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Domingo, 16 de diciembre de 2012

> LA GLORIOSA BANDA DE SONIDO DE CAVE

ETIQUETA NEGRA

 Por Martín Pérez

Según recuerda Nick Cave, la charla fue por Skype. Warren Ellis y él en Brighton, y el legendario Ralph Stanley y su guitarrista de siempre en Los Angeles. Cave y Ellis acababan de escuchar la versión de Stanley del tema que querían que versionara, pero el problema era que estaba en un tres por cuatro, el ritmo habitual en el que suele cantar el patriarca del bluegrass. Y ellos lo querían en cuatro por cuatro, bien rock’n’roll. Cave ha contado esta anécdota en cada entrevista para promocionar Los ilegales (Lawless), la película que dirigió el australiano John Hillcoat, y para la que no sólo escribió el guión, sino que también –como ya es costumbre–- ha realizado la banda de sonido codo a codo con Ellis, su colaborador habitual en esas lides. Y todas las demás –Bad Seeds, Grinderman–- también. “Ahí estábamos nosotros, desde nuestra pantallita, pidiéndole a Stanley si no podía cantar a capella ese mismo tema en cuatro por cuatro, y el tipo ni siquiera se dignaba contestarnos. Su guitarrista hablaba por él. ‘Stanley nunca hace cuatro por cuatro’, respondía. ‘¿Por lo menos podrá cantarlo en Do?’, insistíamos. ‘Stanley nunca canta en Do’, volvía a responder. Estuvimos así un buen rato.” El tema en cuestión era “White Light/White Heat”, clásico anfetamínico de Velvet Underground, una elección curiosa para que interprete un anciano de 85 años, que ha pasado la mayor parte de su vida lejos de las ciudades, y presumiblemente también de las adicciones. O al menos de esa clase de adicciones. A pesar de las dificultades de negociación, la despojada versión que finalmente llegó a Brighton de Ralph Stanley cantando “White Light/White Heat” acompañado sólo por sus músicos sin dudas es la piedra fundamental alrededor de la cual se construye una banda de sonido sorprendente, uno de los mejores discos del año por derecho propio.

Una breve historia del camino reciente que llevó a Nick Cave al lugar que ocupa hoy en día dentro de la industria cinematográfica. Desde los años ‘80, se hace cargo de las bandas de sonido de su amigo el cineasta australiano John Hillcoat: en 1988 Ghosts... Of The Civil Dead y en 1996 To Have And To Hold, junto a Mick Harvey y Blixa Bargeld. Pero recién en 2005 la colaboración fue más estrecha: harto de leer los malos guiones de westerns que recibía Hillcoat, Cave escribió The Proposition, western australiano con Guy Pearce, entre moscas y ultraviolencia. Fue su primera colaboración musical con Ellis –violinista, reciente Bad Seed, líder de los extraordinarios The Dirty Three–. En 2007 repitieron con otro director austaliano, Andrew Dominik, y la banda de sonido de El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (2007) grabada sin tener como referencia un primer corte de la película. Dos años después, fue el turno de la fallida adaptación de La carretera de Cormac McCarthy, también por Hillcoat. Y aunque Cave nunca tuvo la intención de adaptar alguna historia ajena, Los ilegales surgió porque uno de sus productores puso ante Hillcoat y Cave un libro con la historia de los hermanos Bondurant, que comerciaban ilícitamente con licor en la era de la prohibición, en Virginia. “La novela que adaptamos se llamaba originalmente El país más húmedo del mundo, y su autor era el nieto de uno de los hermanos. Pero el título fue lo primero que debimos cambiar, porque sonaba demasiado porno.” Algo que tenían muy en claro tanto Cave como Hillcoat era que con Los ilegales no era cuestión de repetir el truco de las bandas de sonido anteriores, que constaban principalmente de música instrumental, más la clásica canción cantada para el comienzo o el final. Cave confiesa haberse preocupado por incluir en el guión secuencias narrativas que permitiesen que una canción sonase completa. “Me vuelve loco cuando hay que cortarlas enseguida”, se ríe. Lo siguiente fue imaginar un concepto para la banda de sonido, y Hillcoat y Cave decidieron que iban a trabajar con canciones de rock contemporáneas, pero interpretadas en un estilo musical relacionado con la época en la que estaba ambientada la historia. “Por eso ‘White Light/White Heat’ interpretada por Ralph Stanley –explica Cave–. Para vincular aquella prohibición con la lucha actual contra las drogas, igual de inútil.” Además del tema de Reed, Ralph Stanley también versiona a Captain Beefheart (“Sure ‘Nuff An’ Yes I Do”) y Link Wray (“Fire and Brimstone”). Emmylou Harris hace lo propio con Townes Van Zandt, y también interpreta un original de Cave y Ellis, la balada “Cosmonaut”. Junto a las armonías de Liela Moss (líder de The Duke Spirit), Emmylou hace también un tema de Grandaddy (“So You’ll Aim Towards The Sky), que llega a recordar sus mejores momentos junto a Gram Parsons. Hay también una versión de John Lee Hooker (“Burning Hell”) con la voz de Cave, pero es el único momento en que se lo escucha cantar en el disco. “Lo último que quería era padecer mi voz durante todo el tiempo que se prolongó este proyecto”, explica Cave, que convocó a Mark Lanegan para que, básicamente, hiciera de él. “Conozco a Nick desde 1992, pero la invitación a formar parte de esto apareció prácticamente de la nada y ni lo tuve que pensar –explicó Lanegan–. Me estaban invitando a cantar canciones de las que soy fanático desde mi infancia, como ‘Fire and Brimstone’, de esa obra maestra que es Link Wray, el disco de canciones que Wray grabó a comienzos de los ‘70.” La clave de la banda de sonido, sin embargo, más allá de los invitados y la selección de los temas, es el grupo básico que los interpreta, liderado –obviamente– por Cave junto a Ellis, y bautizado The Bootleggers. Con Martyn Casey, el bajista de los Seeds, y George Vjestiva, guitarrista de Groove Armada y viejo conocido del grupo, los Bootleggers intentan hacer bluegrass sin saber hacerlo, y por eso suena tan punk. “La idea general de los tipos con auriculares y anteojos negros que supervisaron las sesiones era que estábamos haciendo un demo. ‘Ya verán cuando lleguemos a Los Angeles y consigamos a los músicos de bluegrass de verdad’, era el espíritu. Pero con Hillcoat sabíamos que no queríamos eso. Más que nada porque los hermanos Coen ya lo habían hecho, y muy bien, con O Brother, Where Art Thou? Lo que nosotros teníamos entre manos era otra cosa. Era música realmente cruda, hecha en un cuartito de Brighton, y hubiese sido un asesinato tratar de pulirla. Porque sangraba por todos lados, y era justo lo que estábamos buscando. Y, finalmente, nos salimos con la nuestra.”

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