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Viernes, 2 de mayo de 2014

De purpurina y posporno

Frau Diamanda, drag referente del posporno en Perú, un personaje por fuera de todas las casillas, repasa sus performances y apariciones públicas en Lima. Mientras, vamos calentando los motores para lo que se viene por estas tierras.

 Por Laura Milano

La noche limeña no sería la misma si allí en las pistas no estuviera Frau Diamanda, con sus estrambóticas apariciones y la propuesta de sus sonidos electrónicos. Su aparición en un evento o una fiesta nocturna hace que todos volteemos las cabezas para mirarlo. DJ y artista del género, Frau Diamanda es una obra de arte caminante, un templo viviente del glamour. Su última creación es el Festival Pornífero de Video Arte Post-porno del Perú, que se realizó en la ciudad de Lima en febrero y cuya propuesta fue presentar expresiones del videoarte y performance posporno en el que se reivindique el uso de sexualidades disidentes y enfrenten —cual virus infeccioso— las representaciones de la pornografía mainstream. Participaron de este festival artistas de España, México, Colombia, Chile, EE.UU. y Canadá, que colaboraron con sus materiales de videoarte proyectados por primera vez en el Perú, y además se presentaron performances en vivo y en streaming y obras plásticas, reuniendo allí a lo mejor de la escena limeña e iberoamericana del posporno actual. La misión no era nada fácil, pero la convicción de apostar un porno diferente fue suficiente para este ecléctico y activo artista peruano.

Drag a cara lavada

El hombre detrás del personaje es Héctor Acuña, artista peruano autodefinido como trans-disidente, su trabajo busca visibilizar las sexualidades no normativas a través de la figura del drag en la que ambos géneros coexisten de forma subversiva. Héctor creó a Frau Diamanda en los años ’90. “Me atrevo a presagiar que el drag es una forma burda de lo que en un futuro cercano será el cuerpo posthumano: un cyborg intersexuado”, declara. La piel de este personaje se compone de miles de capas de maquillaje, pestañas postizas, plataformas y tacones, trajes de látex, máscaras sadomaso, capelinas, joyas, rímel y pelucas. Cada nueva presentación es un juego de “hacerse” Frau desde cero, combinando elementos de un género y de otro para crear algunas veces una Frau sadomasoquista, otras veces una Frau geisha, o queer-andina (como pudo verse en la fotografía Tr@nsversiva Post-Andina Revolucionaria, que lo retrató en la muestra La internacional cuir del Museo Reina Sofía de España). Y así como un artista plástico que combina colores en un lienzo, Héctor va pintando sobre su cuerpo las capas que harán emerger su obra-drag siempre diversa y provocativa.

Si de transmutar, parodiar y desobedecer las normas de género se trata, el trabajo de Héctor Acuña es digno de observación. Su drag queen no pretende ser o parecer una mujer sino emerger como un personaje que trascienda cualquier denominación sexo-genérica y que pueda mostrarse como una falla provocativa en el orden sexual dominante. “El disfraz, la máscara, el maquillaje y el vestido están encaminados a crear, o mejor dicho a re-crear un doble, un otro yo, utilizando el propio cuerpo como soporte de lo falso”, dice en la presentación de Frau Morphing, uno de sus últimos proyectos artísticos. Héctor sabe bien que su personaje puede causar asombro y curiosidad, hasta el punto de convertirlo en un fetiche para curiosos y voyeuristas. Por eso usa este personaje para expandir su mensaje disidente sobre la sexualidad.

¿Por qué has elegido trabajar artísticamente a través de la figura del drag?

—Frau Diamanda representa justamente la falla del sistema heteronormativo donde sólo existe lo masculino o femenino. Es la prueba en carne viva de su falacia al deconstruir el sistema patriarcal heterosexista por medio de un personaje híbrido, un cuerpo mutante/mutado o poscuerpo donde ambos géneros se combinan en dosis diversas. La propuesta de Frau Diamanda es la de implementar un proyecto de arte transgénero tan válido como cualquier propuesta artística. Es decir que un pintor, escultor, videasta o cantante tiene la misma validez que un artista trans. Y obviamente, me interesa que la gente use un poco más el culo, que es un artefacto sexual desatendido, malquerido y menospreciado.

