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Jueves, 17 de abril de 2014

PSICOLOGíA › LOS DESAFíOS PARA ABORDAR EL ACOMPAñAMIENTO TERAPéUTICO

Una compañía justa para habilitar la palabra

 Por Esther Tocalli*

La demanda de acompañamiento terapéutico ha ido en aumento y apoyada por distintas disciplinas y discursos: el psicoanálisis, la psiquiatría, el arte, la pedagogía.

El acompañamiento terapéutico implican a mi entender una praxis (del griego antiguo, práctica) que significa acción, pero con un sustento teórico. Esto es que difiere de la pura especulación o de la contemplación, el acompañante terapéutico es "secretario", testigo, testimonio de existencia. Su posición es la de semejante, aliado, otro especular, en un encuentro donde todos están implicados. La teoría es aquí la clínica del caso por caso, momento a momento.

Su tarea no es etiquetar, ni normalizar, sino que contribuir al despliegue de lo singular de cada sujeto.

Con el término acompañamiento podemos ubicar un lugar donde se intenta sostener la particularidad de un acto, se interroga la relación del sujeto, su lazo social. El acompañamiento terapéutico es algo que se hace entre dos, lo que se muestra del acompañante tendrá relación con el acompañado.

Se plantea la necesidad de un trabajo multidisciplinario donde el acompañante terapéutico hace parte de la red interdisciplinaria, su posición incluye los distintos discursos de manera crítica, acompañando a los distintos profesionales a desestigmatizar.

Es en este contexto donde la figura del acompañante terapéutico cobra una considerable importancia, con las otras disciplinas, con la familia y el entorno social, con los prejuicios que siempre están presentes en esos ámbitos.

El transitar por la ciudad, acompañar un recorrido, recorre una calle, responder a los signos que la ciudad y sus habitantes le ofrecen, hace que se produzcan momentos donde el acompañante apunta a posibilitar que el acompañado se sienta seguro y auxiliado por el vínculo y la creatividad del acompañamiento, tratando de que ese ámbito se vuelva vivible.

Por ejemplo, llevar a cabo una compra o demandar algún servicio. Son situaciones cotidianas que señalan el compromiso de un sujeto con su singularidad y con la forma en que esa singularidad se enlaza con lo social.

Desde el acompañamiento terapéutico estas situaciones son el espacio óptimo para un efecto terapéutico.

Finalmente, el acompañamiento no apunta a educar, adaptar, sino a promover las construcciones de las producciones del acompañado, de cómo éste habita su mundo y ayudar a habilitar la palabra.

Desde la necesidad de formación del acompañante terapéutico, existen diferentes espacios que lo capacitan en este reconocimiento de hecho que es la demanda de la que es objeto.

* Psicoanalista. Coordinadora del curso de acompañantes terapéuticos que se dicta en la Asociación del Personal No Docente de la UNR: [email protected]

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