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Viernes, 25 de julio de 2014

JAJAJA

Animales sueltos

Los especialistas se queman los sesos estudiando una curiosidad del reino animal: las especies en las que los machos tienen sexo con otros machos. ¿Será que ahora van a seguir diciendo que la naturaleza es sabia?

 Por Facundo R. Soto

¿Se acuerdan cuando en el secundario estudiábamos a Darwin con La evolución de las especies? Bueno, recientemente, Inon Scharf, investigador de la Universidad de Tel Aviv, estudió el comportamiento de las arañas macho de las familias Lycosidae y Salticidae y descubrió que muchas de ellas mantenían relaciones sexuales entre arañas del mismo sexo, o sea macho con macho, llegando a la conclusión de que la mayoría de estas relaciones se debía a una apresurada carrera por aparearse; y por ende, eran accidentales. Pero el número de casos era sorprendente y las cópulas se repetían. La investigación, publicada en la revista Behavioral Ecology and Sociobiology, cuenta que en algunos casos los machos llevan el aroma de las hembras con las que acaban de aparearse y que es eso lo que confunde a los competidores que terminan copulando entre ellos. En otros casos, los machos y hembras son tan similares que los insectos no pueden distinguir el sexo de su pareja hasta terminar copulando entre ellos; incluso se estudiaron insectos que intentan aparearse con objetos inanimados. Sin embargo, otros estudios del mismo autor muestran la evidencia del sexo entre insectos machos, con otros machos, causado por motivaciones más complejas. Las mariposas (Danaus plexippus, Nymphalidae), polillas (Eupoecilia ambiguella, Totricidae) y avispas (por ejemplo, Psyttalia concolor, Cotesia rubecula, Braconidae, Belonogaster petiolata, Vespidae y Lariophagus distinguendus, Pteromalidae) utilizan el sexo con ejemplares del mismo sexo para distraer a sus competidores. En algunas especies de escarabajos (por ejemplo: Tribolium castaneum y Tribolium confusum, Tenebrionidae, Dermestes maculatus, Dermestidae, Popilia japónica y Allomyrina dichotoma septentrionalis, Scarabaeidae), los machos montan a otros machos para dejarles su esperma, resultando éstos los receptores que llevan la descendencia a sus hembras. También se han encontrado aparatos genitales de insectos machos con lesiones. La explicación de los biólogos es que los aparatos genitales de los insectos no están diseñados genéticamente para recibir a otros de su mismo sexo, sin embargo su instinto los lleva a aparearse; de a poco van sufriendo mutaciones genéticas. Ciertas especies han desarrollado genitales similares a los de las hembras para reducir los daños de la penetración.

Lo que ellas quieren

Para Scharf, las relaciones entre insectos hembras tienen motivaciones distintas. Estos encuentros “lésbicos”, en el caso de las hembras escarabajo, se montan y refriegan entre sí para parecer más grandes y atraer a los machos. ¿Pero no encuentran un goce al hacerlo? El investigador no descarta que las relaciones “homosexuales” de los insectos puedan producirle placer, al ser invertebrados se los considera básicos, ya que sólo sienten el miedo, el placer o dolor. Cualquier paralelismo con el reino humano queda fuera de discusión, porque el ser humano al contar con la palabra y el lenguaje conforma un universo distinto al de los animales (y al de los insectos); pero, parece que el lenguaje y el instinto, de una u otra manera, nos atraviesan a todxs, y que la posibilidad de evolucionar está llegando a grados poco imaginados.

Las hormigas comilonas

El Membracidae y los membracidos tienen este mutualismo con las hormigas, también los Aphididae y los pulgones que tienen cerca de 3 mil especies, en 600 géneros, y se los encuentran en todos los continentes. Una especie es verde y por sus patas musculosas se parece a una rana en miniatura, y se confunde con el verde de la rama donde posa levantando sus alas, como una capa verde flúo con rojo. Tiene una barba blanca y los ojos saltones, como cascos de moto. Mueve la cabeza y rasca la corteza de la rama, tratando de extraer la mayor cantidad posible de sabia. El biólogo Alvarez Costa nos dice: “Lo que hace es penetrar el tejido vegetal con su aparato bucal que es como un estilete y así llega a los tejidos de transporte de nutrientes de las plantas. Hay un ejemplo de este comportamiento en Brasil entre el Membracidae: Guayaquila xiphias y 21 especies de hormigas, entre las más comunes están la Camponotus rufipes y Ectatomma edentatum. Cuando acumulan savia en exceso, producen una especie de rocío de miel concentrada en azúcar que al cagarla atrae a las hormigas, despertándoles el apetito para comérselo, y después lo veneran como a un rey. “Ver el momento en que las hormigas ordeñan al Membracidae hasta hacerlo cagar agua con azúcar es magnífico”, dice Agustín Alvarez Costa, biólogo y docente de la UBA. “Las hormigas hacen una fiesta cuando caga, es su alimento. Lo que más les gusta de él es lo que sale de su ano.”

Los calamares también comen semen

El calamar sureño “Cola de botella” (Sepiadarium austrinum) cuando tiene hambre y necesita un aporte extra de energía, no lo duda: ingiere el semen que eyacula el calamar que está copulando con su pareja; como lo hace bajo la cavidad bucal y a gran cantidad (llamado paquetes espermatóforos), el esperma desborda y el calamar débil traga el semen que contiene nutrientes. Así obtiene más energía y se fortifica.

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