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Viernes, 16 de abril de 2010

A LA VISTA

Dancing queen

Designan a Diana Bellessi Ciudadana Ilustre de Buenos Aires

Hace un año, en el Club Estrella de Maldonado, Diana Bellessi presentó Tener lo que se tiene, su obra reunida. Un tiempo antes, en el Museo de Arte Decorativo, el Fondo Nacional de las Artes le otorgaba el premio a la trayectoria. En las dos oportunidades, amigxs, alumnxs y gran parte de la comunidad poética estuvieron ahí, festejando con ella. Lo mismo había sucedido en 2002 cuando su libro Mate cocido fue presentado en el salón de la biblioteca, anarquista de la FLA. De todos sus poemas, los de Mate cocido fueron, quizá, los más cercanos en registro lírico y temática al decir de los sectores populares, y surgieron en los años previos a 2001, consolidándose en el hervor de aquel diciembre. Cuando Bellessi leyó junto a otros poetas en la Asamblea Popular de San Telmo, a beneficio de la construcción de un comedor comunitario, lo hizo sentada en una silla de plástico y rodeada de lamparitas de colores. Entonces lo único que se podía celebrar era la acción mancomunada, la renacida ilusión de la lucha conjunta. Bellessi conocía, conoce, muy bien estas esperanzas surgidas de las fuerzas que se despiertan en los peores momentos. Por un año fue okupa en el Fuerte Apache, durante tres dio clases de escritura en las cárceles, pasó los de la dictadura en una isla frente al Paraná y recorrió el continente a pie, sin dinero, enfrentándose por una larga temporada a las más diversas realidades. Cuando Bellessi dio, ya hace casi una década, una charla en la Universidad de Nueva York sobre Gabriela Mistral, enumeró una serie de cuestiones en común con la chilena y también algunas diferencias. “Somos maestras las dos, somos poetas, yo soy lesbiana confesa y ella no”, dijo la autora de Eroica, esta vez sentada en la silla de una sala de conferencias. Diana Bellessi recibió la beca Guggenheim en 1993, la beca a la trayectoria en las Artes de la Fundación Antorchas en 1996 y también el Premio Konex. Viajó por varios países del mundo para leer en público y para dar clases. Su obra se ha ido modificando enormemente desde el fresco e impactante Crucero ecuatorial (1981). Sin embargo, esta autora es reconocible en cada tramo de su largo recorrido. Para su poética no existe la insignificancia; la exaltación de los detalles de la vida es continua. O quizá sea un error hablar de “detalles” al evocar versos que buscan integrar tamaños y dimensiones aparentemente opuestos. El 23 de abril a las 19, en la Casona de Thays del Jardín Botánico, Diana Bellessi recibirá un reconocimiento: el de Ciudadana Ilustre. Ella misma eligió ser acompañada por las cumbias y alegrísimos ritmos de la banda Tumbamores, para poder bailar todos juntos hasta que las velas no ardan. Se lo da el gobierno de la Ciudad, sí, y ésta es quizás una de las pocas cosas que haga esta gestión acorde con el sentir de un sector de la cultura y del pueblo. Es más: quizá no importe quién se lo entrega en mano, quién diga las palabras alegóricas en esta ilustre ocasión. Que Diana sepa que en el fondo no son ellos, que este reconocimiento se lo damos nosotrxs.

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