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Viernes, 1 de noviembre de 2013

UNA FAMILIA MUY ANORMAL

En un sótano, rodeadxs de cadenas, sogas, jaulas y látigos, un grupo de personas unidas por el amor al BDSM se prepara para participar con camión propio en la Marcha del Orgullo. En la conversación con Soy aparecen conceptos bastante poco visitados como “familia leather”, “poliamor” y la representación de los vínculos entre dominantes y sumisos que va mucho más allá de las identidades de género y sexualidades definidas.

 Por Pablo Pérez

En la marcha del año pasado hubo por primera vez un camión de la comunidad leather BDSM. A los leather gay del BALC (Buenos Aires Leather Club) se les unió un grupo más diverso, formado en su mayoría por gente que se había conocido a través del foro Mazmorra. Una noche en la Casona del Sado, en la previa de una de las fiestas organizadas para recaudar fondos para el Camión Leather Sado, nos reunimos para conversar con algunos de los organizadorxs acerca de esta nueva propuesta que suma, además de conceptos no tan difundidos como “leather family” y “poliamor”, cuatro letras más a la diversidad: BDSM, que compactan las prácticas: bondage dominación y sumisión, disciplina y sadomasoquismo.

Lesbianas a la vista

¿Cómo llegamos a estar todos juntos acá?

Amy: Fue difícil al principio. Convoqué dos veces a través del foro de mazmorra, pero como nadie me conocía, nadie respondió. En 2009 ya había conocido a mi amo Khayman y fuimos los dos, pero no nos encontramos con gente BDSM. En 2011 estábamos haciendo un programa de radio, que se llamaba Replay, que conducían El Sombrerero y Blue Velvet. Leonor Silvestri hacía una columna y trajo como invitado a Marcelo Ferreyra, del BALC, para hablar de toda la movida leather. De casualidad nos encontramos en la Marcha. Cuando Marcelo me cedió la bandera, me dijo: “Vos sos la primera mujer que va a portar la bandera del BALC”. Quedé impactada. En la entrevista él había comentado que había tenido una relación con una lesbiana y eso también me había impactado mucho, porque yo pensaba que un gay salía con hombres, no con mujeres. Yo me considero mujer, hombre y travesti. He tenido mucho tiempo el pelo corto y me he vestido como varón; ahora tengo el pelo largo y en las fotos salgo como mujer, cuando me calzo un strap on (cinturonga) y me visto como mujer, soy una travesti. Mi amo Khayman me hizo un bondage en la plaza. Hicimos una foto grupal, éramos como veinte. Al año siguiente, Annita, de la Casona del Sado, propuso lo del Camión Leather Sado y salió.

En una de las marchas anteriores, un chico con tacos altos se quiso sumar a marchar con el BALC y Master Halcón, que en ese momento lideraba el grupo, no lo dejó. Es sorprendente cómo están cambiando las cosas. El BALC fue durante muchos años un club leather gay, donde no se admitían mujeres, ni perfumes, ni tacos, ni lencería femenina.

Master Matute: El código de vestimenta era muy estricto. No se admitían mujeres trans, no se admitía mariconería, no se admitían un montón de cosas. En una marcha de 2005 o 2006 se acercó una lesbiana a preguntarnos si no había un grupo de chicas. Le dijimos que no, pero que estaría bueno una rama de lesbianas en el BALC.

Morganita: Yo quiero decir algo. Yo tengo mucha pluma, y no voy a dejar de tenerla por ser leather. Soy muy maricón, muy fem. Muerdo almohadas con las personas adecuadas. Y en Recon (sitio de contactos para hombres fetichistas) soy 60 por ciento activo.

Pareciera que en el BDSM los géneros y las orientaciones sexuales se diluyen.

Amy: Yo no me identifico con un género, soy todos y me gustan todos. Me gustan las travestis también, y choca un poco, porque si bien hay travestis a las que les gustan las mujeres, es muy difícil contactar con ellas.

Morganita: Hay muchas transbianas, yo conozco algunas.

Annita: Es que no tiene que ver con el género sino con roles de poder.

