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Viernes, 10 de mayo de 2013

A jugar con Rufus

El pianista más lindo, más dulce, más triste y feliz del mundo llega a Buenos Aires en su gira “Out of the Game”. La muerte de su madre y el nacimiento de su hija gobiernan el tono del álbum nuevo. Elton, Bowie y Freddie son esta vez los tres ángeles de Rufus Wainwright.

Cantante virtuoso y sensual como ninguno, y pianista con estilo locuelo más elocuente que Liberace, no sólo es amado sino exitoso: compartió trabajo con Burt Bacharach y Antony Hegarty, brilló (literalmente, la comparación con el pianista de los ’70 no es ociosa) en el Carnegie Hall, en The Royal Albert Hall y ahora en Buenos Aires. Hace estilo de todo lo que toca. Es un joven no tan joven, a la antigua y a su vez innovador. Rufus lleva su condición homosexual como quien lleva una estola, entre prenda de humor y de charme. En las entrevistas se distrae hablando de ropa, de comida vegetariana, del colesterol que le sube, del lobo que lleva adentro, de lo buen mozo que es su productor, de lo increíble que es haber armado una familia con su precioso novio. Ser gay es parte del show, sin hacer show. Se ha ocupado toda su carrera de narrar su vida en forma tragicómica y es en este disco donde su yin y su yang aparecen con toda la furia. Hace dos años murió su madre y hace uno que nació su hija. El nuevo disco lleva la sombra o la guarda de dos mujeres, principio y final. La mayoría de las canciones fue escrita luego de la trágica muerte de su madre, y también luego del nacimiento de su hija, que tuvo con su amiga Lorca Cohen —sí, la hija de Leonard—, haciendo honor y coherencia a lo que el mismo Rufus define como su tragicómica vida. “Welcome to the Ball” y “Perfect Man”, de todas formas, pertenecen a su prehistoria, fueron escritas hace un tiempo. El resto es nuevo. Y nuevo quiere decir que cierta oscuridad, cierto tono clásico que chorreaba nostalgia en el concierto dedicado a su madre, en la ópera o incluso en su homenaje a Judy en Rufus Does Judy at Carnegie Hall, han dado paso a un pop más movedizo, más joven, más aparentemente feliz y con tonos altamente glamorosos, especialmente en “Rashida”. Elton John, Freddie Mercury y David Bowie aparecen como citas sutiles. El activismo, el dedo en alto y la tentación de dar consejos sobre el mejor vivir están, pero solapados; apenas dos o tres canciones nos retan un poco.

El miércoles 15 en el Gran Rex, Av. Corrientes 857

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