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Viernes, 21 de febrero de 2014

El tabú no es pro

Con un tono alejado del arcaico manual de biología y después de haber sobrevivido a la embestida de la Iglesia, emerge Chau Tabú, la web del Gobierno de la Ciudad que, sin haberse sacudido del todo omisiones y estereotipos que perduran, suma algunos puntos a favor del respeto por la diversidad.

 Por Magdalena De Santo

Chau Tabú es la nueva plataforma virtual de educación salud sexual y reproductiva que impulsa la Vicejefatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, específicamente la Dirección General de Políticas de Juventud. Dirigida a niñxs y adolescentes, tiene como propósito brindar información sobre métodos anticonceptivos, VIH/sida, HPV, profilaxis, orientaciones sexuales, diversidad de género y derechos vinculados especialmente con las violencias de género y abusos infantiles. Ante la visibilidad sexual que promueve el portal, la Iglesia salió a dar batalla pocos días después de su lanzamiento. Ocurrió lo inesperado: el clero disparó contra el gesto progresista del PRO.

La Red Federal de Familias repudió enérgicamente la iniciativa “por su gravedad y por la corrupción moral de las futuras generaciones”; la organización Hacerse Oír estimuló a que se replique una carta estándar dirigida a M. E. Vidal titulada “Protesto contra Chau Tabú”, que exhorta a dar de baja el sitio, “ya que la prevención verdaderamente eficaz requiere cambios de conducta: la promoción de la abstinencia hasta el matrimonio y la fidelidad”. Como corolario, días atrás el consorcio de Médicos Católicos de Buenos Aires se sumó a las objeciones amparándose en sus saberes medievales y exigió que: “Algún fiscal de la Justicia nacional o de la Ciudad solicite la interrupción de este programa e inicie una causa penal contra las autoridades de la Ciudad por incurrir en el delito mencionado en el artículo 125 del Código Penal sobre ‘corrupción de menores’ o en el artículo 128”.

Si a Macri lo mete preso la Santa Iglesia Católica por corrupción de menores, este año –no tengo dudas– devengo rubia. Más allá de esta barahúnda anacrónica –pero persistente–, es cierto que Chau Tabú se afirma en una impronta muy teen. Con ánimos de interpelar más extendidamente que un clásico manual de biología –y con la información laica que la Ley de Educación Sexual Integral aprobada en 2006 garantiza–, su característica central parece ser el tratamiento desacartonado y desenfadado: la desfachatez parece ser la clave que puede honrar su nombre y darle sarna al católico retro.

El programa ofrece “info” en un ping pong de preguntas y respuestas; un consultorio online a cargo de médicos con la intención de que personas puedan pedir asesoramiento de manera anónima; cuadros comparativos con variados métodos anticonceptivos; un mapa interactivo, y “tips” del día. También, en la pestaña “A mí me pasó” se exponen relatos –un tanto moralizantes– de mujeres golpeadas por sus novios, embarazos adolescentes con final feliz y la experiencia de un chico gay que narra su salida del armario con aquelarre materno incluido: “Ella trató de golpear al chico que estaba conmigo, quería denunciarlo a la policía, me amenazaba para que no me encontrara más con él. Con el tiempo mi familia entendió que mi orientación sexual era parte de mi vida”. Allí, a los jóvenes trans, intersex, lesbianas y bisexuales nunca les pasó nada. O quizá se convirtieron en los prófugos del confesionario del yo sexuado. Aquí, al menos, no están.

El plato pedagógico fuerte de Chau Tabú son unos dibujitos animados que acompañan los textos: se trazan en microfibra órganos sexuales con explicaciones muy elocuentes. Aunque la voz intenta dar cuenta de identidades trans e intersexuales, los ovarios siguen siendo cosa de mujeres. Otro tanto respecto del clítoris, “un órgano difícil de encontrar” (¿para quién?) en el que “se encuentra una gran cantidad de terminaciones nerviosas, que lo convierten en una de las partes eróticas más sensibles del cuerpo de la mujer”. Hablar de la pequeñez del clítoris es tautológico cuando se omite la diagnosticada clitoromegalia, se ignora su prepucio y su glande, sus variaciones de tamaño y su longitud total –no sólo el botón visible–; cuando se calla que el clítoris es el órgano con más terminaciones nerviosas de cualquier cuerpo –no sólo de mujeres–, eréctil y que su función única, improductivamente anticapitalista, es dar placer. Y si se trata de los placeres, del órgano que culmina el aparato digestivo, el que no pertenece al reproductivo, del ano sexuado, tampoco tenemos dibujito. La relevancia de ciertos órganos, sus representaciones animadas y su sanidad confirman que algunas partes del cuerpo, de algunos cuerpos, siguen valuándose más que otras. Y que algunos tabúes siguen siendo marca inaugural de nuestro Occidente falo-cristiano.

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