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Viernes, 10 de octubre de 2008

ES MI MUNDO

La palabra con L

Con L empieza su apellido, igual que lesbiana o love —amor—, por eso, que haya elegido nombrar a su próximo disco igual que a la ya famosa serie —The L Word— no quiere decir que Queen Latifah haya salido del closet. Al contrario, ella se mantiene aferrada al secreto sobre su sexualidad de la que todxs hablan. De cualquier modo, su actitud, su voz y su cuerpo tan bello como portentoso la habilitan para habitar la fantasía de cualquier chica.

 Por Mariana Enriquez

La noticia, o más bien el rumor, se hizo grande en estas últimas semanas, y resultó bastante extraño, sobre todo por el personaje involucrado. Y la noticia decía así: que Queen Latifah había tomado la decisión de comprometerse con su novia, la personal trainer Jeannette Jenkins, y que eventualmente decidirían casarse después de que terminara la promoción de la nueva película de la diva, The Secret Life of Bees. Aparentemente, decía también el cable, ambas habían estado juntas por 14 años. Y estarían planeando adoptar un hijo para Navidad. Aunque todo sería secretísimo, lo más alejado de la atención pública posible.

Y es aquí donde se comprende por qué éste es un rumor extraño: sucede que los rumores sobre la sexualidad de Queen Latifah vienen de largo, pero ella nunca salió del closet, y se niega en rotundo a hablar de su vida personal. El domingo pasado dijo en una entrevista concedida a la revista dominical del New York Times cuando le preguntaron sobre su supuesta pareja con Jenkins: “No tengo problemas en discutir el tema de la homosexualidad, pero sí tengo un problema sobre discutir mi vida personal. Eso no lo vas a conseguir. Esa parte de mí no está ahí afuera. No lo discutimos en las reuniones de mi empresa, no se discute en Cover Girl ni en ninguno de los otros lugares donde trabajo. Nadie consigue esa información. No siento la necesidad de compartir mi vida personal. No me interesa si la gente cree que soy gay o no. Que la prensa asuma lo que quiera. De todas maneras, lo hacen”.

Queen Latifah debe sentir la presión, de todos modos. Desde hace años, especialmente desde que interpretó a esa gloriosa carcelera lesbiana en la adaptación para cine del musical Chicago (2002), acompañada de Catherine Zeta-Jones, Reneé Zellweger y Richard Gere: allí era “Mama” Morton, la que les daba a las chicas cigarrillos y otros favores si le sabían retribuir (el número clave era “When You’re Good to Mama”). Queen ya es un icono gay indiscutido: pero muchos de sus seguidores le reclaman una, digamos, concreción, que ella no parece dispuesta a ceder. ¿O lo hará finalmente cuando llegue el hijo a la pareja, como lo hizo Jodie Foster? Es la manera que viene siendo aceptable en los conservadores Estados Unidos.

La cuestión del closet y Queen Latifah es bien compleja, porque de ella se puede decir cualquier cosa, menos que no es valiente. Su verdadero nombre es Dana Elaine Owens, y nació en los “projects” (barrios pobres, de viviendas todas idénticas, en general estatales) de Newark (Nueva Jersey), una ciudad que fue escenario de uno de los disturbios raciales más impactantes de la historia de Estados Unidos posderechos civiles. El desarrollo de los acontecimientos es muy familiar: la policía local detuvo a un hombre negro llamado John Smith, supuestamente por resistirse a un arresto. Alguna gente se congregó alrededor de la comisaría, y por un problema de comunicación llegaron a la conclusión de que Smith había muerto bajo custodia. Eso empezó una espiral de violencia entre los residentes de los barrios negros pobres y la policía que terminó con 26 muertos, miles de heridos, saqueos y el terror de las siempre susceptibles clases medias, que huyeron hacia barrios de mejor reputación. Queen Latifah nació en 1970, tres años después de este levantamiento, cuando la ciudad pasaba su momento más crítico. Su madre era maestra, su padre un policía que sufría de estrés post-traumático y alcoholismo, resultado de su participación en la guerra de Vietnam.

