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Viernes, 8 de agosto de 2014

LIBROS

Afinidades combativas

Mabel Bellucci, escritora y activista, narra en Historia de una desobediencia el largo, tortuoso e inconcluso camino para obtener el derecho al aborto. Un mapa de ruta, un relato polifónico y, también, en primera persona, una revisión de los archivos privados de nuestras pioneras. Y una imperdible historia de las alianzas entre el feminismo y la disidencia sexual.

 Por Daniel Gigena

Análisis exhaustivo del feminismo contemporáneo y a la vez manual para los activismos de toda índole, Historia de una desobediencia. Aborto y feminismo (Capital Intelectual) entrecruza historias personales, entre ellas la de la propia autora, con la de diferentes organizaciones feministas a partir de los años ‘60 en Buenos Aires. Una vez definido el territorio, Bellucci comienza a organizar materiales disímiles: volantes, informes de comisiones legislativas, bibliografía teórica, notas en medios gráficos de tirada masiva, investigaciones de grupos de estudios clandestinos en épocas de dictadura, efemérides insurgentes casi desconocidas para la mayoría, crónicas de resistencia. La autora del imprescindible Orgullo. Carlos Jáuregui, una biografía política, provee en su última publicación a los feminismos, en especial al queer y al lesbofeminismo, de una potencia tal que actualiza viejos debates, replantea alternativas y se inspira tanto en éxitos como en fracasos de las experiencias colectivas de diversos movimientos sociales, entre ellos de la comunidad LGTTB, para imaginar estrategias en pos de la despenalización del aborto.

Informada, sensible y lúcida, la escritura de Bellucci parece no dejar escapar nada. Con métodos cartográficos y genealógicos, construye un relato que se transforma en un archivo de las políticas sexuales contemporáneas, que incluye testimonios cruciales y menciones inevitables a figuras públicas tales como Néstor Perlongher, Victoria Ocampo, María Elena Oddone, Tununa Mercado, Nora Ciapponi, Moira Soto, Dora Coledesky, Daniel Divinsky, Alfredo Bravo, Martha Rosenberg, Otilia Vainstok, entre muchas otras. “Crítica y desafío para el feminismo”, señala el politólogo Juan Marco Vaggione en el prólogo. Sin duda, pero Historia de una desobediencia. Aborto y feminismo representa ante todo una herramienta para cualquier grupo social que basa su lucha en una política afectiva y democrática.

“Para quienes estamos discutiendo nuevas estrategias por la lucha de la despenalización del aborto detonó como un desafío proponer acordar coaliciones con otros movimientos desde sus comunidades diferenciales, por fuera del heterofeminismo”, dice Bellucci. Ese tipo de coaliciones se remonta a los años ’70, cuando Perlongher, Osvaldo Baigorria, Oddone, Hilda Rais, Marta Miguelez, Sara Torres, Martín Sagrera Capdevila tendieron puentes entre las revueltas del feminismo y las de las minorías sexuales con la aparición del Grupo de Política Sexual. En los años ’90, desde la CHA Carlos Jáuregui demostró su capacidad para crear coaliciones inteligentes, basadas en idearios concurrentes. En 1996, cuando se crea el Area de Estudios Queer y Multiculturalismo en el Centro Cultural Ricardo Rojas de la UBA, comienza a cobrar forma aquella idea esbozada por Perlongher: vincular las luchas de clase con las de género y sexualidad en una alianza entre las izquierdas, las minorías y el feminismo. Especie de anticipo de las confluencias entre “saberes teóricos y militancias de trinchera” que, a partir de 2002, se establecieron entre militantes LGTTB, grupos piqueteros, trabajadores de fábricas recuperadas o autogestionadas, sindicatos, asambleístas, estudiantes y agrupaciones de derechos humanos. Uno de los emblemas más valiosos de esta articulación –sin dejar de mencionar las leyes de matrimonio igualitario y de identidad de género– es la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.

Historia de una desobediencia (el hermoso título fue sugerido por Leonor Silvestri) confronta con aquellos discursos sociales –eclesiásticos y estatales, de medios de comunicación y de usinas jurídicas cavernícolas– que aprueban la expropiación, no sin violencia, del cuerpo femenino. En ese sentido, el libro es una clara intervención política, otro paso fundamental en la lucha por la despenalización del aborto, por el derecho soberano a decidir sobre nuestro cuerpo y por la capacidad de imaginar de manera colectiva alternativas sociales igualitarias y justas.

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