SENTIRSE ATRAÍDA POR UNA LESBIANA:

–Hay algo de atracción en abstracto. Se trata de la idea, más propiamente de la fantasía de sentirme atraída por una mujer/lesbiana (y el y/o no refleja la tensión que no puede ser reducida a una mera exclusión incluyente o excluyente). De compartir esa generalidad, ese colectivo o comunidad. En casi todas las mujeres/lesbianas que me resultaron atractivas aparecía, sin embargo, alguna traición, alguna singularidad o un modo particular de encarnar de manera tajeante, e incluso desafiante o declinante, esa pertenencia, para algunxs, incluso un exilio. Las hubo más o menos inteligentes, cínicas, crueles, incomprendidas e incomprensibles, dolientes, alegres, pretensiosas y humildes. Todas bell@s, todas feas. Lo estético como expresión de su personalidad.

–Su capacidad (in)finita de sensualidad. Su forma de seducción. Su(s) misterio(s). Su entrega imposible, incomprensible, fracturada, pequeña, finita, cruel, o incluso mezquina, pero siempre desbordada por/en otras pasiones artísticas, económicas, ideológicas, de poder, etc.

–De otra me atrae algo. En especial, que su hospitalidad y su agudeza sean grandes.

–La posibilidad de gozar (nos), de doler(nos), de (no) comunicarnos, de (no) convivir, la posibilidad de ser con-, y de no ser. La posibilidad de ser.otras, de ser nos, otr@s.

–La belleza que tiene algo que ver con lo que corrientemente se tiene por tal. Es decir, aquella que aprecia el modo de presentarse ante al mundo, de hacerse escuchar, ver, y no ver –en la relación con los otros cuerpos y con sí–. Si tuviera que calificar mi apreciación de la belleza, diría que es pornográfica. Lamento que no pueda percibirla de un modo más políticamente (in)correcto.

–El que no seamos iguales físicamente.

Virginia Cano