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Jueves, 2 de abril de 2015

TEATRO X 2

Cocinera y cocinada

Alfredo Arias vuelve a explorar, y esta vez por partida doble, el misterio que es el peronismo para argentinos y extranjeros. Y como siempre, lo aborda desde los tópicos de las diversidades sexuales y desde la perspectiva de género. Con su actriz fetiche, Alejandra Radano, estrena Deshonrada, sobre la diva del cine Fanny Navarro, proscripta tras la caída del peronismo, y Comedia Repostera, sobre la figura de Doña Petrona C. de Gandulfo, quien tanto nos dio de comer en tiempos de abundancia e ingredientes a gusto.

 Por Adrián Melo

Como fenómeno histórico prevalente de los últimos setenta años y debido a su permanencia y reconocida complejidad, el peronismo tuvo el privilegio de ser objeto de múltiples y a menudo polémicas interpretaciones. A su vez, como una obsesión relacionada no sólo con la historia y la política argentina sino también con los sentires de la infancia y la adolescencia y las formas en que condicionó sus maneras de vivir su sexualidad, Alfredo Arias siempre ha vuelto a él desde que el 2 de marzo de 1970 estrenara en el teatro L’Epée de Bois Eva Perón, de Copi, y tuviera que sufrir las consecuencias de una obra escandalosa y mal comprendida, pero que sin duda expresaba ciertos imaginarios sociales que la época construía sobre Eva Perón. En ella Copi narraba los últimos días de Eva en su lecho de muerte y le hacía denunciar que su cáncer era fabricado, un ardid de Perón para quitarla del medio porque ella había llegado demasiado lejos. “Cuando iba a las villas miserias y distribuía fajos de billetes y dejaba todo, mis joyas y mi auto, y hasta mi vestido, y me volvía como una loca, desnuda, en taxi mostrando el culo por la ventanilla, me lo permitieron”, reprocha una Eva furiosa a la cual ahora pretenden alejar del poder político. Como se ha narrado innumerables veces, creyendo que la ficción teatral de Copi profanaba la figura de Evita, a mediados de marzo un grupo de enmascarados golpeó al actor Facundo Bó, que interpretaba a Eva Perón, y al resto de los actores, destrozó los decorados e hizo estallar una bomba en el teatro.

Como si no hubiera escarmentado y redoblando la apuesta en un triple papel de dramaturgo, director y actor, en Tatuaje (2010) Arias narraba un encuentro imaginario entre Eva y el cantante español Miguel de Molina. Acá la Eva hada de los libros de lectura del peronismo –pero también la altanera que describieron los gorilas– le ofrece al exiliado Miguelito un País de Maravillas donde el artista pueda lucir sus trajes y vestidos, tener sus levantes callejeros y enamorarse sin que lo apaleen por ser homosexual. La obra mezclaba en un mismo escenario a Conchita Piquer interpretando “Tatuaje” (una canción que narra un encuentro amoroso fugaz entre una mujer y un marinero tatuado que fue apropiado por el mundo gay y por las travestis españolas), a Eva, a Miguel de Molina, a una burguesa encaprichada sexualmente con Molina, al mundo revisteril, a elementos autobiográficos del propio Alfredo y un universo kitsch en donde se confunden lo real y lo ficticio.

Marcada en la frente

Estos tópicos retornan resignificados en Deshonrada, en la única y febril escena de la obra: el interrogatorio policial llevado a cabo por el violento y paradójicamente llamado Capitán Gandhi (excelente interpretación de Marcos Montes), un militar de la autodenominada Revolución Libertadora encargado de investigar los delitos de la “tiranía” a Fanny Navarro, la actriz diva paradigmática del cine propagandístico peronista, amiga íntima de Eva Perón y amante de Juan Duarte.

Según el brillante texto de Gonzalo Demaría, la mujer es arrancada de su cama a las tres de la mañana para declarar por un delito que no conoce. De ese encuentro entre el loco fanático de la “fusiladora” y la otrora estrella devenida ahora en ex actriz del Régimen, Fanny saldrá loca, deshonrada, marcada en la frente para ser escupida en la calle por el público y colegas muchos de los cuales antes solían adorarla. La prolongación de la pesadilla de Fanny puede ser leída sin duda como la gran pesadilla de un gay de la época: caer en la indagatoria policial debido a los amores prohibidos (el amor desmesurado que la Fanny de la obra tiene para con Juan Duarte) para ser convertido en un maldito de la sociedad.