Morganita: Y con prácticas sexuales. En San Francisco, en los años ’70 era muy común entrar a los clubes de fisting (sexo a puño) y ver sesiones de fist entre putos y tortas. Pat Califia y Gayle Rubin lo definen muy bien y, de hecho, Pat Califia ha escrito mucho sobre lesbianas teniendo sexo con gays y hablando justamente de cómo en esos espacios no están tan a flor de piel las políticas de las identidades sino más bien las políticas sexo-radicales. En realidad convoca más el deseo que la política identitaria, y a mí también es lo que más me interpela de este espacio.

Amy: Cuando yo convocaba para la Marcha en Mazmorra, uno de los motivos era que quería conocer lesbianas sadomasoquistas.

Morganita: ¡Hola!

Annita: ¡Yo sabía que esto iba a pasar!

Torkemada: ¡Hoy no volvés a tu casa, Morganita!

Morganita y Amy no se conocían hasta el momento de la entrevista. Mientras seguíamos conversando, se abrieron del grupo custodiadas por Master Matute. Amy le puso un collar a Morganita y le pidió una fusta prestada al Master...

Annita: A mí me cuesta mucho interactuar con mujeres, no tengo temas en común. Creo que mi mente es masculina.

Sumando letras

León: Yo creo que el BDSM o bien trasciende las orientaciones sexuales o es en sí una orientación sexual. Yo no me defino como heterosexual, pero tampoco como puto, ni como gay, ni como homosexual, ni como bisexual, ni como pansexual. Soy alguna otra cosa, sesiono con gente de cualquier orientación y género. También me gustan mucho las chicas trans, y hay otro problema y es que en general a las que he contactado no les interesa el BDSM, que es la forma sexual que a mí me interesa establecer.

Por eso pensaba que a la sigla cada vez más larga, GLBTIQ, habría que agregarle BDSM, pero son demasiadas letras...

León: En las reuniones ya lo planteamos, en chiste.

Torkemada: Pero de a poco lo vamos tomando en serio. Yo, gracias al BDSM, pude explorar lo que realmente me gustaba. Hoy puedo estar con hombres y con mujeres, me siento atraído por las personas en general y por su forma de vincularse conmigo. Con Staub, que es mi pareja, mi sumisa y mi esposa, ahora trajimos la cinturonga y empezamos con esos juegos de cambiar el lugar. Antes yo era un heterosexual normado, en algún momento hasta casi homofóbico. Para mí la explosión fue en el Camión BDSM del año pasado. El haber podido compartir esa experiencia de militancia me generó una especie de explosión química interna que me trajo donde estoy hoy, casi un año después, durmiendo cinco horas por día para poder hacer el programa de radio que hacemos con León [Dos caballeros desviados]. Dentro del BDSM me contagié de todo el fetiche por el cuero y es una cosa que no tiene retorno. Ahora estoy leyendo el Leatherman Handbook de Larry Townsend, y explorando todo el mundo gay leather y sus códigos, cada vez que lo leo me paso de la estación de subte. El BDSM lo que tiene es que te permite incluso una relación mucho más amigable entre, tal vez, personas que desde otro lugar podrían haberse visto enfrentadas por sus diferencias de género y de orientación sexual...

Vin Tage: Y del deseo. Nos une el deseo, pequeñas cosas que tenemos en común que no tienen que ver con el género ni con la orientación sexual.

Torkemada: La sumisión, los juegos de poder, la poligamia, el hecho de poder disfrutarse con un montón de personas y relacionarse emocionalmente con las personas con las que uno disfruta, sin que eso implique dejar de lado a las personas con las que uno pasa más o menos tiempo.

Los lazos de cuero

¿Cómo es una leather family?

Vin Tage: Es una familia donde también hay relaciones de roles, de amos y esclavos. Eso hay que tenerlo claro. Y muchas veces en esas relaciones se forman cadenas. Para que quede claro el concepto este de trascender el género, yo me considero una persona gay, viví 17 años con parejas gays y fui durante más de un año esclavo de la señora Annita. Mientras fui esclavo de ella tuve al mismo tiempo un aprendiz, un esclavo, que se llamaba Dmeff. Ahora mi esclavo forma parte de esta familia. Hay una cuestión, si se quiere, sexual, pero nuestra forma de relacionarnos también es en esa escala y en esas relaciones de poder y de dominación. Es muy difícil de explicar en un tiempo corto qué significa la dominación. Tiene mucho que ver con “yo soy de...” o “yo elijo ser de...” y empiezo a hacer cosas que desea la persona a la que yo le cedí ese ser mío.

