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Viernes, 30 de julio de 2010

PELOTAS

La venganza de los marginados

 Por Facundo R. Soto

Del 31 de julio al 7 de agosto, en Alemania, se celebrarán los “Gay Games 2010”. El evento se realiza cada 4 años y éste es el número 7. Participaremos más de 12 000 deportistas de todo el mundo. Desde que volvimos del Mundial de Estados Unidos, el año pasado, comenzamos a prepararnos para este torneo, en nuestro rubro, que es el fútbol. En lo físico, con los entrenamientos. En lo psicológico, soñando con estar en el evento más importante de la comunidad (y que paradójicamente menos difusión tiene por estas pampas). No solo se trata de una competencia deportiva, sino de integración y acceso al intercambio cultural y social. En el equipo tenemos jugadores que entrenaron en las inferiores de clubes de primera, y que al no sentirse cómodos se alejaron. Otros, que nunca tuvieron esa oportunidad, así como tampoco la de salir del país. El sueño del equipo es poder ir a Alemania, y ocupar un lugar en el campo de juego. Hace un año que soñamos con ese momento. Nos gustaría ser parte de la película, que podríamos llamar: “La venganza de los gays”, o mejor, “De los que estuvimos en los márgenes” (afuera del campo, alcanzando las pelotas que los otros pateaban, para pasar a moverla, meterla, y festejar). Esta vez es nuestro turno. Vamos a ir: a jugar, y a ganar. Representaremos a la Argentina, a los que están “out” y a los que no. Por eso, el eje de esta convocatoria es “Be part of it” (Forma parte de esto).

En la última edición, realizada en el 2006 en Chicago, el evento tuvo más de 12.000 participantes repartidos en 30 deportes. Mirando el video de la apertura con Los Dogos DAG (Deportistas Argentinos Gays) nos parecía imposible realizar este sueño para el que nos preparamos. Los costos son en euros y tenemos deudas. La típica canción gay que representaba la edición anterior desgarra sentimientos de liberación, complicidad y hermandad. La llevábamos pegada a todos lados, acompañándonos en nuestro sueño. Queríamos estar ahí, lo deseábamos como resultado de tantos entrenamientos con frío, en canchas con pozos, con mochilas haciendo de arcos. “El Doc” nos dijo:

–Chicos, esta vez es imposible, además cerraron la inscripción.

–Otra vez nos quedamos afuera –concluyó “El Furia”.

Un mes después apareció una donación del padre de un jugador del equipo que nos permitía viajar a todos.

La fiesta de apertura en Alemania dura una semana. En nuestro equipo ya comenzó con la noticia que recibimos. Saltamos abrazados, agradeciendo a la comunidad gay que nos hayan dejado inscribir fuera de término, que existan estos torneos, y al pibe que hizo todo para que fuésemos. Si bien no estaremos como nuestros amigos mexicanos en el Hilton, o como los de Seattle en el Four Seasons Hotel, vamos, y los organizadores nos consiguieron hostels y casas de familia para alojarnos. También llevaremos arroz, atún y barritas de cereales.

Todavía me asombro cuando me preguntan:

–¿Pero por qué jugás en un equipo gay? ¿No se están marginando ustedes mismos?

Tomo aire y pienso en otra cosa antes de contestarle.

–El propósito es divulgar y aumentar el autorrespeto de las lesbianas y gays. Este tipo de eventos internacionales (con la ilusión de poder participar) nos da energía para sobrevivir durante el año...

–Sorry, pero... ¿todavía hay discriminación?

Me canso. Prefiero hacer acopio de la energía para jugar y participar.

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