Pasión por el cine

Arias amalgama en la figura de Fanny Navarro el amor que algunos gays y lesbianas sentimos por las divas y por el cine argentino, y homenajea el universo kitsch a la manera de Manuel Puig. Las respuestas de Fanny al capitán se confunden con los diálogos de los personajes que la actriz interpretaba en sus días de gloria. Nuevamente se confunde realidad con ficción desnudando el papel de la ficción en la construcción de las vidas privadas y el papel de la ficción en la política (los mecanismos de la política como teatro, como puesta en escena que desnudara Karl Marx en El 18 Brumario de Luis Bonaparte).

La intertextualidad, el diálogo permanente que la obra establece con el cine argentino de los años cuarenta y cincuenta aparecen ya desde el título, que alude a Deshonra (Daniel Tinayre, 1952), no quizá casualmente una de las primeras películas que pone en escena amores lésbicos, aunque éstos, mal no sea, se sucedan en la cárcel.

A su vez, el lenguaje melodramático del cine, los boleros y los tangos (interpretados magnífica y emotivamente por Alejandra Radano en una actuación que no se puede calificar de menos que extraordinaria) que impregnan la obra teatral se confunden con el lenguaje de los discursos peronistas más emotivos que sin duda abrevan en el mundo de la radiofonía, la cinematografía y la música y la cultura popular.

Radano logra captar la dicción y la estética de las divas del teléfono blanco y transmitir una emoción cinematográfica en sus canciones. “Vi por supuesto todas las películas de Fanny –declara Radano–, pero no me gustaron particularmente, salvo Deshonra, porque me encanta Daniel Tinayre. Y no por el tinte propagandístico presente en sus películas, como Marihuana (Klimovsky, 1950), sino porque prefiero a otras divas y otras películas que me resultan más bellas. Entonces lo compuse a través de Fanny, pero también a través de Eva Perón, de Zully Moreno, de otras divas y de un cine y también de un lenguaje político lleno de preciosismo. Lo que rescato principalmente de los discursos políticos de la época es la belleza de las palabras. Yo no creo en el hombre político, pero sí me interesa el aspecto estético del peronismo y del cine de la época. Igual la obra me obligó a leer sobre el peronismo, una materia pendiente y por supuesto fue esencial pasar por la detallada y documentada biografía de César Maranghello y Andrés Insaurralde, Fanny Navarro o un melodrama argentino”.

Una vida de película

La vida de Fanny fue sin duda melodramática, con el brillante apogeo y la brutal caída de su carrera y sus amores hasta su muerte miserable a los 51 años, entre humillaciones, pastillas y frecuentes intentos de suicidio. La vida de Eva tiene ribetes melodramáticos desde sus orígenes humildes hasta el cenit del poder político, su amor alocado por el General y el cáncer que la consume en la plenitud de su vida. Es quizá por eso que es rescatado en la obra el violento y melodramático discurso que Eva Perón pronunció en su agonía: “Yo saldré con el pueblo trabajador, yo saldré con las mujeres del pueblo, yo saldré con los descamisados de la patria, viva o muerta, para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista”. Si el melodrama se caracteriza por postular un conjunto de sentimientos puros enhebrados con las figuras de la pobreza, la caída, la redención y la venganza, difícilmente podremos encontrar un ejemplo más paradigmático para ilustrarlo.

“Sí, claro que es melodrama. Todo en la vida de los humildes es melodrama... Melodrama cursi, barato y ridículo... Para los hombres mediocres y egoístas. ¡Porque los pobres no inventan el dolor, ellos lo aguantan!”, escribió Eva Perón en La razón de mi vida. Porque en definitiva el peronismo mismo puede leerse en la obra como hecho melodramático, el gran melodrama argentino. Y el melodrama a su vez ha sido el género que frecuentemente mejor ha caracterizado los amores desesperados y prohibidos de gays, lesbianas, trans y travestis. Porque, en definitiva, la Fanny de la obra de Arias es una diva en decadencia que será perseguida hasta su muerte. Pero también es Eva. Pero también Fanny es una loca, una mujer macho, un puto.

Comedia Repostera, con Alejandra Radano y Alfredo Arias
Desde el 10 de abril.
Martes, viernes y domingos a las 20.30.
Sala AB, El Cultural San Martín,
Sarmiento 1551.

Deshonrada, con Alejandra Radano y Marcos Montes, dirección de A. Arias y autoría de Gonzalo Demaria
Desde el 8 de abril.
Miércoles, jueves y sábados a las 20.30.
Sala AB, El Cultural San Martín,
Sarmiento 1551.

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Imagen: Sebastián Freire
 
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