¿Cómo pasaste después de todas tus parejas gays a conocer a Annita y ser su esclavo?

Vin Tage: Empecé a hacer videos eróticos y ella, que hacía las producciones, un día, filmando una película, se acercó a mi oído y me dijo: “Vos vas a hacer todo lo que yo te diga”. Ese día mi vida cambió.

Annita: Creo que él fue esclavo mío porque entendió que yo no soy mujer, básicamente. Yo no fui su ama, fui su Master.

¿Cómo llegaron al BDSM?

Torkemada: Yo vengo del palo gótico, hice algunas prácticas con chicas góticas en una época, con cera de velas y otras prácticas aisladas.

¿Cómo las aprendiste?

Torkemada: Mirando películas porno o en algún libro, juegos de sangre, cortes... El fetiche por el cuero lo descubrí en Mazmorra, donde cuento todas mis ideas y locuras de cuero, y me las fabrican. Cuando conocí a mi pareja actual, que estaba en Mazmorra, me empezó a interesar lo que me contaba sobre las relaciones de poder. Entré, funcionó en mi pareja y me cambió la vida. Cuando estuvimos en el camión, nos sentimos muy bien recibidos. En ese momento yo no sabía si éramos hétero o gays, nadie nos preguntó.

León: Mi viaje es un poco diferente porque desde siempre sentí que mi sexualidad tenía cosas raras. Había un factor que cuando estaba presente hacía que un polvo fuera genial, y cuando no, que fuera horrible. Esto lo identifiqué muchos años después. Empecé a buscar y me metí en algunas cosas del BDSM sin saber siquiera qué eran BDSM. Pude resignificar toda mi vida sexual, desde mis primeras fantasías a los ocho años, que eran fantasías de dominación. A los siete, ocho o nueve años tenía una fantasía recurrente: era que le daba una pastillita a un grupo de mujeres para hipnotizarlas y que hicieran exactamente lo que yo les ordenaba. Entonces, por un lado estaba eso, y por otro, siempre tuve planteos con respecto a la monogamia, etcétera. Y fui buscando las dos cosas en paralelo, relaciones de pareja que no fueran monogámicas y a su vez tratando de ver qué era esto que hacía que por ahí una cosa sexual estuviera buenísima o no.

¿Cómo lo descubriste?

León: Lo descubrí porque tenía algunos amigos que lo tocaban lateralmente y me invitaron a una fiesta que hacía Mazmorra acá en la Casona del Sado, hace como cuatro años. Después me anoté en Mazmorra, y gracias a Annita conocí a mi sumisa principal, con la que nos vamos a casar el mes que viene. De movida hablé con ella y le dije: “Yo no creo en la monogamia, no me funciona”. Empezamos con una relación D/S, que evolucionó hacia una relación de pareja. Desde el vamos le dije que quería tener más de un sumiso, y que además me gustan mucho las chicas trans. En el intercambio de poder, un dom puede tener todos los sumisos que quiera, para mí eso está implícito en mi concepción del BDSM. Hace como seis meses tengo una segunda sumisa y empezamos a explorar cuestiones ya más poliamorosas, lo cual es aún más difícil de plantear. Esto lo hablamos hace poco, tuvimos la charla fuerte con mi sumisa principal, Khyara. Ahora somos una pequeña familia D/S que también tiene cosas ampliadas porque con Torkemada, por ejemplo, nos presentamos nuestras sumisas mutuamente.

Torkemada: Descomprimimos muchas cosas raras, que por ejemplo tu mejor amigo se acueste con tu sumisa y tu pareja, y después vos con la de él. Hace dos meses incorporé mi segunda familiar D/S, que está en entrenamiento, una sumisa también. También me gustaría tener un sumiso varón, un chico gay para mí, pero no consigo uno que me guste y quiera vivir como lo propongo yo, es decir que acepte que también estoy con mujeres y que soy bisexual, en la definición más amplia de la bisexualidad, una persona que se siente atraída por diferentes personas de diferentes géneros y orientaciones sexuales, con diferentes intensidades, romántica o sexualmente. Las pocas conexiones que hice a través de Mazmorra y por otras conexiones son siempre para hacer algo en privado y tener algo sexual los dos solos. Y a mí me gusta mucho lo público, me gusta el exhibicionismo, estar en la calle.

