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Sábado, 8 de noviembre de 2008

TOP 5

Bailódromo

Buenos Aires este sábado desde las 15 es escenario de la octava edición de Creamfield, que carga con el pergamino de ser la más concurrida del mundo.

 Por Gustavo Lamas*

A fines de los ’60, en The Sanctuary de Nueva York, cuando el disc jockey Francis Grasso tocaba para un público mayoritariamente de homosexuales —mezclando los discos, generando clima en la pista y dejando atrás la idea de pasar sólo temas exitosos uno tras otro—, seguramente nunca imaginó que estaba sentando las bases para los DJs que cuarenta años más tarde convocan multitudes. La figura del encargado de pasar música pasó a convertirse en la clave para el desarrollo de la cultura dance. Desde los comienzos, la cultura gay estuvo ligada al movimiento, sobre todo en el surgimiento de la música disco y la Hi Nrg que predominó en los clubes durante los ’70 y mediados de los ’80. Después aparecerían los géneros madre de la electrónica: el tecno con cuna en Detroit y el house en Chicago. En 1988, estos sonidos se escuchan en las primeras raves ilegales en Inglaterra, en el llamado segundo verano del amor. Como combustible aparecen las drogas de diseño como el éxtasis. En los ’90, el movimiento crece y los subgéneros proliferan (trance, jungle, deep, electro, gabba, etcétera). A mediados de esa década aparecen nuestras primeras raves en el Parque Sarmiento, de la mano de la DJ Union y los Urban Groove.

Este sábado habrá que mezclarse entre los bailarines para comprobar cuánto queda aún de aquella utopía raver que pregonaba paz, amor, unidad y respeto, o sentir cuánto hay de actual en aquello que decía el crítico Simon Reynolds: los ritmos y texturas de los diferentes estilos de la electrónica hacen que uno se mueva en el mundo de manera diferente, reacondicionan el nuevo cuerpo. Para eso, un extenso menú sonoro con decenas de músicos y DJs locales e internacionales como Nightmares on Wax, Radio Slave, Boys Noize, Booka Shade, Modeselektor, Simian Mobile Disco, Gui Boratto, Flavius, Djs Pareja, Bad Boy Orange, Simbad y Dale Duro, entre muchos otros. Aquí van los imperdibles.

Derrick May

Es una de las figuras más importantes en el nacimiento del tecno de Detroit, junto con Juan Atkins y Kevin Sounderson. Los tres estudiaban en el mismo instituto. Inspirados por el sonido de Kraftwerk, empezaron a componer música electrónica. Derrick utilizaba el nombre de Rhythm is Rhythm para firmar sus producciones que editaba en su propio sello Trasmat. De esa forma fue que para el año ’88 ya había compuesto uno de los clásicos de todos los tiempos como “Strings of Life”, un tema que continúa conmoviendo al sonar en cualquier pista con sus acordes de piano, cuerdas y groove contagioso. Argumento suficiente para estar atentos al set de este pionero.


Carl Craig

Pertenece a la segunda camada de productores de Detroit. Si bien comenzó colaborando con Atkins/May/ Sounderson, pronto encaró su propio camino al crear el sello Planet E. Para encarar sus producciones se ha encarnado en diferentes proyectos como Paperclip, 69 o Psyche, en los que demuestra facilidad para traspasar las fronteras del tecno y el house con su característico ritmo hipnótico y climas de alto vuelo. Es uno de los remixers más solicitados y le ha puesto su sello a infinidad de artistas desde Rhythm & Sound a Junior Boys y hasta Cesaria Evora. El álbum Sessions de este año reúne lo mejor de esas remezclas. Para chequear su talento como DJ hay que ir sus pasadas editadas como “DJ Kicks” y “Fabric 25”.


Crystal Castles

Hasta 2004, Ethan Kath era un chico de Toronto que tocaba la guitarra en una banda de rock, cuando se cansó y comenzó a concentrarse en componer con un sampler. Llamó a la bajista de otra banda, Alice Glass, para que ponga las voces a sus experimentos. Los dos se transformaron en Crystal Castles, uno de los grupos más festejados por la prensa del año. Pero el hype es merecido porque lo interesante de escucharlos es su frescura y los contrastes de su propuesta, que pasa con naturalidad de hits electro pop como “Vanished” o “Untrust us” al electro punk plagado se sonido chirriante de Nintendos y sonidos de 8 bit, alternando canto por grito pelado.


Apparat

Su verdadero nombre es Sascha Ring y es de Berlín. Es uno de los cerebros detrás del sello Shitkatapult. Su música oscila entre el tecno bailable, los clicks and cuts, los breaks y el ambient. Suele colaborar con otros artistas como en el excelente álbum junto a Ellen Alien, Orchestra of Bubbles, o Moderat, que lo une a los Modeselektor (que también tocan en esta Creamfields). Para entrar en su mundo nada mejor que su último disco, Walls, y el doble CD Things to be Frickled, que reúne sus mejores temas como remixador y remixado.


808 State

El trío de Manchester que homenajea a la batería Roland en su nombre es uno de los que definió el sonido rave en Inglaterra a fines de los ’80. El álbum emblemático de su carrera es 90 con el clásico “Pacific 202”, aquel que combinaba ritmo house con una entrañable melodía de saxo y trepó al top de los charts británicos. En sus siguientes discos adelantarían el sonido big beat que tan bien explotaron tiempo después los Chemical Brothers y también harían crossover con el pop invitando a Bernard Sumner (New Order) y a Björk para cantar en sus temas. Este año se reeditan varios de esos discos en ediciones de lujo y el grupo vuelve a los escenarios.

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