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Sábado, 22 de noviembre de 2014

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Inquisición

La violación y desconocimiento de derechos personalísimos, inalienables, irrenunciables e imprescriptibles por ley no puede ni debe tolerarse. Constituye un deber publicar y no consentir este tipo de avasallamientos propios de la Edad Media.

El martes 18 de noviembre concurrí a la Pontificia Universidad Católica Argentina, sita en Pellegrini 3314, con motivo de entregar una nota dirigida a su decano, Nélson Cossari, requiriendo la extensión de un certificado analítico. Traspuesta la puerta del ingreso principal, me encuentro con molinetes que impiden el paso y con un hombre sentado detrás de un mostrador a la derecha. Para explicarle el motivo de mi presencai me exigió la entrega de mi documento nacional de identidad, previo a todo trámite, y lo retuvo por un tiempo prolongado fuera de mi vista para, a continuación, hacerme mirar a una cámara que posicionó adelante mío, finalizado todo lo cual me devolvió el DNI y me franqueó el paso pasando una tarjeta por el molinete contiguo.

Si bien puede entenderse que se tomen medidas de seguridad, lo que no puede admitirse en absoluto es tamaña agresión violatoria de todas las normas y garantías constitucionales protectoras de la persona y la privacidad. El trato (o maltrato en este caso) que se me dio corresponde al de un objeto, a una cosa. Ni siquiera un contrato donde uno renunciara expresamente a estos derechos valdría, ya que son derechos a los que no puede renunciarse y que no prescriben nunca.

La Universidad Católica (que es beneficiaria de un subsidio estatal) no es un señorío feudal con autoridad absoluta sobre sus siervos, pero este personal de seguridad demostró con sus actos todo lo contrario, sino olvidar, además, que se trata de un particular que carece de toda autoridad para actuar como lo hizo y mucho menos en desmedro de la integridad y probidad de otro ciudadano. En todo caso, es el personal policial, munido adecuadadmente con insignias identificatorias de rango y nombre, el que cuenta con esa facultad delegada, en circunstancias específicas y con la debida tutela de los derechos y respeto.

Esa misma diligencia y presteza observada por el personal de la UCA n cuanto al ingreso no resulta equitativa con la información dada en Alumnado de la carrera de Derecho al recibir la presentación, al manifestar que "no cuentan con datos antiguos en el sistema". Por lo visto, sí cuentan con mi cara y mi DNI pero no con los registros de exalumnos que pagaron rigurosamente la cuota.

Marta Daney

Abogada, Contadora Pública Nacional y Licenciada en Administración

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