El dominante tiene derecho a tener varias sumisas o sumisos. ¿Los sumisos tienen derecho a tener sus sumisos?

León: Los sumisos no tienen derecho a nada. Pero no soy boludo, y sé que la mejor manera de que haya un Dom contento es que haya un sumi contento. Yo no tendría problema primero, en términos de que garche un sumi mío con otra gente. Yo solamente regularía el cómo, el dónde y el cuándo.

Torkemada: A mí me gustan las cadenas de mando. Una vez que consideré que mi primera sumisa Staub llegó en cuanto sumisión y a entrega hasta donde yo le puedo enseñar, adoptamos a Stern, le dije: “Me interesa que ahora vos explores bajo mi tutela, quiero entrenar una nueva sumisa y que vos seas su referente de poder, un escalón más arriba”. Estamos trabajando lo que llamo el rol del sumiso alfa. La idea es que podamos explorar nuestros deseos al máximo de nuestra felicidad. Y estamos en ese camino. Además nos vamos dando cuenta de que te podés relacionar afectivamente con otras personas, y podés explorar diferentes formas de amor y que eso no disminuye el amor que sentís por otra persona, sino que multiplica la posibilidad tuya de sentir amor. Y yo amo de diferentes maneras a muchas de las personas que están en este cuarto ahora, por lo que me han dado y por lo que hemos vivido juntos. Te vas relacionando y te vas liberando a la hora de amar a otras personas, sin que ese amor esté restringido, sin encasillarlo en si es una amistad o una pareja o un familiar, sino una forma de amar más liberada.

Annita: Yo llegué al BDSM de trampa, mientras estaba en pareja, hace muchos años. Y como estaba de trampa, tenía encuentros, pero no me interesaba mantener ninguna relación, entonces a los tipos que encontraba los hacía mierda. Después de que superé esa parte, entré en Mazmorra con un ánimo un poco más sociable, con la intención de crear vínculos, primero amistosos, y ahí me empecé a civilizar un poco más. Me di cuenta de que no valía la pena matar gente ni relaciones. Me animé a ir a reuniones, dejé mi medicación psiquiátrica de lado, me olvidé de tomarla, es como que estaba reemplazada por toda la actividad social que estaba teniendo dentro de Mazmorra. De golpe me curé de todos los males que tenía en la cabeza.

Torkemada: La represión es uno de los peores males.

León: Quiero agregar que a mí me pasó algo muy parecido a lo que le pasó a Torkemada con el tema del camión, que fue de repente estar ahí en un lugar como la Plaza de Mayo, siendo como mi yo real y auténtico. Y es muy poderoso que el camión haya surgido de gente que concibe el BDSM como algo que se tiene que vivir con cierta visibilidad, y de lo que no hay que avergonzarse. Estamos a punto de asomar la cabeza del agua con el tema del BDSM en términos de, por lo menos, cierto reconocimiento de la sociedad en el sentido de que no somos gente enferma, no somos unos loquitos... o por lo menos no más que el grueso de la gente.

Hasta el año 2010, cuando marchábamos con el BALC, éramos como mucho unos diez o doce varones gays vestidos de cuero. El código de vestimenta y la apariencia masculina era condición sine qua non para unírsenos. La gente nos miraba con simpatía y todo el mundo quería fotografiarse con nosotros, probablemente por lo vistoso de nuestros uniformes. El año pasado, arriba del camión, fuimos rotando unas cincuenta personas unidas por el BDSM, tal vez más, de todos los géneros y orientaciones sexuales. Siguen apareciendo diferentes maneras de relacionarnos que surgen en un contexto político favorable que comenzó con el matrimonio igualitario y siguió con la Ley de Identidad de Género. El próximo 9 de noviembre, a la hora de los discursos, el Camión Leather Sado hará el foco en BDSM y también, por primera vez en la Marcha, en la bisexualidad. Quienes tengan algún morbo que todavía no se animaron a explorar, están a tiempo.

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Imagen: Sebastián Freire
 
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