Tus performances y apariciones públicas como Frau Diamanda van de la mano de la escena electrónica de Lima. ¿Cómo han sido tus primeros pasos en este ambiente?

—En el año 2002 formé parte del acto noise experimental Jardín (evento de la escena de música electrónica experimental en Lima), quienes me dieron espacio en sus conciertos para generar los shows y performances. En este marco de libertad y aceptación hallé mi nicho de acción diseñando intervenciones y actos absolutamente psicosexuales, sin tener ni puta idea de qué era el posporno. Accedí a la teoría mucho más tarde y mis sospechas se confirmaron el año 2007 al ir en Barcelona a una fiesta post-porno; al regresar a Lima, sabía que eso siempre había sido lo mío: acción/reacción político-sexual, una performance desbordada y perenne.

¿Por qué decirle adiós a la pornografía?

—Decirle adiós a la pornografía convencional es condición sine qua non para generar un cambio político-socio-sexual. Nosotros, los entes marginales, estamos obligados a luchar y nuestra arma más próxima es el sexo, un sexo casero, sucio y sin glamour, que se diferencie mucho del gran engaño que la industria capitalista se ha esforzado en crear.

En un texto tuyo dices que la industria del porno “se infecta de seres perversos y mestizos que anhelamos placeres distintos”. ¿Cómo es esa infección?

—La infección de la industria pornográfica proviene quizá de una “normalidad” impuesta sobre nuestros cuerpos: la heterosexualidad y machismo compulsivos como soberanas en un sistema represor horizontal. El desarrollo del lujo pornográfico capitalizado por Hugh Heffner dio pie a un sinnúmero de contradicciones en cuanto a la asunción de lo que significa la masculinidad y la objetivación de la mujer. Creo que justamente, los intersticios entre lo masculino y lo femenino se rebelaron con algo que el capital, la Iglesia y la clínica han formateado a su voluntad: el cuerpo y su sexo. Así, estos cuerpos “marginales” socialmente pudieron tener acceso a una réplica infecciosa como lo hace alguna enfermedad venérea, si nos referimos a lo netamente sexual.

¿Qué potencialidades crees que tiene un posporno pensado y producido desde nuestra región?

—Poseemos una tradición rica y milenaria en cuanto a prácticas sexuales se refiere —les recomiendo leer el Museo Travesti del Perú, del colega peruano Giuseppe Campuzano—, donde la cultura ancestral, ritos y costumbres chamánico-psico-sexuales han estado presentes desde siempre. Lo mismo sucede en Europa, donde las brujas y magos ejercían prácticas religiosas ligadas a lo sexual-ritual. Entonces pienso que una autovisión cultural es suficiente para hallar inspiración. Esto, sumado a los catastróficos contextos políticos que han atravesado los países latinoamericanos, se convierte en el caldo de cultivo perfecto para la creación/inspiración de actos de disidencia sexual con sello latinoamericano.

¿Cuál es el reto de presentar un festival de videoarte posporno en Perú?

—No existe una “escena” posporno en este país. Asumo que mi lucha muy personal proviene de mi enorme terquedad por querer generar un cambio en la mentalidad de la Lima clasemediera y racista. Como todo aquel que se asume como “artista”, busco esta lucha ciegamente, pero la gran diferencia es que los artistas interesados en el posporno usamos el culo, las tetas, el coño y la verga sin vergüenza alguna, pues ahí está el centro de generación de sensaciones, ideas y discursos.

En el festival Pornífero mencionaste que lxs artistas del posporno están dispersxs por todo el mundo. ¿Cuál es la importancia del trabajo en red en el posporno?

—El uso y abuso de las redes sociales es fantástico y beneficioso para la posible infección posporno. Por ejemplo, el hecho de que los trabajos de La Fulminante (artista posporno colombiana) pudieran infiltrarse en el canal del Vaticano por el trabajo sucio de hackers me parece genial. Somos como una banda desbordada de flujos cibersexuales esperando atacar en cualquier momento sin previo aviso, un sex-hacker hambriento de destruir para volver a construir. Incluir a Perú dentro de las redes del posporno ha sido una tarea no difícil pero si laboriosa. Quiero dejar bien en claro que no soy el abanderado del posporno en este país, sólo es una consecuencia lógica en mi trabajo/lucha social.

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Imagen: Max Claux
 
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