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Viernes, 11 de febrero de 2011

SOY POSITIVO

La sala de espera

 Por Pablo Pérez

Antes de la consulta con el infectólogo, a T le gusta tomar un café con leche y medialunas en la cafetería del hospital. El hombre que lo atiende lo conoce hace ya más de diez años, desde cuando llegó por primera vez a la consulta, con veinte kilos menos y caminando como un zombi. “¡Vos sí que sos un héroe!”, le dice y le da una palmada en el hombro. “¡El héroe es el Dr. R! Si no fuera por él...”, contesta T. Después del café va a la sala de espera, porque el altavoz por donde llaman a los pacientes no se oye desde el bar. Al contrario de lo que le pasa a la mayoría de la gente, a T las salas de espera le gustan; aprovecha ese rato, que a veces es de dos horas o más, para leer. Esta mañana no puede avanzar ni una página con la novela que trajo, porque un nenito sentado en el asiento de atrás no para de moverse y patearle la silla. Pero hay algo más que lo distrae: antes de ir al hospital pasó por el laboratorio a buscar los resultados de los últimos análisis que se hizo. Siempre los lee antes que el médico, y esta vez vio que el VDRL le dio positivo. Como no tuvo síntomas, supone que debe tener sífilis. Tal vez tenga un chancro en la boca y por eso no se dio cuenta. En el culo no, siempre usa forro... Si alguien tiene un chancro en la boca, ¿podrá contagiar a otro con un beso de lengua? Siempre se olvida de preguntárselo al médico. El médico ya le dijo que la fellatio sin preservativo es una práctica de bajo riesgo para la transmisión del HIV, pero de alto riesgo para la transmisión de venéreas. ¿Y los besos?

Hace cuentas. La última vez que cogió fue con P, hace dos meses. La semana anterior se habían enfiestado juntos. Es probable entonces que P también tenga sífilis. T se da cuenta de que sigue queriendo a P, le gustaría que volvieran a hablarse, a coger, a ser los compinches que eran. Todavía no entiende por qué se distanciaron, pero no pueden seguir viviendo juntos así. La sífilis no le parece el mejor tema para retomar la conversación, pero es un tema al fin, un tema que además le va a servir para sacar de nuevo el otro gran tema, fue eso lo que los distanció: la locura de P, que siendo seronegativo le pide que se lo coja sin forro. L puede entender que un seropositivo decida practicar bareback. T ahora se da cuenta de que cogiendo con tantos tipos, aunque sea con forro, no está mucho más a salvo, porque las venéreas se las sigue agarrando... El nene de atrás le patea una vez más el asiento y lo devuelve a la sala de espera, donde soñaba despierto con la novela en una mano y el sobre con los resultados en la otra. Cada vez que un VDRL le da positivo se embronca con el médico porque no le indica desde el comienzo el análisis cuantitativo, así ya saben si la que tiene es una sífilis nueva o la secuela de una anterior, odia las inyecciones de penicilina, son dolorosísimas, un castigo por ser tan puto, piensa. “T R, consultorio dos. T R, consultorio dos”, es la voz de su médico que lo llama por el altoparlante.

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