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Viernes, 22 de abril de 2016

MúSICA

SONIDO AMBIENTE

En su última saga de videoclips, a Bob Mould se lo ve rockear
con osos y pulverizar el closet a la velocidad del sonido.

 Por Diego Trerotola

El videoclip se está volviendo una forma un poco retro de relacionarse con la música, porque en tiempos de alta definición, se puede registrar los shows en vivo con lujo de detalles sonoros y visuales, y así fue como el realismo escénico HD se apropió de la cultura audiovisual del rock. Caseros o profesionales, las filmaciones de recitales eclipsan la estrafalaria búsqueda que históricamente tuvo el videoclip y su potencial queer, sus imaginarios rítmicos alucinados, sus ficciones vertiginosas musicalizadas, sus fugaces deseos delirados. Pero Bob Mould se resiste a abandonar ese género tan mutante como es el videoclip y con Patch The Sky, su nuevo disco editado el 25 de marzo, apostó a realizar una saga de videos que lo tienen como protagonista múltiple. Porque si hay algo que aprendió Mould es a poner el cuerpo.

Cuando Bob Mould escribía canciones para su banda punk Husker Dü, usaba el género neutro en las letras para que todas las personas se sientan incluidas. Eso fue durante los 80, cuando aún estaban en el clóset con su amigo y baterista Grant Hart, pero ninguno la careteaba de hétero. A mitad de los 90, la revista SPIN mandó al escritor queer Dennis Cooper para pasar dos días con Mould y ahí le dijeron que si no salía del clóset lo iban a sacar a la fuerza. Para una persona criada en un pueblo donde mataron a un amigo gay de la adolescencia, no era fácil salir del clóset. Pero lo hizo hace más de 20 años y nunca dejó de hacer canciones y discos, aunque se tomara algunos años de vacaciones para vivir su sexualidad y aprender su “historia como gay, una historia que no experimenté, comprendí o que había negado.”

Y los dos videoclips de Mould para su nuevo disco son casi una saga sobre salir del clóset. En el primero, para la canción “Voices in My Head”, él está en su departamento y las voces internas se materializan en alucinaciones: varias versiones de sí mismo pasean por los ambientes. Un microrrelato nocturno sobre encierro y aislamiento, sobre ser otro y ser lo mismo, sobre el fantasma de lo múltiple. La oscuridad y el brillo de las canciones de Mould, el ruido y la melodía, en la alienación en las alturas de un edificio de Portland en la noche, desde donde la ciudad es un mapa de luces, como un cielo estrellado derramado en la tierra. En el segundo videoclip, con “Hold On” sonando entre un remolino de hojas, Mould despierta de un sueño y sale a recorrer la ciudad de día con una lluvia casi invisible. Y el destino lo empuja a un pub con osos de alegría panzona, con drags de peluca rubia, lentejuelas y barba, con personas disfrazadas de animales, con un “Post Phunk” de cresta afro, para tocar su rock guitarrero y celebra una comunión entre la música y otras formas. La barba blanca de oso polar de Bob Mould, su actitud daddy, finalmente llega a esa alegría primal, sofisticada y sexual (o masturbatoria) que puede tener rasgar una guitarra en solitario sobre un escenario. Dirigidos por Alicia J. Rose, ambos videos son una pequeña épica entre la noche y el día, de la cama a la fiesta, de la identidad propia a la ajena, de alguien que atraviesa el closet con la velocidad del sonido de Mould.

Los videos se pueden ver en el sitio oficial bobmould.com

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