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Viernes, 17 de febrero de 2012

ENTREVISTA

Parte de la religión

La Iglesia de la Fraternidad de la Comunidad Metropolitana se reconoce como heredera de la tradición protestante y sus miembros provienen de iglesias históricas (como luteranos y metodistas) y pentecostales. Pero su característica más conocida es que da la bienvenida a personas de la comunidad LGBT. Ahora escuchemos la palabra de uno de sus miembros.

 Por Facundo R. Soto

La ICM que funciona en Buenos Aires está haciendo el trámite para obtener el registro de culto y la personería jurídica. La historia local de esta iglesia data de veinte años atrás con el protagonismo de la figura –en los ’90– del pastor Roberto González, que ahora tiene la Comunidad Cristiana Inclusiva. Entonces los miembros, que no llegaban a cien, se reunían en locales que ellos mismos alquilaban. Con la partida de González al exterior, el que ocupó el pastorado fue Alejandro Soria, un ex seminarista católico y militante de la CHA. Esta segunda etapa visibilizó a ICM con un programa de trabajo social en la comunidad Lgbti. El reverendo Alejandro Soria continúa su trabajo social de visibilidad y espiritual dentro de la Misión Sacerdotal Tercermundista. Pero el nacimiento de ICM o M.C.C. (Metropolitan Community Church) se remonta a mucho tiempo atrás, en el ’68, con el pastor y teólogo Troy Perry, quien viene de una tradición evangélica pentecostal, o sea de los más efusivos, barderos; los que hacen campaña en la calle con parlantes con música de rock, cumbia. En un principio, comenzaron reuniéndose en el living de su casa con el objetivo de orar, de leer la Biblia En sus libros, con la bandera gay flameando de fondo, Troy Perry profundiza en el Antiguo y el Nuevo Testamento, y a nivel teológico dice que la Biblia está mal traducida. Tienen iglesias en más de 25 países, 300 congregaciones y unos 45.000 miembros adherentes. Dicen que Jesús nunca discriminó y que se puede conciliar la fe y la homosexualidad.

Marcos Saúl Sánchez, coordinador de la ICM en Buenos Aires, pasa en limpio este mensaje: “Me gusta vivir la religión desde la parte lógica. No de sometimiento y obediencia. Sino la práctica, que es la de ir a los geriátricos para visitar a las personas que están solas, ayudar a los más necesitados, generar vínculos de amistad, que es básicamente la idea de la iglesia. Pero hay gente que entiende religión como fanatismo: van todos los domingos a misa, se sientan siempre en el mismo lugar... y no pueden cuestionar la interpretación de la Biblia. Decimos que Dios ama a los homosexuales y no nos pide que cambiemos. Y no lo decimos de un día para el otro, es un proceso que implicó estudio y lectura. Sabemos que miles de personas sufrieron depresión y hasta se han suicidado por esto, es una carga muy pesada la que llevamos”.

¿Cómo manejan el tema de la culpa que generó la Iglesia y el hecho de ser ustedes mismos, dentro de un culto, una franca minoría?

—Siendo adultos. Entendemos que hay cosas que son parte de la naturaleza, como la masturbación, por ejemplo. El tema de la culpa hay que entenderlo desde sus orígenes, pensar qué es lo que se condena y por qué. ¿Qué se condena, ser homosexual? Después de formular la pregunta vamos a los fundamentos.

¿Y cuáles son los fundamentos?

—Por ejemplo, en cuanto al Antiguo Testamento, que es donde la gente fanática se apoya para decir que la homosexualidad es abominación, demostramos que está fuera de contexto. La gente que hace marchas contra los gays, la gente que estaba en el Congreso cuando se aprobó la ley del matrimonio igualitario, dice que la homosexualidad es abominación. Sacan de contexto una frase y la traspolan a su territorio. Era abominación comer cerdo. Era abominación ponerse túnicas de diferentes colores. Era abominación mezclar las semillas en la misma siembra y, sin embargo, hoy nadie ve eso como una abominación. Dios no condena a los gays; cuando se escribió la Biblia, la palabra homosexual no existía. Ahí tenemos un tema de traducción. La fundamentación de teólogos, eruditos, traductores neutros, muestran que la homosexualidad y la religión son compatibles. Critico a los religiosos fanáticos, pero los escuché para poder decir que el problema mayor que tienen es que no saben interpretar la Biblia, no toman en cuenta a quién fue dirigido, ni el contexto. Todo eso acarrea prejuicios, fobias. También hay malicia y hay personas que no tienen conocimientos...

En el centro hay una iglesia bautista donde hace unos años hacían talleres religiosos para curar la homosexualidad.

—El pastor de esa iglesia decía que era psicólogo y que venía para erradicar la homosexualidad. Cuando el pastor nuestro se enteró lo denunció en el Inadi, después de tanto luchar por este tema, declaró en la Justicia a favor de la denuncia que hicimos nosotros.

¿Qué actividades hacen en la iglesia?

