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Domingo, 4 de mayo de 2014

EL PRIMER VIAJE

HISTORIETA Por fin se edita en Argentina el primer trabajo que realizaron juntos el dibujante Pablo Túnica junto al guionista Carlos Trillo. Se trata de Jusepe en América, que vuelve a contar la Primera Fundación de Buenos Aires, un relato que es al mismo tiempo histórico y también de terror.

 Por Juan Manuel Domínguez

Un libro raro de poesía. Así es como el dibujante Pablo Túnica resume al clásico Antología de Spoon River, obra cumbre del norteamericano Edgar Lee Masters, y también la razón por la que Carlos Trillo y Túnica comenzaron a trabajar juntos. Porque ambos se confesaban fascinados por ese libro. “Cada poema habla de una tumba, de una persona muerta, y a medida que vas leyendo te das cuenta de que ese muerto es el marido de otro, digamos, poema, de otra tumba. Y que encima murió asesinada por el marido. Entonces empezás a construir la historia del pueblo. Es como una suerte de novelapoesía. Con eso ya estaba, con eso Carlos se dio cuenta. Y dijimos: qué lindo sería poder hacer algo así.” El primer fruto de ese trabajo fue Jusepe en América, publicado en Francia por Gallimard en 2009, y que hoy es, dirá Túnica, su primera novela gráfica publicada en Argentina. “Le veo millones de problemas, pero también una frescura que es alucinante. Es la que más disfruté hacer. Me pone muy contento que lo haya editado Común, ya que Liniers había hablado con Trillo hace cinco años y, a pesar de la muerte de Trillo en el 2009, le buscó igual un lugar en su editorial.”

Con Jusepe en América, Túnica (que habla de su mellizo Martín, a quien dedica el libro, como “el elemento básico para el dibujo”) y Trillo querían cosas distintas o, al menos, eso creían. “Carlos quería contar la fundación de Buenos Aires y una de terror, pero nos dimos cuenta de que era realmente una historia de terror: se comían entre ellos, Pedro de Mendoza tuvo sífilis, Osorio fue asesinado por Juan de Ayolas, volvieron tres barcos de los quince que llegaron. Fue terrible lo que pasó: los indios los cercaron, los tipos no podían salir a cazar y entonces se empezaron a comer entre ellos o morir de hambre.” Pero el dibujante cuenta que Jusepe, “el enano, el tullido” del título, había empezado como los ojos de esa llegada, y fue convirtiéndose en el protagonista de la historia.

Jusepe en América es el perfecto cruce (aunque no el único) entre Trillo y el trazo caricaturesco de Túnica, que sabe oscilar entre el clasicismo americano a la cuasi Carl Barks –el autor clásico de Pato Donald– y la tensión europea y clara de Christophe Blain (“Isaac el pirata está muy mirado... copiado”). El dibujante define a la obra como “un libro farsesco, grandilocuente, donde se habla de formas ridículas: Carlos lo escribió en un pseudo español antiguo que no tiene gollete. ¡De repente dicen ‘ufa’ en la primera fundación de Buenos Aires!” Pero incluso en esos ufa que, según Túnica, Trillo metía siempre en todas las historietas, sus guiones llegaban, por la fascinación del guionista por la documentación, a tener el triple del tamaño de la historieta final.

Pablo Túnica y Carlos Trillo, bocetados por Túnica.

Túnica sabe que la publicación de Jusepe primero en Francia no es casualidad: “La historieta en Argentina se guía por el capricho y no por el género. Pero sabíamos también que el género te invita más como lector. Después adentro hacés lo que querés. Jusepe es una historieta de terror, pero está contada como una de aventuras”. Por eso, en Jusepe en América Pedro de Mendoza parece un Dementor, o Saurón, un halo grisáceo y gaseoso de maldad cuando no es cuadro de Velázquez. Es más, si hay algo fascinante en la historieta es la capacidad de Túnica de ser tremendamente lúcido y narrativo en sus luces y sombras, en sus caricaturas, y aun así dotar, en medio de la farsa, de sentimientos dignos del Hollywood clásico a sus personajes. No por nada habla de actores: “En la historieta, al narrar, es elemental que los personajes actúen. Inclusive cuando tenés los elementos más iconográficos, no sé, por ejemplo, los cinco rostros de Tintín. Pero los personajes actúan igual. A mí no me interesa tener la carita de Disney para el bueno o para el malo. Me interesa que veas el momento antes de la foto. El pequeño gesto: ahí es donde actúan para mí en la historieta”.

Jusepe en América fue el primer libro de Trillo y Túnica, pero no fue el último. De hecho, La Française y sus dos tomos, considerando el segundo que acaba de ser publicado en Francia, son la última obra de Trillo: “Fue terrible la muerte de Carlos. Pero lo más loco es que el segundo libro lo terminé escribiendo yo, bajo ciertas reglas que había puesto Carlos, pero yo puse el último globito en el último libro de Trillo. Me costó un montón terminar de hacerlo”. Pero antes del mármol, “que él odiaría”, Túnica insiste en que Trillo quebró el registro de la aventura según Oesterheld, a quien amaba. “Fue el padre de todo lo que pasó después y tenía la ventaja del sentido del humor, sea macabro o hardboiled, rompía la solemnidad sabiendo siempre que hay lugar para un ovni.”

A la hora de hablar de cómo definió Trillo su actual forma de hacer historietas, Túnica no sólo subraya el hecho de “conocer cómo funciona el mercado, que es el 50 por ciento del trabajo”, sino también de, mencionando a su Paraná (publicada en Fierro), saber dibujar lugares, rincones, donde los autores quieren estar. “Eso viene del bagaje cultural, seguro. Pero no es todo: uno tiene recuerdos de cosas que no vivió. Yo tengo la sensación de haber subido a un globo aerostático, y eso nunca pasó. Recuerdos de cosas que no pasaron nunca pero la sensación es clara y la nostalgia también. La historieta tiene algo de eso. La búsqueda, encontrar ese lugar para el recuerdo casi sensorial. Es bajarlo, educarlo.” Y son perfectas palabras para definir el viaje de Jusepe, seguro. Y también el de Trillo y Túnica juntos.

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