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Jueves, 6 de octubre de 2011

PSICOLOGíA › PSICOANáLISIS EN LA SUBJETIVIDAD DE LA éPOCA

En busca de la felicidad de vivir

 Por Osvaldo Delgado*

Nuestra práctica clínica tiene como partenaire permanentemente a la civilización contemporánea. Por eso un psicoanalista --como dice Lacan-- debe estar a la altura de la subjetividad de su época. Porque el partenaire de nuestra práctica, así como es una práctica separada de los ideales, de las morales culturales de cada momento, como fuera del mundo en ese sentido, no es sin el mundo. Se requiere de una distancia para poder operar desde un lugar por fuera de una moral, los principios o las modas de cada momento histórico, de cómo cada época vive la pulsión, lo diría así Jacques Lacan con más rigurosidad. Con una relación de distancia pero no sin el mundo en donde esa práctica se ejerce. Además, el psicoanálisis no podría subsistir en un estado totalitario.

Todo refiere a que Freud dice que no hay nada más insoportable que una cantidad infinita de hermosos días. Uno también empieza a desear que llueva, que caigan piedras, porque el efecto es efecto del contraste. Marca una dimensión de algo que va a trabajar Freud en un texto que se llama Lo perecedero o La transitoriedad que es un diálogo con un poeta que le dice a Freud que él no puede disfrutar de las flores de la primavera porque después de la primavera viene el verano, el otoño y el invierno y queda todo helado y muerto. ¿Cómo va a disfrutar de eso?

Freud le dice que es justamente por eso. Disfrutar de las flores de la primavera es porque después viene el verano, el otoño, el invierno y no hay más. Justamente por eso, porque no hay más que eso. Freud tiene una relación con la ética de la vida muy especial.

Entonces, la felicidad no está en el programa de la creación. Hay una satisfacción a partir de la que Freud produce la pulsión de muerte, la satisfacción en buscar agredirse y agredir a otro como inherente al ser humano, que marca un punto de imposible en la vida gobernada por el principio de placer.

Un análisis implica, en última instancia, como decía Lacan en sus conferencias de Estados Unidos cuando le preguntaron cuándo un análisis estaba concluido y él decía "cuando un sujeto es feliz por estar vivo, por vivir". Ahí termina el análisis: feliz por vivir, por estar vivo.

Ahora, cada uno en ese estar vivo y en ese feliz por estar vivo, cada uno es irrepetible, no hay un para todos.

El psicoanálisis como tal, su práctica, lleva a que ese sujeto pueda encontrar sus modos de dicha, sus modos de encuentro con alguna dimensión de felicidad, a su modo, de acuerdo a su más absoluta singularidad. No hay una fórmula para todos, no existe, es caso por caso. Lo que a alguien le satisface no satisface a otro. No hay una satisfacción que valga para todos, salvo cuando se producen los fenómenos de masa.

*Psicoanalista. Profesor Titular de Psicoanálisis Freud I en Facultad de Psicología UBA.

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