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Viernes, 7 de febrero de 2014

A LA VISTA

En la misma bolsa

La travesti monstruo es aún más mala cuando vende cocaína. Los medios, los agentes del orden y la doble moral, cómplices en la viralización de la figura del narcotravestismo, enemigo público y blanco móvil de más de una violencia.

 Por Claudia Vásquez Haro

Hace rato que se suceden las detenciones, la violencia institucional contra las travestis de la zona y también hace rato que arrastramos este problema de las “redes de narcotravestis”. El miércoles 29 de enero a la madrugada hubo un show-operativo en el que se llevaron, con la orden de un juez, a 29 compañeras en situación de prostitución. Algunas fueron liberadas al otro día, pero dieciséis de ellas todavía siguen detenidas. Cuando me enteré, al día siguiente, fui a verlas. Las tenían desperdigadas en tres calabozos de tres comisarías diferentes de La Plata, anotadas con nombres masculinos. Verlas fue ingresar al túnel del tiempo: las mismas condiciones infrahumanas, como cuando me llevaban presa a mí en los tiempos de los edictos. Nueve chicas por celdas en un lugar inmundo, casi sin poder comer y sin derecho a la llamada reglamentaria. Una de ellas, por ejemplo, vive con VIH y no estaba pudiendo acceder a la medicación. ¿De qué se las acusa? Venta de estupefacientes.

La policía sabe perfectamente quiénes son los transas del barrio. Esta fue una detención masiva y arbitraria escudada detrás de figura de la travesti monstruo. Se las llevaron en respuesta a las denuncias de los vecinos de la zona con quienes el intendente Pablo Bruera necesita congraciarse para levantar la imagen pública poco feliz que tiene desde las inundaciones de abril del año pasado. Es este mismo intendente el que instaló cámaras de seguridad en la calle 66 donde se concentran las travestis.

La figura de exhibición obscena ya no es lo que era. Los vecinos han ido probando diferentes estrategias con el fin de reducirnos a la marginación total. Primero, el argumento era que estábamos con poca ropa a tempranas horas; luego, que dejábamos preservativos en la calle y que avergonzábamos con nuestra presencia a los padres de familia. Hoy, ninguno de esos discursos pega tanto como el de las travestis narco. De vuelta, la construcción del enemigo, esta vez bajo el rótulo de venta de drogas. ¿Qué mejor villano que uno trans, que además es marginal e inmigrante? De ahí el doble marcaje por la identidad de género y el origen. Los medios son cómplices fundamentales en la instalación de estos discursos. Acá, en La Plata, los portales Agencia Nova e Infoplatense siguen desentendiendo la Ley de Identidad de Género y perpetrando las muletillas periodísticas que todos conocemos. En esa misma línea se encuentra La Nación; basta con hojear la edición del lunes pasado: “Vecinos denuncian que la prostitución y la droga se apoderaron de Constitución”, donde sobran fórmulas xenófobas y transfóbicas, que presentan una ligazón causal entre travestismo y narcotráfico, como si una cosa llevara a la otra, y desentendiéndose por completo de la existencia de poblaciones vulnerables. O la noticia de Diario Popular de la semana pasada acerca de las travestis detenidas en Mar del Plata, también acusadas de narcotráfico, que deja en claro sus intenciones desde el título: “Caen travestis con droga en los huevos”, y un copete que subraya el origen peruano de las acusadas. En este contexto de hostigamiento tendremos hoy, viernes a las 16, un plenario (en la Plaza Matheu, calle 182, entre 1 y 66) al que convocamos a todas las trans de La Plata para discutir la reubicación de la zona roja en un lugar que cuente con las condiciones necesarias de seguridad, visibilidad e higiene.

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