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Viernes, 24 de septiembre de 2010

Concejala que no da consejos

Alejandra González Pino es concejala de Lampa, comuna al norte de la Región Metropolitana de Chile. Es la primera edil trans de ese país y también de Latinoamérica, donde poco a poco pero paso a paso van apareciendo cada vez más políticas trans. Ahora que va por su segundo mandato, en un contexto donde la derecha ha ido ganando espacios, la concejala no da consejos, pero sí se siente en condiciones de hacer balance, planes y críticas a la propia comunidad.

 Por Diana Sacayán

Contame un poco cómo se dio tu incursión en política y cómo llegaste a concejala.

—Bueno, yo tengo un trabajo social de larga trayectoria en la comuna donde vivo, que se llama Lampa, en un sector que se llama Batuco; entonces a raíz de este trabajo social, la misma comunidad me solicitó que me presentara como candidata a concejal para la comuna de Batuco. Mi acercamiento a un partido político, que es el Partido Humanista, fue en el año 2003 y en 2004 se hicieron las elecciones. Había seis lugares, yo salí en el sexto. La mayoría de los concejales era de la Concertación; de derecha, uno solo. En las elecciones siguientes me volví a postular. Creo que le demostré a mi comunidad cuál había sido mi trabajo y la comunidad respondió. Gané como candidata en 2008 del Partido Socialista. Claro que ahora la derecha se posicionó, fijate que ahora son mayoría de concejales.

Aprovechando el lugar estratégico donde estás, ¿realizaste trabajos orientados a la participación de la comunidad trans, o que de alguna forma las favorezcan?

—A ver... En mi primer año empecé trabajando con el tema de violencia intrafamiliar; abordamos desde este punto la violencia de género. Luego abordamos el tema del VIH/sida, para visibilizar y sensibilizar a la comunidad, pero que no es un tema específico para la comunidad trans sino para toda la comunidad. Formamos con Vivo Positivo con Vida Optima, con el movimiento unificado de minorías sexuales y hubo llegada a personas trans, gays y lesbianas dentro de mi comunidad como para que recibieran el trato digno que se merecen. Después de este proyecto empecé a trabajar con abuso y explotación de menores y trata de blancas. Tuvimos un resultado muy bueno, logramos hacer llegar la información a las personas y también se logró desmantelar una red de tráfico y trata de personas en la provincia de Chacabuco. Concretamente, el jefe de esa organización hoy tiene una condena de reclusión por 15 años. También, desde la comisión de vivienda e igualdad y no discriminación, venimos trabajando para el acceso de todos/as a una vivienda confortable y digna. Ahora, atención, hoy por hoy, por decisión del nuevo gobierno, todos estos proyectos en los que habíamos avanzado se suspendieron. Así que estamos trabajando con la comunidad para lograr retomarlos, y concientizando sobre los servicios públicos de buena calidad.

¿Sentiste alguna vez que te pusieran obstáculos por tu condición de trans, aunque no hayan sido directos, pero que vos sentiste que fue por tu condición de género?

—A ver... la discriminación se manifiesta en distintos lugares y en distintas poblaciones. Yo he sido víctima de, pero nunca directa, siempre encubierta. Como ejemplo te cuento que hoy tengo las puertas cerradas en el municipio por tres ejes: mi condición de género, mi condición política y la visibilidad que yo les quiero dar a ciertos temas, a los que se oponen abordar. Ahora, a pesar de todas estas puertas cerradas, tengo la habilidad de ir esquivándolas, rompiendo estas barreras para poder lograr el objetivo que yo quiero lograr. Tengo como positivo que estoy bien catalogada en mi comunidad y que la sociedad me acompaña.

¿Se te respeta tu nombre como concejala?

—Las cosas ahora están más difíciles, porque hay otro panorama político. Se puso más difícil porque, obviamente, la derecha no quiere saber nada con el tema del género. En concreto: yo no me puedo llamar Alejandra porque, para el gobierno, el que tiene la voz que te ha dado el voto del pueblo no es Alejandra, es Felipe. ¿Te fijas? Pero es una cuestión que voy a trabajar, que a lo mejor reconozco visibilizarme un poco más como activista trans, pero es un proceso y ese proceso hay que trabajarlo, y que mi visibilidad pueda a la vez hacer visibles a otrxs compañerxs.

