soy

Viernes, 18 de abril de 2008

LUX VA > A BACH BAR

Cantar es un sueño

Lux se pierde por un escote en un bar donde el canto hace que las estrellas sean todxs.

Fue un acto reflejo, se los juro. Sebastián me lo advirtió, es verdad, pero es que yo estaba en trance, trance de amor y dolor de domingo a la noche. Es como que necesitaba calor humano, un abrazo que me consuele, una lágrima compartida, el tibio aroma que exhudan las tetas de las chicas cuando te aprietan contra ellas ¿Qué? ¿Nunca tuvieron una pena de amor? ¿Nunca añoraron tener una pena de amor? ¿Nunca echaron mano a la última pena de amor conocida al menos para poder escuchar un bolero como Diox manda? Sólo quien no se ha revolcado en el barro no sabe de qué se trata el cielo y aunque no lo haya aprendido en el filo del último domingo tengo la sensación de haberme acercado al purgatorio. Como una purga, así fue su rechazo. Porque yo necesitaba algo que apretar y ella estaba ahí, preciosa y redonda, cien kilos de envoltorio para su voz aguda y afinada. Todas las canciones se sabía. Todas, pero todas todas. Y yo me fui arrimando a su costado, pobre perrito de Pavlov respondiendo al acto reflejo que le provocaba la canción de Sandru que dice “todo me recuerda a ti” y que una Karen de campera deportiva y media cola atada sobre la nuca cantaba igual pero igual igual. Me fui arrimando porque ella me prestó la carpeta con las canciones, me explicó de qué iba el cantobar de los domingos, me encandiló con su aire de buch dominatrix en período de reposo, me invitó a mecerme con ella como si tuviéramos prendidos los encendedores en un estadio a oscuras ¡y cuando dejo el rímel sobre su escote me echa como si tuviera sarna!

Sebastián me lo había dicho, pero yo no lo quise escuchar. Decirlo es fácil, fácil hacerse el maestro ciruela con quien como yo anda con el corazón henchido, las partes saturadas y una llaguita en lugar incómodo. Y además, esto también hay que decirlo, en este bar todo está muy junto: las mesas, el escenario, la barra, el baño y la chica de al lado que me tiene locx de amor. ¡Y es fácil el amor tantxs limpostan sus voces mientras la pantalla les sopla la letra! Ellos eligen Cacho Castaña, Jaf, Ricky Martin y César Banana Pueyrredón. Ellas Sandra (¿tengo que decir cuál?), Patricia Sosa, Silvina Garré y Queen. Hay que ver a Luli, por ejemplo, agarrándose la teta en las partes dramáticas de su desgarro de amor en canción, como buscándose el corazón detrás de la carne misma, como si no supiera que el corazón está ahí mismo en el cuenco de su mano. Eso es lo que le dije a mi compañerita de mesa cuando me sacudió de encima, pero ella ya no me escuchaba, arrobada como todas las maricas esa noche, ella la buch que adelanta tanto el culo para caminar que de frente sólo podés rogar que te estrole ese conchazo, ella se iba al escenario. Desde ahí la habían llamado justo después que una señora adorable hiciera un voto por lxs desafinadxs. Porque ella, dijo, viene desde que rompió con su primera pareja, hace diez años, una pareja que le duró ocho, la misma con la que había asistido a la inauguración de Bach, hace 17 largos años. Ella, dijo, había visto crecer y desafinar a lxs que ahora fruncían la cara para llegar alto, más alto en el tema de Witney Houston.

¿Cómo aprenden a caminar así las chicas del Bach? ¿Bach le habrán puesto por buch? ¿Cómo hacen aquí para tener siempre a quien dedicarle la canción como si esto fuera una entrega de martínfierros y ésta la gran familia maricatortillera? Y Lux aquí en el rincón, rímel corrido, ilusiones de estreno, viendo como el escenario de uno por uno alcanza para que cantar sea un sueño de pequeño barcito abierto domingo de madrugada, con un poco de olor a baño, es cierto, pero tibio y mullido como el escote de la compañera de mesa que al final, sólo al final de mi Love of my life you heart me, conmovida por lo mucho que se puede desafinar, se avino a prestarme una caricia. Sebastián tenía razón, pensé ya de salida, cuando a mi corazón herido se había sumado la añoranza nueva de una bocanada caliente de aquel pecho tan argentino.

Bach Bar Cabrera 4339, martes a domingo de 23 a 7

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Imagen: Sebastían Freire
 
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