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Viernes, 3 de octubre de 2014

ARTE

CAMBALACHE CUCURTO

Washington Cucurto expone pinturas, collages y poemas graficados donde Néstor Perlongher y unas amigas travestis que encontró en la infancia hacen las delicias de la vida popular.

 Por Facundo R. Soto

Washington Cucurto lo muestra todo en Explosión acuarela, su primera muestra de pinturas-collages, dibujos y “poemas graficados”, como él mismo los define. Es un cambalache multicolor con imágenes tomadas de recortes de diarios y revistas, papeles de supermercados, volantes de la calle que intervino dibujándolas o calcándolas, usando distintas técnicas visuales. Fiel a su estilo y a su mundo loco de travestis, mujeres exuberantes y sexo por todas partes, donde también aparece la calle, la ciudad, la poesía y el lenguaje de la modernidad expresado en distintas vertientes.

¿Quién es Rober, uno de los personajes de tus dibujos?

–Es una travesti que no era travesti. Es una imagen de las chicas que aparecen en el Diario Popular, la pinté y le puse barba y era tan linda como una travesti. En ese acto hay un “travestimiento”, ¿no te parece? El dibujo y la acuarela tienen la posibilidad de crear el travestimiento artístico.

¿Pensás que el proletariado vive la sexualidad de forma más natural o relajada que la clase media?

–No lo sé. Generalizar es malo. Pero hablando de las travestis, me acuerdo de la primera vez que apareció una en mi vida. Cuando estaba en séptimo grado tenía un compañero repetidor de 16 años. Este chico era el único que tenía novia y siempre nos hablaba de ella. Un sábado fuimos a conocerla. Nos llevó hasta la panadería del barrio y nos mostró a su novia, que trabajaba ahí. Era una rubia preciosa, sonreidora, simpática, que nos regalaba medialunas. Nunca nadie me miró así. Tenía 12 años. Cuando salimos nuestro amigo nos dijo: “¿Les gustó mi noviecita? Es una trava”. Nadie se anda preguntando por esas cosas de la modernidad que hoy se preguntan los académicos, si tal es bisexual o tal es gay.

En otro poema visual aparece una travesti fellatiando a otra persona, con la frase “ella está pensando en Dios”.

–Las contradicciones de la fe (risas). También hay un retrato de Perlongher, que es un agradecimiento por su relectura diaria. Si Dios existe, es Perlongher. Para mí Perlongher es un faro que me salvó de la oscuridad total, y lo digo con una honestidad de fierro. Le debo la vida a Néstor, desde el punto de vista personal y desde el punto de vista social; su experiencia artística no tiene límites.

En “Poesía mojada” hablás de la leche, también en “Qué rica es la leche humana”.

–Bueno, el semen puede ser el comienzo y el principio de muchas cosas. De cierta forma es una bisagra con la cual uno va aprendiendo en la vida. Los indígenas no soltaban el semen porque decían que te volvía viejo. Será por eso que estamos tan viejos... Estas obras, poemas gráficos, tienen algo de denuncia social. En una de ellas escribí a mano “Siempre hay uno golpeándote, empujándote. Siempre hay uno apuntándote, incluso disparándote. Pero vos insistís en vivir en Festilindo”.

Beatriz Preciado dice que Freud se equivocó, y que la Premisa Universal del Falo no es lo que está en la cúspide de lo humano...

–No tengo ideas de esas cosas. Son muy complejas para mí. Prefiero contarte una anécdota que va con tu pregunta. Hace años, durante la década del 90, vivía en un conventillo con una novia dominicana, Idalina, y ella me contaba una tradición dominicana que consistía en la veneración al Señor Maíz.

¿Quién era el Señor Maíz?

–Era el Dios del falo. Durante un día, en cada pueblo, las mujeres elegían a un santo terrestre y pecador que las purificaba con su semen. Ese hombre era seleccionado por las mujeres según las gratitudes de su sexo. ¡El hombre que tenía la pija más grande era convertido y venerado durante 24 horas, y adorado como un dios! O sea que el semen también es interpretado como un elemento salvador, curador, purificador...

¿Y en cuanto a la técnica de tus obras?

–Borrar. Quitar. Tachar. Reducir. Eliminar. Simplificar. Raspar. ¡Raspar! La belleza siempre está escondida en una montaña o en 75 kilos de mugre. Bueno, eso digo en otro poema visual, se trata de algo así. Para mí lo trash es aquello que se desprecia, lo que no tiene valor y de pronto se convierte en otra cosa con un potencial nuevo, porque vuelve de la muerte y se anima a ser otra cosa.

Tus obras, además de pictóricas, son políticas. En “Evita esa mujer maravilla” no usás nada más que una hoja, revistas, tijeras y plasticola...

–¡No las llames así, por favor! Llamalas marcianas, taradas, pero no pictóricas. Trato de ser claro y no andar con metáforas que nadie entiende. Digo claramente, con letras recortadas de los diarios, que Evita es popular como Cleopatra, por su encanto, elegancia y pasión. La comparo con Camila Vallejo, Gandhi, Gatica y Nacha Guevara. Usé una foto de La mujer maravilla y en la corona le puse el escudo peronista. Esa obra salió publicada con un poema en el libro Hombre de Cristina.

¿Qué relación ves entre el sexo y la política?

–Bueno, no hay una cosa sin la otra. El capitalismo se acelera en los cuerpos.

Inauguración: sábado a las 18.30, Galería Jungla Hábitat Cultural, Guardia Vieja 3580.

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