¿Se acercan compañerxs trans a tu despacho?

—Sí. Mira, yo trabajo con una organización que se llama Unión Juvenil para el Desarrollo de la Minoría, que abarca también a personas trans, entre otras poblaciones consideradas “minorías”; y hemos trabajado para que en los proyectos que desarrollamos también estén personas trans haciendo la promoción. Quizá no ganen mucho, pero es una opción y también hemos logrado beneficios desde la educación para lograr que las compañeras sigan estudiando.

Esto es la vida pública. ¿Y por casa? ¿Tenés familia?

—Tengo a mi madre que se llama Adriana, a quien quiero con todo mi corazón: ella tiene 86 años y es minusválida. También vivo con mi hermano menor. Es un entorno lleno de cariño para mí; mi contexto familiar es muy importante, porque de allí yo encuentro respeto, porque allí nació mi vocación política. Hoy por hoy no dedico mucho tiempo a mi familia porque el trabajo es mucho. Pero es esencial para mí la relación que tengo con ellos; esto me da estabilidad, me dota de habilidades, de capacidad y de astucia para lograr lo objetivos en mi vida. En cuanto a la relación con la sociedad, siento que soy muy querida; a pesar de que sea una comunidad muy machista, siento que se me respeta; que se respetan mi vida y mis decisiones, que se respeta también mi forma de trabajo, mi forma de hacerme visible. Ahora, esto que te digo no se da así en la propia comunidad gay.

¿Cuál es tu crítica a la comunidad gay?

—Te venden la idea de la integración, pero en las actitudes y decisiones políticas se esconden la discriminación y la transfobia. Se nota en la toma de decisiones, en la restricción de nuestra participación; se siente como que hay una competencia, siempre juegan a ser los mejores, ellos hacen las cosas bien, nosotras somos las desprolijas. Obviamente quieren controlar el poder y el que tiene el poder es el que lo controla, pero no se lucha por los objetivos de la comunidad trans. Por ejemplo, no hay lucha real y concreta por la ley de identidad de género, por la llegada a una salud adecuada, como todo ser humano se lo merece; que se nos dé la posibilidad de adquirir una vivienda digna, de adquirir el derecho laboral. A nosotras nos trasciende la posición de clase y eso hoy en día en Chile no se está trabajando; dentro de la comunidad Glttbi sólo se aborda lo que a los gays les interesa, lo que ellos quieren desarrollar, pero no va en beneficio de toda la comunidad Glttbi. Aquí no se trata de quién tenga más protagonismo, acá se trata de unirse y armar una agenda que nos represente a todxs.

¿Vos estás dispuesta a abrir una brecha para romper esa relación desigual?

—Pero por supuesto; esto no lo voy a poder hacer sola, tiene que haber disposición del otro lado para armar una alianza que sea respetable. Una alianza sincera, no oportunista, que no busque el objetivo individual, una alianza estratégica y política en beneficio de toda la comunidad Glttbi, no sólo en vistas de un objetivo político u organizacional.

¿Te sentís una privilegiada por estar ocupando este lugar?

—Primeramente me siento privilegiada porque toda una comunidad creyó y votó por mí en dos mandatos, porque creyó en mi proyecto, que aún cree en mi construcción de trabajo: por el acompañamiento de esa gente me siento privilegiada. Por otro lado me siento una privilegiada cuando conozco las situaciones que tienen que pasar mis compañeras para poder sobrevivir.

¿Pensás postularte de nuevo o tenés planes mayores? Tal vez la presidencia...

—Hablando en serio, hay algunas voces que se escuchan por ahí que me solicitan que yo vaya de alcaldesa. Pero eso no pasa por una decisión mía sino que lo tengo que negociar dentro de los partidos políticos. Bueno, si así no fuere, me vuelvo a presentar como concejala para las próximas de 2012. Hay que saber aprovechar las oportunidades que nos da la vida o que nos da un proceso. Siempre debemos en cada situación saber sacar partido.

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