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Viernes, 24 de octubre de 2014

REDES

Detector de sementales

Un ojo de loca anda suelto y hambriento por la ciudad. El personaje detrás de #ChongoNuestroDeCadaDía hace del relojeo callejero anónima producción en masa.

 Por Franco Torchia

Entre el deseo de tener en catrera lo que no se tiene y la inocultable voluntad de ser lo que nunca se fue, la serie de fotos “robadas” que bajo la leyenda #ChongoNuestroDeCadaDía publica en Facebook y disemina en Twitter la intrigante figura de @El_Aliencito –un fake twitteril con dos años de antigüedad y más de dos mil imágenes de machos camachos vernáculos en su archivo– reúne un variopinto elenco de exponentes del antológico género “chongo argentino de transporte público medio” y despierta desmayos en serie en la cotidianidad oficinesca de miles de seguidorxs.

Desde algún lugar del espacio que a juzgar por la cronología de sus mensajes respeta la franja horaria propia de un trabajo en el centro porteño, @El_Aliencito cuenta que en 2012 iba en subte y “vio a un pibe que rajaba la tierra”: le sacó una foto, la publicó y al instante cientos de interacciones, favoriteos y compartidos le dieron una idea: subir una foto de chongo por día. Como buen “otro de muchos”, el monstruo logró contagiar así a cientos de “mostras” que a todo momento envían señales inequívocas de sus objetos de deseo: el futbolista sudado que vuelve del picadito en el 65; el letrado lustrado y trajeado que va de Alem a Pacífico en la D; el operario fibroso que cae rendido de sueño en el Sarmiento; el empleado de multinacional con estricto pantalón pinzado marrón claro y tarjeta magnética pendiente del cinto que le hace señas a un taxi. En muchos casos, a cara lavada. En otros, a culo pelado: las fotos de espaldas y colas son mayoría. Ante ellas, las reacciones conforman una atracción aparte: descompensadxs, hombres y mujeres (en general, varones que se reconocen gays) hablan en tercera de la dolorosa atracción que les provoca el poder físico de los demás: “lo cachetea”, “aplaude” o “sacadísimo, se seca la frente con una Siempre Libre” dicen, por ejemplo, de sí mismos. También no falta el que confiesa “A éste lo conozco”: el mundo chongo es un pañuelo.

“No es un requisito lo de sacar fotos en los medios de transporte, de hecho la gente se fue copando cada vez más y mandan fotos de hombres caminando por la calle, en un consultorio médico, en supermercados, aeropuertos y kioscos”, afirma @El_Aliencito y agrega: “Te diría que el 90 por ciento de los que me pasan fotos lo hacen por mensaje directo o al inbox de Facebook pidiendo que no los delate, que suba la foto anónimamente. Puede ser por miedo, pero si algún fotografiado se identifica y no quiere aparecer, debería pedir que se baje la foto. La idea es no joder a nadie”.

Con algunos exponentes internacionales en su haber, #ChongoNuestroDeCadaDía pone en evidencia que fisgoneo y visibilidad no son procesos análogos: el impulso irrefrenable que aviva cada instantánea de un heterosexual promedio concentrado en su celular, abierto de piernas, colgado de la baranda y apurado por volver a casa –y es posible suponer que “casa” es, en estos casos, “casa hecha y derecha”– vuelve a iluminar la porción política de cierto apetito homosexual, o sea, la fantasía de conquistar al macho descubierto, el “macho-hallazgo” lascivamente espiado, muy seguro de sí y fundamentalmente indiferente al “ojo-de-loca” que vaya si se equivoca, y cómo.

Por eso, el espíritu de #ChongoNuestro... es nostálgico e irreflexivo, como el de su creador, @El_Aliencito, para quien su foto favorita es la de “uno en un subte, con pantalón de gimnasia cortito azul, un bulto más que interesante, mucho lomo, campera también azul abierta con una remera ajustada blanca, zapatillas negras, medias cortas blancas, muy carilindo, castaño claro, barba de tres días. Iba leyendo un libro... ¿qué libro? Sí, capaz que me acuerdo”.

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