hacer en la industria, excepto vestuario. No, un momento: incluso vestuario. Hice de todo, excepto peluquería.” A los 21 dirigió su primer largo, Schlock!, un tributo al cine de monstruos y clase B con que se había criado. No le fue bien y pasó bastante tiempo hasta que pudo filmar Locura yanqui (The Kentucky Fried Movie, 1977), la primera de sus películas, que podrá verse en la retrospectiva marplatense. Después vendrían sus dos mayores éxitos, Colegio de animales y The Blues Brothers (conocida acá con el espantoso título Los hermanos caradura), otra producción con la que, retrospectivamente, cuesta creer que el estudio no quisiera saber nada. Era una idea de Dan Aykroyd creada para el grupo de comediantes Second City y que en ese momento reproducía con éxito el flamante Saturday Night Live; pero el estudio argumentaba que era invendible, solo para negros, que el público blanco no iba a querer ni acercarse, por lo que obligaron a Landis a recortarle media hora, la preestrenaron en cines de segunda y no editaron la banda sonora. (Su éxito e influencia fueron tan perdurables que Aykroyd y Landis consiguieron hacer una secuela 18 años más tarde, tan boicoteada por el estudio que, dice Landis, “fue la primera vez que hice todo lo que un estudio me ordenara para que no cancelaran la producción, y me cagaron”).

Pero fue gracias a aquellos dos descomunales e inesperados éxitos que pudo filmar Un hombre lobo americano en Londres. “La gente que pone el dinero no son patrones de las artes, son gente que quiere ganar dinero. Muchas de las películas que me gustan no son mainstream. Por eso me llevó muchos años poder hacer Un hombre lobo americano en Londres –le cuenta a Radar–. La escribí en 1969, cuando tenía 18, pero no pude filmarla hasta 1980. Conseguí hacerla porque acababa de tener tres éxitos seguidos. Los estudios no me querían dar el dinero, tuve que pedirlo prestado, pero lo cierto es que pude pedirlo prestado porque había hecho esos éxitos.” El éxito de esta película lo llevó a dirigir Thriller para Michael Jackson, uno de los mejores y más famosos videoclips musicales de la historia. Ese mismo año, 1983, Landis vivió el episodio más amargo de su carrera, cuando en un accidente durante el rodaje de su capítulo para la adaptación de la serie La dimensión desconocida (estrenada como Al filo de la realidad) perdieron la vida el actor Vic Morrow y dos nenes vietnamitas. Landis y el resto de la producción fueron sobreseídos tras un larguísimo juicio, pero, según dijo el director años más tarde, convive con aquel episodio infausto “cada día de mi vida”.

Tras Un hombre lobo... hizo varias de las comedias más exitosas y divertidas de la década, como De mendigo a millonario (Trading Places, una suerte de “príncipe y mendigo en Wall Street”, que también se da en el festival), la hitchcockiana Fuga al amanecer, y, entre otras, Un príncipe en Nueva York (con Murphy una vez más) y el western humorístico Los tres amigos. Hoy sigue siendo un fanático del cine de terror, la comedia y el western (“no me gusta el encasillamiento genérico”) y escribió el libro de fotografías Monsters in the Movies (2011), sobre uno de sus temas favoritos: la “criatura”. “Es cierto que no hay hombres lobos oscuros como los de mi película –dice–, pero lo que hay en films como la saga Crepúsculo es otra cosa, porque no son películas de monstruos, sino para chicas adolescentes. Si el monstruo siempre es metáfora, estos vampiros mormones representan la abstinencia. Pero los monstruos vienen en ciclos, y en este momento el ciclo pertenece enteramente a los zombies. Algunos de los zombies que hay ahora son buenos. Los zombies representan la anarquía y la pérdida de control y la sociedad que colapsa, y creo que si uno mira a su alrededor, si uno le echa un vistazo al mundo, hay mucho de eso ocurriendo ahora mismo.”

La Charla con Maestros de John Landis tendrá lugar el viernes 22 a las 17 en el NH Gran Hotel Provincial - Salón Dauphin, Mar del Plata. Modera Pablo Conde. Deborah Nadoolman Landis, esposa del cineasta y diseñadora de vestuario, docente, autora de varios libros y curadora de importantes exhibiciones, dará su propia Charla con Maestros el jueves 21 a las 17 en la Sala Nachman del Teatro Auditorium, con la participación de Margarita Jusid y Horace Lannes. Una vez terminado el festival, los días 26 y 28 de noviembre, ambos repetirán sus charlas en Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (Enerc), en la ciudad de Buenos Aires.

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