—Participamos de las Marchas del Orgullo. Los domingos, a las 18, nos juntamos en una capilla en Flores (Camacuá 282). Otras Ovejas es el nombre de la Fundación, sin fines de lucro, que busca contrastar el concepto de abominación y condena. Hacer conciencia en las personas, enseñarles con fundamentos científicos, históricos y bibliografía, con acceso a la información: que Dios no condena la homosexualidad. Lo que condena es la injusticia, la opresión. Dios no puede condenar el amor entre dos personas adultas y consensuadas, porque Dios es amor. El sábado 14 de enero tuvimos el primer casamiento de dos chicas en la capilla que nosotros alquilamos. Más allá de ser una iglesia, somos un grupo humano. Mucha gente, más allá de lo que haga en la intimidad con su sexualidad, tiene fe, y está bueno que tengamos un lugar para encontrarse. Ellas nos conocieron en una marcha, hace dos años. Les dijimos que somos una iglesia inclusiva, que no condenamos a la homosexualidad, de hecho nuestros pastores son gays. Y además somos ecuménicos, no solo católicos o evangélicos exclusivamente, tenemos un pastor bautista evangélico, uno presbiteriano, Testigos de Jehová, católicos, pentecostales, del séptimo día, hay de todo. Hay música, festejamos los cumpleaños, comemos...

¿Y sexo?

(Risas) —Yo, desde que tengo uso de razón, siento atracción por las personas de mi mismo sexo, cuando era chico me gustaba mi primito, mi vecino y nunca tuve deseos por una mujer. Empezamos siendo un grupo de estudio, bíblico, con gente instruida. Al principio era más debate, después más en profundidad, con contexto histórico, social. Cantamos y generamos vínculos.

¿Parejas?

—Hay gente que viene con la idea de: soy gay, soy cristiano ¿qué mejor que encontrar mi pareja en la iglesia? No es que estamos en contra, pero no es el objetivo, porque no queremos que la iglesia se transforme en un lugar de levante, para eso vamos a un boliche y listo. Tampoco podemos decir no lo hagas, pero no fomentamos eso.

¿Qué target tienen los fieles?

—El promedio de edad de la gente es de 18 a 50, pero viene más la gente joven, y los varones son mayoría, por ahora un 10 por ciento son mujeres. Tampoco podemos sacarles una radiografía a todos, hay gente que va al grupo, se siente bien, participa y listo. Otros, de a poco nos van contando cosas, otros no. La mayoría somos gays, lesbianas. Por ahora no tenemos travestis ni trans, pero porque no se dio. Nos encantaría que vengan...

¿Por qué Otras Ovejas? La imagen de las ovejas mansitas, la verdad es que no me gusta...

—Hay un pasaje donde Jesús dice que tiene otras ovejas que vino a buscar, que no son las que todo el mundo cree. Esas otras ovejas son las personas marginadas. Jesús se refería a esas personas. ¿Escuchaste hablar del Centurión? Es una historia que si no es gay esa parábola... deja mucho que pensar. Es un jefe romano que tiene a su esclavo enfermo. Se va a pedirle a Jesús que lo sane, en esa época había mucha superstición y se escuchaba decir que Jesús era un sanador que hacía milagros y proezas... El se enteró y fue a verlo a Jesús como jefe de un ejército. Los discípulos le dijeron que vuelva más tarde, que Jesús estaba ocupado. Insiste tanto que Jesús le tenga compasión y cure al esclavo. Jesús se sorprende y le dice que la fe de él ya lo sanó, que no había visto en esa ciudad tantas ganas de que esa persona se sanara. El jefe se humilló frente a una persona simple, hasta ese momento, ¿por qué? Entre líneas está el amor que Centurión tenía por su esclavo. Entiendo la imagen de sometimiento que decís, de las ovejas, pero acá son Otras Ovejas. Cuando fui a la última Marcha encontré un pin que me compré que dice “Soy la oveja rosa”, y me gustó. Oveja negra por ser gay no, porque no estoy haciendo nada malo. Creo que Jesús vino para los marginados, Lazaro, María, personas solteras...

¿Pensás que se puede ser religioso y no fanático?

—Yo recorrí varias iglesias e intenté integrarme a varios grupos religiosos, sin dar a conocer mi identidad sexual. A los 15 años busqué en la Iglesia Católica y no encontré un lugar, me aparté. El detonante fue cuando tocaban el tema de la homosexualidad, lo hacían desde un altar tan homofóbico, que yo me sentía excluido. No tenía que decir nada, me iba como si me hubiesen echado flit. Gracias a Dios soy así como soy desde que nací, es algo natural. La Iglesia, de acá a cincuenta años, la veo difícil, porque son muy cerradas. Mi familia concurre la iglesia evangélica y el pastor el año pasado les recomendó que no tuvieran televisor para no pecar. A las iglesias les cuesta entender esto, de las malas traducciones e interpretaciones, y como no se profundiza ni se incentiva el estudio, sino que se fomenta la idolatría... Por eso nadie cuestiona nada...

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Imagen: Sebastián Freire
 
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