La niña crecía en las calles duras como podía. La adolescencia fue típicamente feroz. Ella confesó que vendió drogas un tiempo breve, sobre todo para saber que tenía el temple para hacerlo —y lo tenía—, pero decidió mejor probar suerte con el rap (mientras mantenía una carrera nocturna como stripper en un club de Brooklyn llamado “Bigger and Better” (Grande y mejor), donde explotaba su cuerpo voluptuoso que más tarde sería marca registrada.

A los 19 años consiguió un contrato discográfico con el sello Tommy Boy Entertainment (hogar de pioneros del hip hop como Afrika Bambaataa y también de artistas más comerciales como Coolio o Naughty By Nature), que editó su simple All Hail The Queen. Ya era una figura contundente y hermosa: una mujer alta, de piel exquisita, una mezcla de chica callejera con matrona. Una belleza grande, además, portentosa: en los últimos años perdió peso, según ella para reducir los números del colesterol; asegura que las razones estéticas no estuvieron en la balanza. Ese primer single se editó en 1989, y desde entonces Queen Latifah no dejó de hacer discos de hip hop, aunque sí los espació para dar lugar a sus otras carreras: la de actriz y la de empresaria.

Queen Latifah debutó en TV con la sitcom Living Single en 1993. Su versatilidad hizo que la llamaran para papeles secundarios en grandes producciones de cine durante toda la primera mitad de los ‘90, hasta que en 1996 consiguió el gran papel icónico en Set It Off, una comedia drama de acción donde compartía cartel con otras grandes estrellas negras como Vivica Fox o Jada Pinkett-Smith. La trama la tocaba: cuatro mujeres pobres, que viven en los projects, y quieren robar un banco para salir de pobres. El personaje de Latifah era la más brava: Cleopatra Sims, que vivía en un garaje abandonado con su amante lesbiana, Ursula. Ese personaje, sumado al de El coleccionista de huesos y Chicago, comenzó los rumores sobre su sexualidad. Rumores que en su momento parecieron, incluso, molestarle: “Es insultante cuando alguien te pregunta: ¿sos gay?. ¿Una mujer no puede ser fuerte, competente, decir sus opiniones, tener su negocio, actuar convincentemente en una película, llevarse bien con su cuerpo, sin ser gay?”. Una declaración que hizo levantar cejas entre fans aquí y allá, pero ella no se ocupó de aclarar nada: Queen Latifah no habla de su vida personal.

Lo que sucede es que esa cerrazón hacia su vida personal no es tan cierta. En 1992, cuando Queen Latifah estaba convirtiéndose en una estrella, su hermano, con quien tenía una relación muy cercana, murió en un accidente de moto. Una moto que ella le ayudó a comprar. “Durante mucho tiempo estaba aquí, pero no realmente”, le dijo al New York Times. “Pensaba que mi éxito era el precio a pagar por la muerte de mi hermano. Una especie de extraño castigo, no lo sé.” Ella sigue andando en moto, y conserva la llave de la que mató a su hermano alrededor del cuello.

Los ‘90 fueron años complicados: la arrestaron por posesión de armas y marihuana, un amigo recibió un par de tiros cuando a ella intentaron robarle el auto. Todo empezó a mejorar en el nuevo milenio, cuando Queen Latifah se convirtió en el rostro de la línea de cosméticos Cover Girl y fundó su propia rama dentro de la empresa, CoverGirl Queen Collection, especializada en maquillaje para pieles morenas. Además, consiguió otro papel en cine a su medida: el de Motormouth Maybelle en la nueva versión de Hairspray (2007).

Una historia potente y poderosa la de Queen Latifah: logró que todo lo que tenía en contra (el origen, la imagen física, los dolores personales) fueran sus banderas, y ahora, sin duda alguna, su marca de glamour. Si está en el closet, ¿tiene que salir, por una cuestión de responsabilidad, o está bien que sea fiel a su política de cero vida privada? De cualquier modo, Queen Latifah sabe que, en este momento, es un juego que tiene que jugar, porque el tema está demasiado en boca y tinta y pantallas de todos. Y así, su nuevo disco, el octavo, que será producido por dos superestrellas/leyendas del hip hop, LL Cool J y Dr Dre, se llamará The L Word, como la serie. “La palabra con ‘L’ puede ser cualquier cosa, ¿no?”, dijo la diva. “Puede ser lesbiana, pero también puede ser amor (love). Y quiero molestar un poco, para qué negarlo.”

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